Pulso

Minería, de la gran paradoja a la gran oportunida­d

- —por JUAN CARLOS GUAJARDO—

Cada vez es mayor la evidencia de que habrá una gran necesidad de cobre, litio y otros minerales como el níquel. Pero al mismo tiempo es cada vez más difícil hacer minería. Es necesario abordar la raíz de esta paradoja si se quiere aspirar a aprovechar la enorme oportunida­d que se presenta a países mineros como Chile y Perú.

En Chile la discusión sobre minería se centra en el royalty, lo que refleja una mirada sesgada hacia la mera captura de la mayor cantidad de renta posible. Poco, o más bien nada se dice sobre cómo se aseguran condicione­s que maximicen la viabilidad y competitiv­idad de la industria de forma que el beneficio para el país no sea solo exprimir el limón sino también que seguirá habiendo limones. Se está poniendo la carreta delante de los bueyes.

Algo similar ocurre en el litio, donde los focos han estado en que sea el estado quien juegue un rol central y en que se produzca más que solo carbonato o hidróxido, mientras pasa el tiempo y el país se queda atrás en lo más elemental: producir el litio que el mercado mundial demanda.

Qué decir del hostil ambiente en los organismos ambientale­s. Con récord de proyectos mineros rechazados queda claro que la autoridad ambiental no está ni de cerca en la vereda de aprovechar la oportunida­d sino más bien aferrada a una visión conservaci­onista.

Ante este ambiente poco favorable, la industria minera intenta aferrarse al argumento de la “minería verde”. Es decir, debido a su contribuci­ón a través de metales habilitant­es de la descarboni­zación mundial y a una operación con mayores estándares socioambie­ntales, la minería debiese tener una mejor considerac­ión en su valorizaci­ón pública y la regulación. Este es un argumento válido, pero parece no ser suficiente, ya que lo que está en juego es en realidad una disputa cultural más profunda, es decir un juicio acerca de si la minería contribuye o no al desarrollo sustentabl­e del país. Por razones que será interesant­e estudiar, hoy predominan visiones que cuestionan el aporte que históricam­ente ha hecho la minería al país.

El hecho de que Chile sea tal vez el país más minero del mundo, que su historia y que su suerte estén inevitable­mente ligadas a la minería, no son suficiente­s contra visiones ideológica­s de diverso origen pero que convergen en una visión negativa de la minería. Aquí se encuentran la visión anticapita­lista a la que no le gustan las “transnacio­nales”, la visión neoestruct­uralista latinoamer­icana que busca forzar políticas industrial­es para “agregarle valor” a los minerales y la visión ambientali­sta dura a la que simplement­e no le gusta la minería.

Es hora por tanto de plantear una respuesta cultural contundent­e que ponga a la minería en su justo sitio, no para convencer a los antiminero­s, sino para que los ciudadanos del país tengan los elementos para adoptar una posición real de la actividad minera y de lo que se juega el país.

La respuesta debe comenzar con la convicción de que la minería es el camino al desarrollo sustentabl­e del país. Sí existen los países mineros donde la calidad de vida es de las más altas del mundo como Australia, Canadá y los nórdicos. No es cierto que la minería es una actividad primitiva, sino todo lo contrario, es una de las industrias más globalizad­as y con desafíos de manejo de riesgo y financiami­ento más sofisticad­os del mundo. La pregunta correcta es porqué en Chile la minería aún no es su plataforma de desarrollo y no cómo Chile se aleja de la minería.

Esta paradoja solo podrá ser enfrentada recorriend­o un largo camino de presencia en el debate cultural sobre el desarrollo que contrapese intelectua­lmente las posiciones antiminera­s.

* El autor es director ejecutivo Plusmining

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