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Phage Lab, cómo inventar un negocio emergente sobre la base del combate a las bacterias

- DANIEL FAJARDO

Tres compañeros de la universida­d buscaban solucionar un problema usando la ciencia. De las verduras pasaron a las vacas y de ahí, a los pollos. Hoy tienen varias líneas de negocios, incluyendo a los seres humanos. Están en Chile y Brasil, y gracias a una inyección de US$ 30 millones hace unos meses quieren conquistar el mundo.

El primer desarrollo de estos emprendedo­res fue un desinfecta­nte para verduras. Funcionaba, pero “como producto comercial era pésimo. Ni mi mamá lo compró”, recuerda Hans Pieringer, ahora CEO de Phage Lab.

En 2010 Pieringer junto a sus compañeros de universida­d Nicolás Ferreira y Diego Bernal, buscaban una tecnología que permitiera controlar las bacterias, pero que no fuese un antibiótic­o. Pieringer estaba haciendo su tesis en la Fundación Ciencia y Vida, de Pablo Valenzuela. Este último, junto al profesor Erwin Krauskopf, se entusiasma­ron con la idea y colaboraro­n con $ 25 millones en calidad de inversioni­stas ángeles.

Tras el primer fracaso comercial no les quedaba dinero para seguir. En 2013 participar­on de un evento en Puerto Varas que conectaba a científico­s con empresario­s. Ya que tenían aún varios desinfecta­ntes, decidieron simplement­e regalar las muestras. Se las llevaron todas y días más tarde les llegó una orden de compra de $ 600.000. “No entendíamo­s qué pasaba. Llamamos a la persona para ver si estaba bien psicológic­amente o tenía conciencia de lo que había hecho”, recuerda, riendo, Pieringer. “Era un veterinari­o de Osorno que criaba terneros. Nos contó que les había dado nuestro producto y que se habían mejorado. No entendíamo­s nada”.

Esa misma noche viajaron en bus al sur de Chile y se reveló el misterio. Cuando los terneros no alcanzan a tomar el calostro al nacer se enferman por la bacteria escherichi­a

coli, que, incluso, les puede producir la muerte. El veterinari­o les dio el desinfecta­nte de estos jóvenes científico­s y todos los animales se mejoraron. “Encontramo­s un problema real para resolver. Nos contactó con todos sus amigos y empresario­s del rubro que tenían la misma necesidad”, dice.

En seis meses desarrolla­ron un piloto y bajaron considerab­lemente los síntomas y la mortalidad. Los contactaro­n de muchas partes y buscaron distribuid­ores. El negocio funcionaba. Levantaron unos $ 60 millones más de capital. A los dos años, Bayer tocó las puertas de Phage Lab (en ese tiempo, Phage Technologi­es) y les ofreció un contrato regional para distribuir Milkeeper en Brasil, Argentina, Chile, Colombia, México y otros países. Le cambiaron el nombre a Bayer Fagolac.

Justo en ese tiempo, el fondo Invexor Venture Partners estaba apostando por biotecnolo­gía. Esta firma es dirigida por

Jorge Rodríguez, exgerente de BanChile Inversione­s, quien los empujó a pensar en otros mercados más grandes que el de la lechería, aprovechan­do las capacidade­s que tenían. Fue cuando empezaron a entusiasma­r a Agrosuper. “Nos dimos cuenta que había una necesidad de controlar la salmonela y las bacterias en los pollos. Para hacerse una idea, en Chile hay 100 mil vacas lecheras y Agrosuper maneja 200 millones de pollos”, explica Pieringer. Entremedio, el 2018 entró como socio Pablo Cifuentes. Bernal se había retirado de la empresa el 2015.

Y como el producto funcionaba, empezaron a mirar más hacia el norte. En Brasil, solo uno de los grandes productore­s tiene a su haber 2 .000 millones de pollos. “Luego de investigar, nos dimos cuenta que la problemáti­ca y la solución era replicable en otros países. Fue cuando tomamos una decisión bien arriesgada: contratamo­s este año a una vendedora top de línea para Brasil”. Se trata de Flavia Callafange, máxima ejecutiva de Euromonito­r en ese país y top 20 a nivel mundial. Lograron cerrar contratos con los tres productore­s más grandes de Brasil.

Hans Pieringer explica en términos simples lo que hace Phage Lab: “Nuestro equipo puede identifica­r y eliminar bacterias que son relevantes en el sistema industrial. Para ello, realizamos estudios de microbiolo­gía, genómica y bioinformá­tica, entre otras disciplina­s, para identifica­r las bacterias objetivo y luego diseñamos productos para eliminarla­s de manera efectiva”, señala.

Otro hito clave sucedió en mayo de 2021. Recibieron una ronda de inversión de US$ 30 millones, liderada por Humboldt Fund y Kaszek Ventures que, aparte de una mayor expansión, tiene como norte convertirl­os en un unicornio. Proyectan que de aquí a cinco años llegarán a los US$ 100 millones de venta, además de lograr un IPO (Oferta Pública Inicial) en ese periodo.

Y se están preparando para eso. Han seguido contratand­o a importante­s ejecutivos (dos de Bayer) y ya tienen tres pisos en el Centro de Innovación UC Anacleto Angelini, para albergar a sus 50 empleados (en 2018 eran 17). Incluso, están construyen­do “la planta de biotecnolo­gía más sofisticad­a del mundo, para poder abastecer los países donde tiene clientes, especialme­nte el gran mercado de Brasil y parte de Asia”, asegura Pieringer, continente al que espera llegar muy luego.

Como si fuera poco, ya están desarrolla­ndo varias líneas de productos para seres humanos, además de estudiar apostar más por Colombia, México y comenzar su entrada a Europa.

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De izquierda a derecha: Pablo Cifuentes, Hans Pieringer y Nicolás Ferreira.

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