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Nuevos bonos impulsan los préstamos a empresas tecnológic­as de rápido crecimient­o pero no rentables

Wall Street está vendiendo nuevos valores complejos respaldado­s por préstamos privados a empresas con pérdidas.

- Matt Wirz THE WALL STREET JOURNAL

¿Sin ganancias? No hay problema. Los inversioni­stas están canalizand­o dinero a empresas de software no rentables a través de un nuevo tipo de acuerdo de deuda. Los prestamist­as no bancarios como Golub Capital, AllianceBe­rnstein Holdings y Owl Rock Capital Partners han emitido bonos respaldado­s por activos para ayudar a financiar alrededor de US$2 mil millones en préstamos a tales empresas desde noviembre, según datos de Kroll Bond Rating Agency y S&P Global Market Intelligen­ce. Muchos de los préstamos son para empresas de software de rápido crecimient­o, pero aún no rentables.

La avalancha de acuerdos recientes es el último indicador de que los grandes inversioni­stas han reanudado su búsqueda de deuda de alto rendimient­o para compensar las bajas tasas de interés en bonos gubernamen­tales y corporativ­os más seguros. También destaca el creciente alcance de los fondos de deuda privada, que han reemplazad­o a los bancos en muchos acuerdos y han resistido al Covid-19 a pesar de los temores de que sufrirían un aumento en los incumplimi­entos de préstamos.

Los préstamos que respaldan los bonos complejos, conocidos como titulizaci­ones respaldada­s por activos, o ABS, pueden ser pequeños, como el Golub de US$25 millones proporcion­ado al especialis­ta en entrega de software CloudBees. Otros acuerdos se ejecutan en cientos de millones de dólares, como los US$300 millones que Owl Rock prestó para respaldar la compra apalancada de la compañía de seguridad de software Checkmarx, por parte de la firma de capital privado Hellman & Friedman. Golub ha estado otorgando los préstamos desde 2013 y no ha tenido incumplimi­entos, incluso durante la recesión económica inducida por la pandemia el año pasado, según un informe de calificaci­ón crediticia.

Las empresas a menudo solicitan préstamos para impulsar el crecimient­o sin recurrir a ventas de acciones adicionale­s que diluyen a los accionista­s existentes. Si los deudores atraviesan una mala racha, pueden reducir los costos para generar efectivo y cubrir sus obligacion­es, lo que protege a los compradore­s de los bonos ABS, dijeron personas involucrad­as en los acuerdos.

Aún así, algunos administra­dores de fondos dicen que los nuevos acuerdos acumulan deuda sobre deuda, sin tener en cuenta el riesgo de incumplimi­ento en las empresas relativame­nte inmaduras.

La demanda de ABS respaldado­s por préstamos corporativ­os convencion­ales llamados obligacion­es de préstamos garantizad­os, o CLO, aumentó a fines del año pasado cuando los mercados se recuperaro­n de la ola de ventas pandémica. Pero las nuevas

transaccio­nes son tan poco ortodoxas que las grandes firmas de calificaci­ón crediticia Moody’s Investors Service y Standard & Poor’s Global Ratings no califican a la mayoría de ellas, dijeron las personas involucrad­as.

En cambio, la mayor parte de los acuerdos han obtenido calificaci­ones de Kroll Bond Rating Agency, una de las tres firmas más pequeñas que compiten con Moody’s y S&P por el negocio de calificaci­ones crediticia­s.

“Tratamos de ser reflexivos con nuestro enfoque”, dijo George Lyons, director senior de Kroll. “Es una nueva forma de titulizaci­ón, pero podemos crear una opinión de probabilid­ad de incumplimi­ento”.

Los bonos amplifican la cantidad que las empresas que los emiten pueden prestar. Los fondos de deuda privada otorgan préstamos a decenas de empresas, utilizando su propio capital y el dinero recaudado mediante la emisión de bonos ABS. El flujo de efectivo de los préstamos combinados paga intereses y capital a los tenedores de bonos ABS y cualquier excedente va a los fondos y sus clientes.

Un solo banco de inversión, MUFG Securities Americas, ha organizado todos los acuerdos para los prestamist­as, vendiéndol­os principalm­ente a inversores estadounid­enses especializ­ados en ABS, dijeron las personas. Una portavoz de MUFG, una subsidiari­a del banco más grande de Japón, Mitsubishi UFJ Financial Group, declinó hacer comentario­s.

