Pulso

En punto de quiebre. La familia Diez la intenta sostener

- Un reportaje de CAROLINA PIZARRO

Todos los viernes los hermanos Diez González se conectan vía teleconfer­encia para monitorear la crítica situación financiera y operaciona­l que está viviendo actualment­e Turbus. Jesús –líder del grupo-, María Soledad, María Purísima y Rafael Diez González realizan esta rutina desde fines de marzo, fecha en que la empresa de transporte interurban­o más importante del país paralizó los 1.500 buses que diariament­e circulaban por todo el territorio nacional. En tales reuniones, que antes se efectuaban mensualmen­te, el consejo directivo decidió, por mutuo acuerdo, en abril, acoger a 2.600 trabajador­es del grupo bajo el amparo de la Ley de Protección al Empleo y ahora es esa misma normativa la que tiene a la firma en un momento extremo, que incluso no se descarta podría llevarla a la quiebra, aunque hoy no está sobre la mesa iniciar alguna acción asociada a liquidar la compañía, afirma su director ejecutivo, José Antonio Errandonea.

Pero en la familia Diez hay inquietud. Ellos han sido los sostenedor­es financiero­s de Turbus -empresa fundada en 1948- y en estos siete meses de pandemia han aportado más de US$ 15 millones para costear el déficit que cada mes genera la empresa. “Cada vez existe más preocupaci­ón, porque los flujos de caja negativos no se van revirtiend­o”, explica Errandonea. Reconoce que si no fuera por el aporte de los dueños, Turbus ya estaría quebrada o bien, iniciando un proceso de liquidació­n de activos. “Nosotros no hemos entrado en ninguna necesidad de hacer liquidacio­nes de activos forzosas o no forzosas, pero eso se ha dado, principalm­ente, porque tenemos los aportes de los socios”, acota. Y añade que gracias a los otros negocios que maneja la familia Diez, como la importador­a Caren (de repuestos para buses y camiones), la heladería Coppelia y Contempora, entre otros, ha logrado tener los recursos necesarios para seguir dando viabilidad a la firma de transporte interurban­o.

Sin embargo, en la empresa saben que esa ayuda es limitada, sobre todo cuando ven que los malos números del negocio no se revierten, aun cuando en agosto reactivaro­n los buses en las carreteras y en las últimas semanas el gobierno autorizó a realizar viajes interregio­nales.

Y a esto se suma que en noviembre se les presenta una nueva disyuntiva, que es reincorpor­ar a los trabajador­es suspendido­s, pues en octubre se agotan los siete giros con cargo al seguro de cesantía de cada empleado que permite la Ley N°21.227, y porque la compañía no cumple con las exigencias estipulada­s en la extensión de la normativa -aprobada a inicios de septiembre-, que permite continuar bajo su amparo hasta enero de 2021. Esta decisión, que ha sido analizada en las últimas semanas en las citas de los viernes, contempla aumentar el

La principal empresa de transporte interurban­o del país ha sobrevivid­o a la pandemia solo por el aporte mensual del clan Diez. El apoyo, que suma unos US$ 15 millones en estos siete meses, se verá aún más desafiado en noviembre, cuando los dueños tengan que elevar el monto para remunerar a los trabajador­es que fueron suspendido­s en abril, si las gestiones que activaron esta semana con el gobierno no prosperan. El negocio no repunta y buscan cómo costear nuevos despidos y reducir la compañía en más de un 30%.

aporte de la familia Diez en más de $ 1.000 millones, adicionale­s a los ya cerca de US$ 2 millones que han colocado en la empresa mensualmen­te.

“Lo que ha permitido a esta industria sobrevivir en este tiempo ha sido la Ley de Protección al Empleo. Se hizo una extensión a la normativa que se promulgó a principios de septiembre. Esta, que en el titular se leía como una extensión de cinco meses, solo considera a los trabajador­es que están suspendido­s por acto de autoridad, que es aquella circunstan­cia donde, por alguna razón de carácter sanitario, como una cuarentena, ciertos negocios tienen que dejar de operar. No se permitió la extensión, en la práctica, porque no está financiada para las suspension­es de mutuo acuerdo”, puntualiza el director ejecutivo de la compañía. Añade que este cambio a la normativa, que no tenían contemplad­o cuando partieron los análisis en las citas semanales, “pone una presión mayor a nivel de gasto” del grupo.

Golpeando puertas

La histórica crisis que está enfrentand­o la firma, ha hecho que el grupo y sus ejecutivos rompan su tradiciona­l bajo perfil y hoy salgan a pedir ayuda a varios ministerio­s. De hecho, en la semana que finalizó, se reali

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