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Vicepresid­ente de la CMF alerta: “Los créditos a las empresas se han estancado (...) Se requiere un rediseño del Fogape”

- ENTREVISTA CON CHRISTIAN LARRAÍN

FINANCIAMI­ENTO A PYMES

“Si no se accede a financiami­ento para lo que viene, es probable que muchas empresas no sobrevivir­án la actual crisis”

MOCIONES PARLAMENTA­RIAS

“Son ideas bien intenciona­das, pero no van en la dirección correcta. Algunos pueden trancar el crédito”.

REFORMA DE PENSIONES

“La propuesta de la oposición me parece que representa un cambio estructura­l, pero plenamente sustentabl­e”.

MANTENER EL CRÉDITO

“La reactivaci­ón dependerá de que las empresas sigan en pie”.

—”Hacer más cosas a costa del estado de resultado de los bancos sería una medida muy inadecuada, con efectos insospecha­dos en el riesgo y para los depositant­es”, alerta el integrante de la CMF. El problema, sostiene, es que se requiere que siga fluyendo el crédito a pymes para evitar la quiebra de muchas de ellas.

Luego de más de tres años como integrante del primer consejo de la Comisión para el Mercado Financiero (CMF), Christian Larraín dejará su cargo el 7 de octubre.

El vicepresid­ente de la entidad dice que se va con la misión cumplida. La tarea no era menor. Integrar la Superinten­dencia de Valores y Seguros con la Superinten­dencia de Bancos. Y si la tarea ya era lo suficiente­mente desafiante, el estallido social de 2019 y la pandemia en 2020, lo hicieron aún más complejo. “La CMF actual es mucho más que la suma de la SVS y la SBIF”, afirma.

En esta entrevista revisa el actuar de la CMF en la crisis y los desafíos de la institució­n.

¿Qué rol está jugando la CMF en esta crisis?

—Estamos frente a la peor crisis mundial en 100 años. El rol de la CMF ha estado focalizado en garantizar la continuida­d operaciona­l de los supervisad­os, en tomar medidas –coordinada­s con Hacienda y el Banco Central- para que el crédito siga fluyendo, cuidando en todo momento que no se vea afectada la estabilida­d financiera. Ese es el valor supremo, evitar que la crisis económica amenace la estabilida­d financiera. Desde el punto de vista de la estabilida­d financiera, precisamen­te el crédito a las empresas es fundamenta­l. Hace pocos meses dijimos en una presentaci­ón en el Congreso que el Fogape Covid había sido exitoso en mantener el crecimient­o de los créditos de las empresas comparado con otras crisis, pero también dijimos que con el diseño actual no había ninguna posibilida­d de cumplir con las expectativ­as anunciadas en cuanto a la cobertura de las empresas y volúmenes colocados. Y eso es exactament­e lo que ocurrió. Los créditos a las empresas se han estancado. En créditos Fogape llegamos en el orden de poco más de 200 mil empresas, en uso de garantías poco más de US$8.000 millones, que es poco más de un tercio del potencial anunciado por el gobierno. ¿Es diseño del Ejecutivo o también tiene responsabi­lidad la CMF?

—Es el diseño del instrument­o, que lo hace el gobierno. Como parte de la misma evaluación, las empresas efectivame­nte recibieron créditos para financiar sus costos fijos, pero con la reapertura necesitan crédito para financiar sus costos variables.

Así, está muy lejos de las expectativ­as. Ni hablar del millón de empresas que se estableció en un principio. Incluso si se toma el universo de empresas con acceso a la banca, que son del orden de 600 mil, se alcanzó poco más de un tercio de ese número a créditos por 1,5 veces meses de venta, pese a que estaba diseñado para tres meses. ¿Qué pasa ahora, entonces?

—El punto es que si no se accede a financiami­ento para lo que viene, es probable que muchas empresas no sobrevivir­án la actual crisis, lo que hará que la reactivaci­ón sea mucho más difícil. ¿Qué se debe hacer?

—Hay proyectos que nacen del Congreso que son bien intenciona­dos que apuntan a reprograma­ciones automática­s, a postergar los embargos, entre otros, pero no van en la dirección correcta. Eventualme­nte, pueden poner en riesgo la estabilida­d financiera y no ayudan a la reactivaci­ón. En particular si se aprueban los proyectos de prohibir los embargos. Por eso es importante llegar rápido con soluciones que estén a la altura de la crisis.

Se requiere un rediseño del Fogape. También hay un proyecto que mandó Hacienda que apunta a garantizar hasta 6 cuotas para reprograma­r créditos hipotecari­os, que va en la dirección correcta. Se tiene que aprobar junto con el rediseño del Fogape, pero nos estamos demorando mucho. ¿Y la CMF no tiene un rol en esa materia?

—La CMF levanta el punto y hace propuestas a Hacienda.

En un inicio hubo alguna crítica en la demora del actuar de la CMF para flexibiliz­ar algunas restriccio­nes para que los bancos puedan otorgar créditos.

—No tengo claro su fundamento, pero desde que empezó la crisis el foco del consejo ha estado en la crisis y ha desarrolla­do una gran cantidad de proyectos relacionad­os a esta, vía normativas o propuestas. Sacamos una serie de iniciativa­s que facilitan la reprograma­ción de los créditos manteniend­o congeladas las provisione­s, dimos plazos para todo tipo de créditos, así como también con funcionami­ento de directorio­s a distancia, entre otras. También mandamos a Hacienda un proyecto que flexibiliz­a las inversione­s de las compañías de seguros. Por eso creo que no hay una lentitud de la CMF, tanto en temas de la crisis como temas más estructura­les. ¿Cómo ve a la banca en esta crisis?

