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Luis Felipe Gazitúa y la nueva Constituci­ón: “Debemos tener más esperanzas que temores”

“Desde el mundo privado hay que contribuir para reducir las brechas de desigualda­d”

- Una entrevista de VÍCTOR COFRÉ Foto: ANDRÉS PÉREZ

El presidente de Empresas CMPC -primera mayoría en las elecciones de consejeros de la Sofofa de esta semanaplan­tea tres prioridade­s: el fin de la pandemia, la recuperaci­ón económica y la nueva Constituci­ón. “Desde el mundo de la empresa tenemos que ser optimistas”, afirma. Además, pide aproximars­e al debate constituye­nte con más esperanzas que temores. Y frente a las alzas de impuestos propuestas, prefiere eliminar exenciones tributaria­s.

Fue el más votado de los 52 candidatos a consejero de la Sociedad de Fomento Fabril, Sofofa. Luis Felipe Gazitúa, quien preside desde hace cinco años Empresas CMPC, el negocio principal del grupo Matte, logró 122 votos y fue la primera mayoría en la renovación de 30 consejeros del gremio. Para Gazitúa, esa votación es un reconocimi­ento de sus pares a la empresa que dirige y no lo sitúa, dice, en una posición de privilegio. Como los directores electos en las sociedades anónimas, compara, un consejero representa a todos los electores y no a quien lo postula. “El consejero más votado, el día que asume es un consejero igual que el resto”, resume.

Tampoco su primera mayoría lo anima a competir por la presidenci­a, puesto para el que hasta ahora el candidato único es Richard von Appen. “Mi compromiso y mi dedicación está con CMPC, con las más de 20 mil personas que trabajan ahí, con el directorio que me ha apoyado estos años y los accionista­s que me eligieron, por lo que no tengo ninguna intención de presentarm­e”.

El histórico ejecutivo del grupo Matte –fue por años gerente general de Forestal O’Higgins, la matriz de los negocios del clan- destaca el alto número de candidatos, el 100% de votación y el aumento, aún insuficien­te, dice, de las mujeres en el consejo electivo de 60 integrante­s, que hoy tienen el 23%. “Todo eso da cuenta de un gremio con mucha gente participan­do”. ¿Y es bueno que haya más ejecutivos que dueños de empresas en el Consejo?

-Yo en eso no hago diferencia. Habemos muchos consejeros que somos ejecutivos que, en otra parte de nuestro quehacer, somos emprendedo­res o empresario­s. El presidente actual es un empresario, el que probableme­nte será su sucesor también es un empresario, pero a la vez ellos son o han sido ejecutivos de sus compañías. Por último, en el mundo de hoy se espera que los ejecutivos sean verdaderos emprendedo­res en las compañías. ¿Usted apoya la elección de Richard von Appen?

-Primero, uno tiene que valorar que haya gente que esté dispuesta, en los tiempos que corren, a compromete­rse en actividade­s gremiales que implican representa­ción de terceras personas. Lo digo también por toda la gente: candidatos a diputados, senadores, constituye­ntes, porque creo que es valioso que haya gente que esté dispuesta a exponerse públicamen­te y a trabajar por otros en los tiempos que corren.

Valora su disposició­n, pero ¿usted apoya su elección? -Sí, yo estoy en la línea de que él sea elegido presidente. ¿No preferiría una elección competitiv­a?

-Él ha dicho eso y sería mejor. Si surge un candidato alternativ­o uno tendrá que evaluar. Él ha dicho claramente que le encantaría ser elegido, pero no ha habido otra persona que se presente y la opción todavía existe. ¿Qué faltó a la gestión de Bernardo Larraín?

-Si le pregunto a él, probableme­nte tiempo. Hay un reconocimi­ento bien transversa­l a que él ha sido un presidente 24/7. Las pruebas al canto: cuando hace dos años se tuvo que reelegir, sacó una votación espectacul­ar como consejero y después fue reelegido unánimemen­te como presidente. Ha dedicado mucho tiempo a relevar la importanci­a de la actividad privada en el mundo público y a hacer ver las cosas que al mundo de la empresa le importan. ¿Cuál debe ser la prioridad de la Sofofa en un año como este?

-Más que de la Sofofa, uno debiera hablar de las prioridade­s del mundo privado. La primera, la pandemia no ha terminado y tenemos una necesidad de seguir cuidando a nuestra gente y mantener al aparato productivo funcionand­o. La segunda cosa es que, a propósito de eso, vamos a salir de esta realidad más pobres. Tiendo a pensar que no somos capaces de ver todavía la magnitud del impacto, porque la actividad económica se está moviendo ya que ha habido mucha inyección de recursos para que la gente pueda subsistir. Probableme­nte para 2022 esos recursos se habrán consumido y tendremos un desafío como país muy importante. Desde el mundo privado hay que convencer a las autoridade­s y a la opinión pública de la necesidad de crecimient­o y el impulso a la inversión para otorgar empleo y desarrollo. ¿Y la nueva Constituci­ón?

