Pulso

Pensando fuera de la caja de pensiones

- —por JORGE CLARO—

Resolver el problema de bajas pensiones a los actuales jubilados -o a quienes les falta pocos años para jubilar- es de una diferente naturaleza de aquél que pretende lograr buenas pensiones futuras para el resto de las personas. Acá profundiza­ré en lo segundo, donde el Estado cuenta con diferentes medios para lograrlo y debe diseñar una combinació­n de estos que minimice el costo social de la solución.

Aumentar las cotizacion­es por sobre el 10% es algo claramente inconvenie­nte, por tratarse de un aumento del actual impuesto al trabajo.

Se hace necesario buscar un financiami­ento menos dañino para las bajas pensiones futuras de quienes ganan menos por problemas de bajos niveles educaciona­les o de capacitaci­ón y se ven obligados a subsistir en el mercado informal. En estos casos el Estado debe ser el actor principal en la solución, financiand­o sus acciones mediante impuestos generales y ahorros en el sector público.

Una forma de mejorar las pensiones futuras (y de recaudar impuestos a la renta) consiste en subsidiar de forma importante el empleo formal, por ejemplo, asignando a los jóvenes entre 18 y 25 años un aporte de 75% de un sueldo mínimo el primer año, 50% el segundo y un 25% el tercero para ser canjeado por el primer empleo y así abaratar el costo de esta contrataci­ón para los empleadore­s. El primer empleo es una gran fuente de aprendizaj­e, razón por la cual muchos de ellos no serán despedidos cuando concluyan sus aportes.

El Estado debe aprovechar el mecanismo de ahorros a largo plazo que proveen las AFP para aportar subsidios en sus cuentas individual­es a quienes más lo necesitan. Por ejemplo, todo bono otorgado por el Estado a los más desfavorec­idos debe aportar el 10% a la cuenta de ahorro individual respectiva de la persona. Todas las madres que trabajan en sus casas debieran recibir un 10% de un sueldo mínimo en sus cuentas individual­es. Si se establece la devolución del IVA pagado por los dos primeros deciles de ingresos, también debieran aportar su 10% a las cuentas individual­es.

Quedan todavía 2 puntos en los que el Estado es actor principal:

i.- ¿Por qué hay tantas personas con tan bajos niveles educaciona­les y de capacitaci­ón? En mi opinión, la principal razón de lo anterior es que el Estado todavía no soluciona eficientem­ente el apoyar con estimulaci­ón y educación temprana al 20% o 30% de niños de dos a cuatro años más vulnerable­s. Esto se puede lograr con relativa facilidad mediante la extensión de las subvencion­es escolares para entregarle­s educación en sus hogares, como lo han demostrado fundacione­s privadas que lo han logrado con gran éxito.

ii.- ¿Cómo se debe financiar todo lo anterior? Desde luego no con aumentos a las actuales cotizacion­es previsiona­les. Este “remedio” es peor que la enfermedad, ya que se trata de un mayor impuesto al trabajo. Además, es falso que lo paga la empresa. Menos aún con las actuales tasas de desempleo y empleo informal.

Claramente hay tres fuentes de financiami­ento y es aquí donde la reforma de pensiones depende de la reforma tributaria o pacto fiscal, como le dicen ahora.

Lo primero es estimar correctame­nte las necesidade­s permanente­s de financiami­ento requeridas. Y lo anterior hacerlo mediante una combinació­n de ahorros de gastos inútiles o excesivos del Estado, aumentando el IVA (impuesto al consumo para financiar ahorros) y aumentando la base del impuesto de segunda categoría en el que 85% de los contribuye­ntes no paga nada (el 75%) o paga muy poco (el 10%).

Ante el problema de las bajas pensiones futuras, es importante que los distintos actores no se queden sólo con la fórmula “fácil” de propiciar un nuevo incremento al monto de las cotizacion­es que paga el empleador. Es fundamenta­l atreverse a innovar y sobre todo buscar soluciones fuera de la caja, que sean globales, sostenible­s y, por supuesto, que no descuiden el factor crecimient­o.

Ingeniero civil y comercial UC

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