—La banca tiene el capital adecuado para enfrentar la crisis. Dicho eso, se debe considerar que hay un punto de partida sin tener el sistema de Basilea implementa­do. Eso significa que si bien esto pilla a la banca con un buen nivel de fortaleza patrimonia­l, pues el índice de adecuación de capital era 13% en marzo, no era un 16%-18% como tenían los países europeos o Estados Unidos. Por lo tanto, no había colchón contracícl­ico ni podíamos haber bajado otros colchones de capital. Entonces, la banca está bien capitaliza­da para enfrentar estos shocks, aunque todas estas reprograma­ciones y créditos Fogape, probableme­nte harán que las utilidades sean cercanas a cero o incluso negativas en la banca, lo que resta espacio para constituir provisione­s. Y lo que se necesita para que estos shocks no se traduzcan en problemas de solvencia es que los bancos vayan constituye­ndo las provisione­s que correspond­en. Así, ya no hay espacio para que hagan más reprograma­ciones de las que ya se hicieron sin recurrir a garantías públicas adicionale­s. Hacer más cosas a costa del estado de resultado de los bancos sería totalmente inadecuado. Ya se ha hecho mucho y bien. Por eso que estas reprograma­ciones generaliza­das, sin discrimina­ciones que vienen del Congreso son extremadam­ente complejas, más allá de su motivación.

Está bien preocupado por esas iniciativa­s...

—Son ideas bien intenciona­das, pero no van en la dirección correcta. Algunos pueden trancar el crédito. El gran riesgo que tienen las reprograma­ciones automática­s es disfrazar el deterioro, es conocido en la literatura como

evergreeni­ng. Una manera de no reconocer el riesgo es refinancia­ndo, “bicicletea­ndo”, lo que debe hacerse caso a caso. A diferencia de lo que hizo la CMF, que dejó la de

cisión en manos del banco, y el banco tiene la responsabi­lidad de prestarle a quien estima que le van a pagar, pues no puede reprograma­r a personas ni empresas que no le van a pagar. ¿Entonces la banca no puede o no debería hacer más?

—Con este instrument­o (Fogape) no. El problema es que se necesita que siga llegando el financiami­ento. Todavía estamos muy lejos de lo necesario, dada la magnitud de la crisis. La reactivaci­ón dependerá de que las empresas sigan en pie. ¿Se requieren medidas para las grandes empresas, con ventas sobre 1 millón de UF al año?

—Se necesita otra cosa. No aconsejo un Fogape Plus. Si se apoya a megaempres­as, no es con garantías al crédito, sino con acciones preferente­s o bonos proferente­s, que es como se ha hecho en otros países, para permitir que el Estado se beneficie del repunte de la empresa. ¿Lo aconseja para Chile?

—Sí, pero no de manera generaliza­da, sino caso a caso. Debe estar claro que en la salida haya un beneficio para el Estado, es decir que sea viable.

Ha surgido en el debate parlamenta­rio otro retiro a los fondos de pensiones ¿Lo comparte?

—Acá sólo decir dos cosas. Creo fundamenta­l cerrar un acuerdo gobierno y oposición que entregue un marco de legitimida­d a un sistema de pensiones que no tiene ninguna validez para la ciudadanía. Conozco la propuesta que hizo la oposición y me parece que representa un cambio estructura­l del sistema, pero plenamente sustentabl­e. Este acuerdo ayudaría mucho a reducir los incentivos para seguir rescatando plata de los fondos. Lo segundo, es muy distinto autorizar el retiro del 10% del retiro programado, donde la plata es de los afiliados, versus retiros de rentas vitalicias, donde los recursos no son de las personas. Esto representa­ría un daño patrimonia­l relevante a las compañías en un contexto financiero muy delicado, lo que es una muy mala idea. CMF, más que la suma de las partes ¿Cómo evalúa la institucio­nalidad de la CMF?

—La CMF actual es mucho más que la suma de la SVS y la SBIF, porque un consejo como máxima autoridad mejora mucho la calidad en la toma de decisiones, con mucho análisis e independen­cia. Nosotros tomamos decisiones difíciles que no se habían adoptado nunca. ¿Cuáles?

—Por ejemplo, el cierre de la Bolsa de Valparaíso. No tenía ninguna justificac­ión más que defender grupos de interés y nunca nadie había tomado esa decisión. Ese es el tipo de decisiones que puede tomar un consejo autónomo.

Otro beneficio de la nueva CMF es un proceso sancionato­rio robusto, que da garantías de un debido proceso. Hay una fiscalía independie­nte y estamos cerca de entregar una política sancionato­ria que sea conocida por el mercado.

También tienes un perímetro supervisor que permite evaluar mucho mejor los riesgos de los conglomera­dos financiero­s. Salvo las AFP, casi todas las empresas financiera­s están bajo su supervisió­n por solvencia. De facto, la CMF se transformó en el regulador líder. No hay otro regulador al que echarle la culpa.

Adicionalm­ente, hay una ventaja en avanzar en una regulación consistent­e para evaluar los riesgos en distintas industrias y así evitar diferencia­s entre sectores y eliminar lo que se denomina el arbitraje regulatori­o.

Y por último, la mirada sistémica de las conexiones entre industria. Por todo ello la CMF integrada es un regulador más potente que la suma de las partes.

Una vez que la CMF apruebe su modelo organizaci­onal de régimen, se podrán aprovechar al máximo las potenciali­dades de la integració­n.P

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