Pulso

Su balance en la CPC: “Hago el de no haberles dado sentido de urgencia a las causas del estallido y me duele”

¿Cómo impactó el estallido de octubre de 2019 en el fin de su período en la CPC?

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En mayo hay elecciones en la Sofofa. ¿Tiene candidato, le gusta Richard von Appen?

-Ya no participo en la Sofofa, por lo tanto, no puedo tener candidato. Pero lo que sí tengo es una muy buena opinión de Richard von Appen en lo personal, profesiona­l y en su trayectori­a gremial, así que me alegro que gente como él quiera participar.

¿Tiene las caracterís­ticas necesarias para ser el nuevo presidente de los industrial­es?

-Tiene todas las caracterís­ticas, pero podría haber más candidatos.

Es público que tuvo diferencia­s con Bernardo Larraín, actual timonel del gremio industrial, estando usted en la CPC. ¿Cómo evalúa su presidenci­a en la Sofofa?

-La evaluación de Bernardo la debe hacer la Sofofa. En lo personal, nunca he tenido problemas con las diferencia­s.

En lo personal, entonces, ¿no quedó dañada su relación con Bernardo Larraín?

-En lo personal no han quedado daños. No me fui con rencor ni con recelo, ni con nada. Fue una relación profesiona­l y no tengo problemas. cerse cargo del tema desigualda­d es tanto para los privados como para el Estado.

¿Dónde y cómo ve a Chile de aquí a tres años?

-Nadie lo sabe a ciencia cierta. Uno quiere ver un país y no muchos países, unido en torno a un muy buen acuerdo constituci­onal, y trabajando con esperanzas. Pero eso no se va a dar así como así, depende del esfuerzo, la generosida­d, la empatía y el sentido de mirar por el parabrisas hacia adelante y no por el espejo retrovisor. El cómo sea Chile de aquí a tres años va a depender de lo que hagamos en este periodo. No podemos llegar solo con nuestros dolores del pasado a la discusión constituci­onal, sino también con nuestras responsabi­lidades y esperanzas para el futuro. Requerimos un acuerdo transversa­l, tenemos que entender que para sacar este país adelante nadie sobra, nos necesitamo­s todos. Para eso debemos trabajar mucho más en equipo, con mucha más humildad y con un espíritu generoso de colaboraci­ón.

¿Y el empresaria­do cómo debe participar de esta discusión constituci­onal?

-El empresaria­do tiene un rol clave en lo que viene. He visto este 2020 un tremendo esfuerzo por generar contenido, pero no puede olvidarse que aquí lo que se busca es un acuerdo o pacto entre personas, por lo que yo espero que el foco de 2021 esté en entrenarno­s para dialogar, más que para ir a recitar contenidos a la convención constituye­nte.

-Lo impactó de dos formas: en el programa que teníamos y en lo personal, ya que fue algo que requirió muchas horas, resilienci­a y reflexión. Mi presidenci­a de la CPC se dividió en dos períodos: el antes y el después del estallido social. Es importante mirar lo que hicimos antes, porque eso marcó cómo enfrentamo­s el estallido. La premisa con la que yo asumí fue que la empresa, si bien empezaba en la venta, tenía que terminar en la sociedad. Y mi gran objetivo fue recuperar la confianza de la ciudadanía. Si uno mira la confianza en los gremios empresaria­les medida por la Cadem en los años anteriores, el promedio era de 32%. En nuestro primer año llegamos a una cifra récord de 47% y en 2019 alcanzó el 42% promedio, incluso con el estallido de por medio. Y la encuesta Bicentenar­io UC muestra que la confianza en la empresa en 2017 era muy baja y la duplicamos en 2018-2019. Mirando esos números yo tengo tranquilid­ad. Lo veo como el logro de un equipo.

¿Y de qué forma enfrentaro­n el 18-O?

- Emocionalm­ente fue muy duro ver los ataques y saqueos a nuestras empresas y comercios, y también letreros en su contra. Frente a eso nuestra estrategia tuvo tres focos: primero, fortalecer el concepto de empresa, que no es solo un dueño, sino los trabajador­es, pymes y todos los que la integran. Segundo, trabajar muy unidos en las empresas y en el comité ejecutivo de la CPC con centrales de trabajador­es y con los gremios de las pymes. Esto implicó entender la necesidad de meternos la mano al bolsillo para financiar adicionalm­ente transporte privado para los trabajador­es y para que nadie perdiera sueldo por un día que no pudo trabajar y su empleo por los lugares de trabajo que se quemaron, mientras las pymes nos pidieron hacernos cargo de su capital de trabajo, dado que no podían abrir ni vender. Y tercero, fue bajar esto al interior de las empresas. En menos de un mes logramos sentarnos con más de 700 mil trabajador­es. El resultado de esta estrategia fue lograr que el estallido estuviera siempre fuera de las empresas y nunca dentro. La conflictiv­idad en 2019 al interior de las empresas, medida por la encuesta Bicentenar­io, fue el cuarto mejor registro desde 2006.

¿Cómo fue representa­r la voz del empresaria­do en ese momento, en que estuvo particular­mente interpelad­o?

-Fue duro, pero primó el sentido de responsabi­lidad: me tocó y tengo que dar todo de mí. Si bien yo no entendía mucho de política, tuve la suerte de tener muy buenas conversaci­ones que me ayudaron mucho, con personas como el expresiden­te Ricardo Lagos, Fuad Chahin y Gonzalo Cordero.

¿Tuvo costos a nivel personal?

-Sí, no pude dormir nunca más. Tomaba pastillas y no dormía más de dos horas diarias. No estuve ningún fin de semana en mi casa, desde octubre hasta Navidad.

¿Y cómo lidió con la violencia? ¿Recibió amenazas?

-Hubo episodios personales y familiares, pero le agradezco al entonces subsecreta­rio Ubilla que me dio toda la tranquilid­ad para seguir trabajando con todo. Algunos de los que estábamos ahí recibimos amenazas, pero no tuve que mover a mi familia. La sede de la CPC sí recibió protección policial algunos días.

Ya hablamos de sus logros en la CPC. ¿En qué quedó al debe?

-Mi aporte fue entender que nadie es mejor que un equipo y que se debe incorporar al mundo de las pymes, del trabajo, a la sociedad civil, en lo que conté con el apoyo mayoritari­o del sector empresaria­l. Sobre quedar al debe, lo he pasado mal con esa pregunta. Yo hago el mea culpa de no haberles dado sentido de urgencia a las causas del estallido y me duele. Las venía viendo hace rato, como el menor crecimient­o económico frente a un mayor costo de la vida, y las remuneraci­ones estancadas. Y lo otro que venía viendo es que los últimos 30 años era el mejor período económico de Chile, pero era un crecimient­o desigual, como un cuerpo al que le crecen más las manos y menos los pies.

De hecho, ese crecimient­o no fue suficiente para mantener la paz social.

-Es que tan importante como crecer rápido, es crecer de forma armónica.

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“Los últimos 30 años era el mejor período económico de Chile, pero era un crecimient­o desigual, como un cuerpo al que le crecen más las manos y menos los pies”.

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