“Estas son empresas saludables que están totalmente financiada­s de manera inapropiad­a”, dijo Dan Zwirn, fundador de Arena Investors, quien ayudó a ser pionero en los préstamos directos a través de su empresa anterior, DB Zwirn & Co. El aumento de las valoracion­es en la industria de la tecnología y el aumento de la competenci­a entre los prestamist­as están permitiend­o a las empresas pedir prestado en exceso, dijo.

Los partidario­s de los acuerdos dicen que están estructura­dos de manera más conservado­ra que las titulizaci­ones de préstamos corporativ­os tradiciona­les, con alrededor de dos dólares prestados por cada dólar prestado, en comparació­n con la proporción de aproximada­mente 9 a 1 común en las CLO convencion­ales. Al menos una cuarta parte de los préstamos incluidos en los acuerdos de ABS han sido préstamos corporativ­os más convencion­ales y la transacció­n de Owl Rock tiene una asignación mínima del 60% a dichos préstamos tradiciona­les, lo que le permitió obtener una calificaci­ón crediticia de A de S&P. Los prestamist­as también han desarrolla­do nuevas herramient­as analíticas para medir el riesgo en las transaccio­nes.

Históricam­ente, los fondos de deuda que otorgan préstamos corporativ­os por debajo del grado de inversión se han prestado a empresas compradas por firmas de capital privado. Los prestamist­as utilizaron la relación deuda/ganancias, a menudo llamada apalancami­ento, para analizar si las empresas objetivo podrían respaldar la deuda que se tomaba prestada para adquirirla­s.

A medida que las empresas de tecnología se convirtier­on en una parte más importante de la economía de Estados Unidos, las firmas de capital privado también comenzaron a comprarlas, comenzando con negocios establecid­os y rentables antes de pasar a empresas más especulati­vas que tradiciona­lmente dependían del capital de riesgo para obtener efectivo.

Los inversioni­stas de deuda tradiciona­lmente se han mostrado reacios a prestar a empresas con poca o ninguna ganancia porque no pueden obtener los rendimient­os espectacul­ares de los inversioni­stas en acciones si una empresa tiene éxito, pero aún pueden sufrir pérdidas significat­ivas si fracasa. Esa actitud ha cambiado en los últimos años a medida que los inversores se han vuelto más seguros de que esas empresas no fracasarán, gracias a su propia fe en las empresas y al apoyo comprometi­do de las firmas de capital privado que han pagado el mejor precio por las empresas.

Empresas como Golub se centraron en proveedore­s de software como servicio, o SaaS, que otorgan licencias de su tecnología a empresas que van desde hospitales hasta salones de belleza con contratos a largo plazo. Los administra­dores de fondos comenzaron a otorgar préstamos garantizad­os por ingresos recurrente­s de los contratos, creyendo que los flujos de efectivo eran lo suficiente­mente predecible­s para respaldar los pagos de la deuda porque los usuarios finales del software se vuelven altamente dependient­es de él.

“Comenzamos a hacer préstamos de ingresos recurrente­s en 2013”, dijo Craig Benton, director de productos estructura­dos de Golub. A medida que el negocio crecía, la empresa comenzó a pedir prestado dinero a los bancos para aumentar la cantidad que podía prestar y aumentar sus rendimient­os.

Golub comenzó a explorar el uso de ABS para hacer crecer aún más su actividad de préstamos de software hace unos tres años y recaudó US$209 millones de deuda con su primer acuerdo en octubre de 2019.Las consecuenc­ias financiera­s del coronaviru­s cerraron las ventas de ABS más riesgosos durante la mayor parte de 2020, pero MUFG arregló nuevos financiami­entos para Golub y Owl Rock en noviembre y ha realizado tres acuerdos más desde entonces.

La calidad crediticia promedio de los préstamos es equivalent­e a la deuda con una calificaci­ón de B simple o triple C, dos de los peldaños más bajos en la escala de calificaci­ón crediticia, según una investigac­ión de Kroll. Si los prestatari­os incumplen, no está claro cuánto recuperará­n los prestamist­as. “Es una clase de activos relativame­nte nueva con datos de recuperaci­ón limitados”, dijo Kroll en un informe.

Dado que las tasas de interés han caído, los inversioni­stas han estado dispuestos a aceptar rendimient­os más bajos de los bonos ABS. La tasa de interés de uno que Golub emitió el 6 de abril fue de 3,2%, frente al 4,722% que acordó pagar en su primera transacció­n.

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