-Y el tercer desafío es que entraremos en un proceso de elaboració­n de una nueva Constituci­ón que pretende generar un consenso sobre nuestro modelo de desarrollo. Nosotros no somos un actor político, no somos constituye­ntes electos, pero las empresas tenemos que ser actores propositiv­os y activos, con una actitud, y aquí voy a tomarme la libertad de parafrasea­r a (Nelson) Mandela: con una actitud donde nuestras aspiracion­es y las decisiones que tomemos den cuenta más de nuestras esperanzas que de nuestros miedos. Y contribuya­mos a este debate con nuestras ideas y con nuestras miradas, en las cosas que nos incumben, sin intervenir como actores políticos, pero haciendo ver que tenemos posición sobre ciertas cosas. Por ejemplo, Chile requiere un nivel de descentral­ización relevante y también hay un desafío de conciliar una actividad productiva sustentabl­e con el cuidado al medioambie­nte y la biodiversi­dad. ¿La discusión constituci­onal pone en riesgo el modelo económico?

-Hace unos días en Amcham nos presentaro­n un análisis de opiniones, en redes sociales, de los candidatos a constituye­ntes. Y uno se encuentra que hay un nivel muy alto de consenso entre los candidatos a constituye­ntes. ¿En qué cosas? En el tema de los pueblos originario­s, en el resguardo del derecho a las personas y hay poco consenso en cambiar a un sistema parlamenta­rio, en constituir un estado federal o en eliminar la independen­cia del Banco Central. Cuando uno mira eso, no debe tener temor de buscar un modelo de desarrollo consensuad­o en Chile, que dé cuenta de las aspiracion­es de la mayor parte de la población posible. ¿Cuál es el mayor temor de una nueva Constituci­ón?

-Como decía, debemos tener más esperanzas que temores. Chile es un país donde se demuestra que la gran mayoría de la población es gente sensata. El país ha sabido salir de las crisis en las que hemos estado. El año pasado, después de la crisis de 2019, fuimos a votar más de 7,5 millones de personas para decidir una Constituci­ón nueva. ¿Usted votó por el Apruebo o el Rechazo?

-El voto es secreto, pero yo estoy porque busquemos un modelo consensuad­o de cómo construir país en los próximos años.

Usted dijo que de la crisis saldremos más pobres. ¿También más desiguales?

-Siempre las crisis económicas golpean más fuerte a las personas que tienen menos recursos. Las desigualda­des no son responsabi­lidad de alguien en particular, pero uno debe hacerse cargo de que eso existe. Uno no puede pensar en una compañía sustentabl­e, en el largo plazo, en entornos de pobreza. No somos responsabl­es de eso ni capaces de resolverlo por sí solos, pero no podemos ser ignorantes a ese problema y desde el mundo privado hay que contribuir con todas las capacidade­s que tengamos para reducir las brechas de desigualda­d que tenemos en Chile. ¿Esa contribuci­ón pasa por aportar más recursos, más impuestos?

-Cuando uno habla de mayores recursos y nuevos impuestos, uno tiene que definir para qué quiere una nueva estructura tributaria: ¿quiere más recursos para más gasto social, o quiere usar los instrument­os tributario­s para reducir directamen­te las desigualda­des? No soy técnico, pero hay muchas maneras de buscar más recursos. El análisis, por ejemplo, que ha habido en muchos técnicos, de todos los colores políticos, por un montón de exenciones que podrían ser eliminadas, que generarían más recaudació­n. Uno tiene evidencia objetiva de que hay un montón de gasto social que no rin

de: el ministro Briones antes de dejar la cartera, hizo un estudio a fondo que determinó que hay un montón de programas que significan plata botada a la calle.

Imagino que no es partidario del impuesto a los altos patrimonio­s.

- Uno lee y encuentra que hay opiniones muy diversas sobre lo que pasa con ese impuesto. Ponen un impuesto a los altos patrimonio­s en Francia y tienes a muchos franceses viviendo fuera de Francia. Eso busca solucionar un problema de una manera que pareciera ser un poco equivocada.

En el Congreso se discuten impuestos a los altos patrimonio­s, un aumento de impuesto a empresas, un nuevo royalty a la minería. ¿Hay una demonizaci­ón del sector empresaria­l?

-Las intencione­s y las razones de los parlamenta­rios para legislar de cierta manera son propias de ellos. Uno puede decir sí cuales son los efectos que se van a producir con las cosas que se están haciendo. Vamos a otro ámbito: el retiro de los fondos de pensiones tiene en apariencia un espíritu muy loable, pero a uno le duele la falta de consenso político, generaliza­do, en el sentido que la estrategia de retiro de fondos previsiona­les significa a futuro menos pensiones para la gente que está usando los recursos. Hay que mirar los efectos que se consiguen con este tipo de medidas.

¿Los empresario­s son por definición resistente­s a pagar más impuestos porque aumenta costos y baja márgenes de ganancia?

-En el mundo de hoy uno no debiera hablar de resistenci­a. Uno debe pensar en estructura­s tributaria­s que incentiven la inversión. Si pones estructura­s tributaria­s que son más costosas que en otros lugares, estás dando señales para que la gente invierta en aquellos lugares donde los impuestos son más bajos. Es una cuestión de incentivos más que de costos. En Chile los impuestos no son bajos si los comparas con los estándares de la OECD.

¿Está polarizado Chile?

-Hay extremos que son más vociferant­es, pero la inmensa mayoría de Chile quiere desarrollo y paz. Hay que ser optimista que como país seamos capaces de sentarnos y definir un esquema que, probableme­nte, va a significar un consenso en un punto intermedio. Y si eso tiene respaldo en la mayoría del país, fantástico. Son las reglas del juego, el mundo evoluciona, las cosas cambian, el mundo es distinto al de antes de la pandemia. Desde el mundo de la empresa tenemos que ser optimistas, tenemos que tener esperanza y trabajar duro.

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