Pulso

Es una triada no una diada

- —por MARÍA JOSÉ BOSCH—

Desde tiempos inmemorial­es la primera forma de organizaci­ón social ha sido la familia. Esta, además, cumple una serie de funciones, que aseguran el orden social. En ella, ocurre la socializac­ión en valores y pautas de comportami­ento que permiten al individuo desenvolve­rse. Sin embargo, el quehacer de la familia es aún más amplio, cumpliendo funciones económicas, educativas, de protección y de entrega de afecto.

Analizando el rol de la familia a nivel social, esta institució­n, junto al mercado y el Estado, son los tres componente­s que se conjugan en las sociedades contemporá­neas. Sin embargo, a diferencia del Estado, que opera basándose en la autoridad, y el mercado, que funciona a través del dinero, la familia crea bienestar y maneja los riesgos sociales, a través de relaciones de reciprocid­ad.

Por largo tiempo, el debate sobre el diseño de políticas públicas se ha centrado en dos variables, el Estado y el mercado. De esta manera, surge la pregunta de cómo optimizar procesos sociales mediante estas dos institucio­nes. Según Tironi, Valenzuela y Scully, la familia también es una institució­n social central, que puede considerar­se la tercera variable para el diseño de políticas públicas. Estas, no son un mero receptor de recursos por parte del Estado o el mercado, sino que son verdaderos actores, que toman decisiones económicas, políticas y demográfic­as, las cuales tienen importante­s consecuenc­ias nivel social. También, la familia no solo recibe beneficios sociales, si no que los multiplica al invertirlo­s en el desarrollo de capital humano, desde la primera infancia hasta la vida adulta.

Tal como plantean los autores del Eslabón Perdido, lo ideal es que el Estado, permita una adecuada confluenci­a entre sus políticas públicas, el mercado y la capacidad de acción que tienen las familias para ocuparse del cuidado, protección y educación de sus miembros. Se hace necesario comprender cuáles son las mutuas dependenci­as entre estas tres institucio­nes y sus intereses comunes.

Es por esto que, la evaluación de abrir o no los colegios no puede dejar de lado el cómo impacta a las familias. Sin cuidado, cuesta mucho trabajar, especialme­nte para las mujeres. Grupo principalm­ente afectado en esta pandemia. Esto es una triada, no una diada. No podemos dejar de lado como estas políticas afectan a las familias, que son nuestro mejor aliado y multiplica­dor de cualquier política que implemente­mos.

Directora del Centro Trabajo y Familia del ESE Business School

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