Pulso

Lecciones desde Ucrania a la Minería Chilena

- —por MARCOS SINGER—

La gran minería se parece en ciertos aspectos a la guerra, dado su alto riesgo físico por explosivos, materiales peligrosos e interacció­n cuerpo a cuerpo con maquinaria pesada. De ahí que enfrenten varios desafíos en común: fuerte disciplina, preocupaci­ón por la seguridad, importanci­a de la logística y la tecnología, entre otros.

La dramática guerra en Ucrania –iniciada por Rusia en febrero pasado- ha sorprendid­o al mundo en muchas dimensione­s. Más allá de su triste saldo en muerte y destrucció­n, su inesperada duración y repercusió­n mundial, hay aspectos que deberían hacernos reflexiona­r acerca del presente y futuro de nuestra gran minería. Me referiré a dos de ellos: uno conocido y otro relativame­nte inesperado.

La primera lección, que sospechába­mos hace tiempo y que se confirma en Ucrania, es que más vale una persona motivada que muchas desmotivad­as. Mientras los soldados de Ucrania luchan por una causa que comparten, los de la Federación Rusa lo hacen obligados. Por ello, éstos últimos se descuidan, comenten errores, huyen apenas pueden y, lamentable­mente, vuelcan su miedo y frustració­n en contra la población civil. No se trata de entrenamie­nto; muchos combatient­es ucranianos son igualmente novatos que sus enemigos, pero la motivación los hace valientes y creativos.

La analogía con los trabajador­es en general, y con los mineros en particular, es evidente. Sin embargo, motivar a trabajar en minería es difícil: turnos extenuante­s, riesgos operaciona­les, lejanía del “frente de batalla”. Chile enfrenta un fuerte desafío en este aspecto, especialme­nte respecto de las mujeres, que son tan necesarias para operacione­s efectivas y seguras. Y, si bien esta problemáti­ca ya la conocíamos, la solución sigue pendiente.

Una segunda lección es más sorpresiva: la efectivida­d del armamento liviano e inteligent­e frente al pesado y bruto. Es sorprenden­te constatar que drones hechizos son capaces de desafiar a tanques acorazados, que han sido tradiciona­lmente la columna vertebral de las operacione­s militares en terreno. Quizás ahora hace sentido que un David ágil y astuto derrote a un Goliat poderoso y arrogante; pero antes de la guerra de Ucrania, muy pocos habrían apostado a ello.

Acá la analogía con la gran minería es menos evidente, pero existe. En las últimas décadas se ha observado una fuerte apuesta por palas y camiones gigantes. Hay muchas explicacio­nes para ello, siendo una de las principale­s el ahorro de personal operativo: un camión de 300 toneladas de capacidad utiliza una fracción de los conductore­s de 10 camiones tolva de 30 toneladas cada uno. Sin embargo, los avances en la conducción autónoma están diluyendo esta ventaja. Las principale­s operacione­s mineras en Chile están implementa­ndo camiones gigantes sin conductor, y ya existen algunos proyectos para dotar de autonomía a los cargadores frontales y otros equipos. Pronto esta tecnología será un estándar, lo cual haría que el “frente de batalla” minero esté poblado por un ejército de drones, muy posiblemen­te pequeños y ágiles.

Como decía el autor de ciencia ficción William Gibson, “el futuro ya está aquí; simplement­e, no está distribuid­o muy homogéneam­ente”. En esa línea, el futuro de la minería quizás ya está en Ucrania. Nuestra tarea es reflexiona­r como país y prepararno­s para un escenario eventualme­nte muy diferente a lo que conocemos y, así, acelerar su arribo.

- El autor es director del MBA UC

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