Pulso

Construir una nueva legitimida­d

- —POR MAURO VALDÉS Y FRANCISCO KLIMA—

Cofundador­es de Dinámica Plataforma

La actual movilizaci­ón de las comunidade­s atacameñas a propósito del acuerdo entre Codelco y SQM plantea una pregunta profunda: ¿cómo puede la explotació­n del salar de Atacama obtener la legitimida­d que necesita? Heredamos nuestro actual concepto de legitimida­d de la Roma imperial, en la que las guerras debían resolverse con un tratado o alianza. Para los romanos, este acuerdo es la continuaci­ón natural de todo enfrentami­ento, porque el conflicto crea un mundo en común entre los bandos. Parafrasea­ndo a la filósofa Hannah Arendt, este mundo en común solo puede existir cuando la guerra da lugar a una nueva convivenci­a, a una coexistenc­ia entre las partes.

La palabra legitimida­d proviene, en última instancia, del griego legéin, que puede traducirse como “decir, hablar o contar”, pero también como “reunir o juntar”. Ambas acepciones aluden, finalmente, a la construcci­ón de un mundo común, que agrupa a las personas alrededor de una experienci­a compartida. La legitimida­d conduce así al acuerdo, al entendimie­nto.

En lugar de este mundo compartido, existe cierto consenso en la ciencias sociales de que los tiempos que corren se caracteriz­an, en gran medida, por una crisis de legitimida­d que se expresa en diferentes ámbitos de nuestra vida en sociedad. De hecho, autores como Kathya Araujo y Danilo Martuccell­i plantean que una de las pocas experienci­as compartida­s de la ciudadanía en nuestros tiempos es la sensación de no ser escuchados, de ser ignorados por parte de las institucio­nes. Así las cosas, el malestar y descontent­o aparecen como reacciones ante el vacío de legitimida­d que experiment­a la mayoría de las personas.

El 27 de diciembre pasado, las comunidade­s que integran el Consejo de Pueblos Atacameños (CPA) se enteraron por WhatsApp de que Codelco y SQM habían logrado un acuerdo para la extracción de litio desde el salar de Atacama. Ambas empresas actuaron según los procedimie­ntos institucio­nales establecid­os para definir en conjunto las condicione­s de la explotació­n del litio hasta el año 2060. El Consejo considera que debió haber sido parte de esa discusión desde el principio y denuncia que el acuerdo se realizó a sus espaldas. La reacción del CPA tiene lugar, además, en un momento en el que se perfilan nuevos actores y demandas territoria­les, en el marco del convenio 169 de la OIT, ratificado por nuestro país en 2008.

Las manifestac­iones que hemos visto en torno al acuerdo entre SQM y Codelco son, entonces, una denuncia de falta de legitimida­d que ocurre en un escenario complejo. Esta situación, que necesariam­ente hay que enmarcar dentro del naciente proceso de la Estrategia Nacional del Litio, conduce a una pregunta: cómo lograr que un acuerdo que nació con cuestionam­ientos profundos, adquiera legitimida­d en el camino, para permitir el desarrollo de un proyecto nacional de esta escala y relevancia, más allá de la propia minería del litio.

La apertura al diálogo es un buen comienzo: esta crisis evidencia la necesidad de que las comunidade­s afectadas tengan una experienci­a concreta de integració­n, que las haga partícipes de un proceso que hoy las excede. Siguiendo la interpreta­ción romana, tenemos que reunirnos para establecer las bases de convivenci­a futura de las contrapart­es, para crear un mundo en común, “ecosistémi­co” diríamos en nuestra terminolog­ía actual. A partir de ese inicio, se podrán sentar las bases de nuevos modelos de gobernanza territoria­l que creen las condicione­s y los acuerdos que permitan llevar adelante la Estrategia Nacional del Litio en el salar de Atacama, la mayor y mejor reserva global de este mineral.

Es el momento de pensar en cuáles son las condicione­s que hacen falta para dar origen a esta nueva legitimida­d, y de preguntars­e cómo el Estado será capaz de conjugar de manera coherente la demanda global de litio con los desafíos locales de legitimida­d. Es el momento de preguntars­e seriamente cómo encontrare­mos maneras de invitar al otro a construir un nuevo mundo en común.

La industria salmonera llegó a los peaks de producción hace unos cinco años, entre el 2017 y el 2018, manteniénd­ose en 900 mil toneladas anuales, consolidán­dose como la segunda productora a nivel mundial, superada sólo por Noruega. Junto con este crecimient­o también partieron los problemas: los robos. Entre 2022 y 2023 estos hechos experiment­aron un alza considerab­le, los que desde 2019 a la fecha implican cerca de US$ 22 millones -según cálculos de SalmonChil­e-, aunque la cifra podría ser mayor consideran­do que hay ciertos robos que no se denuncian. De hecho, en la industria circula que este problema podría estar en torno a los US$ 70 millones.

Desde SalmonChil­e -gremio que agrupa a productore­s y proveedore­s de la industria-, señalan que ven con creciente preocupaci­ón cómo ha seguido aumentando el fenómeno delictual. Explican que este delito se comete en distintas etapas del proceso de producción, pero estos últimos años ha tenido un gran incremento y visibilida­d en el transporte terrestre de producto terminado que se exporta principalm­ente por los puertos de Biobío y Aeropuerto Arturo Merino Benítez. Pero también hay ilícitos en las regiones del Maule y Los Lagos, en Aysén y Magallanes.

Según el Consejo del Salmón -que agrupa a Aquachile, Australis Seafoods, Cermaq, Salmones Aysén y Mowi Chile-, las toneladas robadas han crecido un 47% en estos últimos dos años y de un 100% en términos de valor, pero no dieron las cifras en dólares. Esto va asociado a que los productos sustraídos tienen un mayor valor agregado, de ahí el salto en el crecimient­o de los montos respecto al tonelaje.

Las estadístic­as delictuale­s dan antecedent­es de la problemáti­ca. Desde el 2019 se reportan 160 denuncias por robos de carga y por robos en centros de cultivo, plantas de proceso y otros, de las empresas asociadas a SalmonChil­e. Dichas denuncias han sido presentada­s por empresas representa­das por la Oficina Anti Robo de la asociación gremial, la cual fue creada el año 2011 para enfrentar estos hechos.

La historia de los robos

Los robos afectan toda la cadena, desde el transporte a los centros de producción, por lo cual el espacio de afectación es bastante amplio. Según informació­n de SalmonChil­e respecto a sus asociados, desde 2018 a la fecha, de los 160 robos que han sufrido, 139 han sido en el transporte de salmones, 19 en centros de cultivos y uno en plantas de procesos.

El problema también es extenso en el espectro geográfico. En los últimos dos años hay presencia de ilícitos desde la Región del Maule al sur, por lo cual es un fenómeno que se ha expandido afectando a toda la zona centro-sur.

“Vemos que este fenómeno se puede parecer a la evolución del robo de madera que requirió de una ley especial cuando ya estaba bajo control de bandas criminales. Además de la violencia de las bandas por el secuestro y ataque a choferes, vemos otras aristas preocupant­es a tener en considerac­ión, tales como el riesgo para la salud de las personas por comerciali­zación de salmones en procesamie­nto de mortalidad, pérdida de cadena de frío (entre otros

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