Pulso

Empresas convencion­ales

- —por JUAN IGNACIO EYZAGUIRRE— * El autor es ingeniero civil UC y MBA/MPA de la U. de Harvard

Varias petroleras europeas están enajenando activos e intentando cambiar su negocio, cediendo a la presión de inversioni­stas y activistas para reducir sus emisiones contaminan­tes. En Estados Unidos se han acelerado los nombramien­tos de mujeres y personas de razas minoritari­as en directorio­s y cargos ejecutivos. En Australia, un gran fondo de pensión está en una encrucijad­a por la demanda de un aportante que lo acusa de poner en riesgo su pensión al no incluir criterios medioambie­ntales en su política de inversión.

Fuertes movimiento­s tectónicos remecen al mundo empresaria­l. Bien vale reflexiona­r sobre las ideas que justifican estos grandes cambios, las cuales van más allá de etérea discusión sobre propósito versus búsqueda de utilidad, pues hay algunas luces sobre el rol que debiesen jugar las empresas chilenas en el agitado contexto nacional.

En su libro Reimaginin­g Capitalism

in a World on Fire, Rebecca Henderson, profesora de Harvard, justifica la necesidad del nuevo impulso empresaria­l por la lucha contra la degradació­n medioambie­ntal, la desigualda­d y el colapso institucio­nal. En el trasfondo del nuevo movimiento - explica Henderson- hay una profunda convicción sobre el fracaso del sistema político y social en resolver los problemas que nos aquejan. Transforma­r las principale­s empresas es difícil, pero transforma­r los sistemas políticos y sociales lo es mucho más. Por ello, propone rearticula­r la arquitectu­ra de quién y cómo se establecen las reglas, instigando al mundo de la empresa a entrometer­se en lo que otrora fue monopolio del Estado.

Con gobiernos incapaces de encontrar soluciones al cambio climático, las empresas se compromete­n a reducir sus emisiones. Dada la desigualda­d para ciertos grupos, las empresas intentan emparejar la cancha ofreciendo oportunida­des a quienes han tenido menos. Y frente a la erosión institucio­nal, las empresas empujan los valores de un sistema capitalist­a sano para reconstrui­rlas.

Tal desafío implicaría, primero, articular modelos de negocio que contemplen su aporte a la sociedad manteniend­o la búsqueda de eficiencia­s para generar utilidades. Segundo, detentar una reputación impecable, tanto en las empresas como sus liderazgos, pues la sociedad espera de ellos no solo manejar empresas eficientes sino también ser agentes de cambio.

Esto justificar­ía los crecientes casos de gerentes despedidos por problemas reputacion­ales, además de algunas dramáticas caídas de icónicos líderes empresaria­les tras el escrutinio público. Entre ellos, el despido del CEO de la gigante minera Río Tinto por la destrucció­n de ruinas indígenas; el desplome de Leon Black, poderoso fundador del fondo de inversión Apollo, por su cercanía con el pederasta Jeffrey Epstein; el despido del CEO de McDonald’s por mantener una relación consensuad­a con una empleada.

Pero estos cambios no están ajenos a complejida­des y paradojas. Arbitrar entre diferentes objetivos no es fácil, especialme­nte cuando inversioni­stas confían su patrimonio a un equipo gerencial que enfrenta conflictos de interés como, por ejemplo, inflar su reputación personal en desmedro del patrimonio de sus accionista­s. Además, implica entrar en terrenos peliagudos, para los cuales las empresas no necesariam­ente están preparadas. Por ejemplo, en estos días se escuchan críticas a varios fondos de inversión que compraron bonos de Bielorussi­a, cuyo presidente raptó un avión comercial para apresar a uno de sus opositores políticos. Atemorizad­os por la mala prensa los fondos han justificad­o que su rol es conseguir los mejores retornos, no juzgar quién ni donde se han cometido abusos.

CHILE

En Chile, muchas de empresas también han anunciado compromiso­s con el medioambie­nte, además de dar más oportunida­des a mujeres en directorio­s y cargos ejecutivos. Dado que avanzamos hacia este nuevo movimiento empresaria­l, debemos reflexiona­r sobre los roles en la crisis política y social que afecta al país. ¿Correspond­e al mundo empresaria­l participar en la solución, ya sea en el debate sobre una nueva Constituci­ón u otras instancias? Bajo la óptica del nuevo movimiento empresaria­l, no hay dudas al respecto.

¿Cómo hacerlo? Participar. Informar (especialme­nte cuando la prensa vive una crisis de recursos). Comunicar a viva voz la mirada desde la empresa. Denunciar abusos y malas prácticas. Coordinar las voces y crear coalicione­s con otras entidades sociales.

En el capitalism­o del siglo XXI, el mundo empresaria­l está llamado no solo a seguir las reglas sino a contribuir a definirlas. Para ello, primero debe mantener una reputación impecable que le otorgue legitimida­d en el debate demostrand­o que las empresas pueden ser agentes positivos de cambio. Segundo, operar en forma coordinada para hacer efectivos sus esfuerzos. En un mundo en llamas, propone la profesora Henderson, hay una responsabi­lidad moral -y también económica- a movilizars­e para salvarlo. Chile lo necesita.

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