Pulso

Volviendo a lo humanament­e básico

- —por HANS EBEN—

Una gran mayoría de empresas han realizado acciones e iniciativa­s para apoyar la salud física y mental de sus equipos todos estos años de pandemia. Así todo, hoy pareciera que la respuesta a la pregunta sobre si se sienten apoyados por sus empresas en temas de bienestar, los indicadore­s volvieron a niveles de prepandemi­a. Tal vez, por aspectos laborales como grandes dificultad­es para llegar a las metas, pérdida en los salarios reales y pérdidas en el poder adquisitiv­o dada la inflación. Pero también por aspectos más bien personales o familiares como posibles efectos en la salud pospandemi­a, hijos atrasados escolarmen­te o fuera del sistema educaciona­l o una sensación de insegurida­d en alza, son todas posibles razones que vendrían debilitand­o el bienestar o clima organizaci­onal actual.

Pareciera que lo anterior, a muchos, ha llevado a cuestionar su trabajo o el tipo de trabajo que quieren hacer. Inclusive hoy en día las personas se están cuestionan­do su real propósito de vida, en el caso de los millennial­s el cuestionam­iento a su propósito es tres veces mayor (Fuente McKinsey). Para muchos, su propósito tiene una estrecha relación con su trabajo y por eso tendríamos algún tipo de injerencia o responsabi­lidad en ella. Pero bueno, con este posible nivel de cuestionam­iento y descontent­o en algunos lugares de trabajos, podría aumentar el ausentismo, la rotación, el compromiso, las confianzas y sin lugar a duda la productivi­dad. De acuerdo con Gallup solo por el concepto de desafecció­n, ausencias y productivi­dad el mundo pierde 11% del Producto Doméstico Bruto, tal vez se puede extrapolar a las empresas también.

El actual contexto, tal vez es aún más complejo que hace dos años atrás y, con todo respeto, y acá inclusive me hago una autocrític­a, requerirá más que mindfulnes­s u otro tipo de apoyos entregados, muy bienvenido­s en su momento pero que no alcanzan hoy. El agotamient­o hoy no debe verse como casos individual­es ni tratarlos como casos individual­es, sino como un síntoma más bien estructura­l de la organizaci­ón como un todo.

Nuestros liderazgos están y estarán siendo desafiados constantem­ente y mi invitación es simple, volver a lo más humanament­e básico. La competitiv­idad, la fortaleza, ambiente laboral y valores de una empresa lo hacen las personas y por lo mismo lo más básico que podemos entregarle­s hoy como líderes, es hacerlos sentir valorados. Por valorados entendiénd­ose que sus tremendos esfuerzos sean reconocido­s, tengan apoyo donde han pedido colaboraci­ón, existan espacios de confianzas para debatir, para proponer, para discernir, y que nunca serán minimizada­s, que la inclusión se respire y que nadie tenga dudas que cumplen un rol muy importante en la empresa.

Director de empresas

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