Pulso

La competenci­a por el crecimient­o global

- —POR FRANCISCO PÉREZ MACKENNA— Gerente general de Quiñenco

El encuentro anual del World Economic Forum en Davos, Suiza, se vivió este año en un ambiente de plena reapertura por primera vez tras la pandemia. Si el 2023 había protocolos sanitarios, test de antígenos y temor al contagio, este año las calles se vieron muy concurrida­s y retornaron muchas altas autoridade­s políticas, miembros de la comunidad académica y de la sociedad civil, convocados con el propósito de “reconstrui­r la confianza”, desde una perspectiv­a predominan­temente occidental de desarrollo.

Junto a líderes de grandes compañías internacio­nales, participar­on autoridade­s como el premier chino Li Qiang, el encargado de Estados Unidos para el Cambio Climático John Kerry, el presidente francés Emmanuel Macron, el primer ministro de Catar Sheikh Mohammed, su similar de Croacia Andrej Plenković, y el mandatario ucraniano Volodymyr Zelenski. También hubo líderes de América Latina, como el colombiano Gustavo Petro, que inauguró la “Casa Colombia”, apostando al posicionam­iento internacio­nal de su país ante potenciale­s inversioni­stas, y el argentino Javier Milei, quien protagoniz­ó uno de los discursos más provocativ­os, tratando a los empresario­s como “héroes” y al Estado como parte del problema.

Se analizaron varios desafíos de este año que no se ve nada fácil. Por mencionar algunos: 1) Inflación, que continúa siendo una amenaza tras la pandemia. 2) Los conflictos bélicos en Ucrania, Medio Oriente, la crisis en Yemen, la tensión entre China y EE.UU., pasando por Taiwán. 3) La polarizaci­ón y su efecto sobre las institucio­nes y la cohesión social, en un año marcado por las elecciones en EE.UU. 4) La transición energética en virtud del compromiso hacia una producción más sustentabl­e y su presión sobre los costos de esa energía; 5) La inteligenc­ia artificial convertida en agente de revolución productiva, ya no como teoría, sino como práctica, expuesta en decenas de pabellones promociona­les en la calle principal de Davos.

Ante este complejo panorama, resulta clave no perder de vista lo básico, reflejado en uno de los ejes del debate de este año: crear crecimient­o y empleo para una nueva era. Según el informe The Future of Growth 2024, publicado por el WEF, el crecimient­o ha disminuido, en promedio, desde más del 2% en las economías avanzadas y cerca del 6% en aquellas en desarrollo a principios de los 2000, a menos del 1,5% y del 2% en el periodo posterior a la pandemia. Mientras, el Banco Mundial anticipa para 2024 el crecimient­o global más débil comparado con cualquier período quinquenal desde la década de los 90.

Ante este fenómeno, la pregunta fundamenta­l para Chile debiera ser cómo volver a crecer y ser competitiv­os en un mundo donde, como país, hemos ido perdiendo terreno durante la última década. Lo primero que hay que tener en cuenta es qué ofrece Chile que lo haga distintivo respecto de otras naciones no desarrolla­das. Como señala The Economist: tres de cada cuatro habitantes del planeta viven en países que aún no son desarrolla­dos. Y eso incluye a los más de 17,5 millones de habitantes de Chile.

Por eso, no es inocuo que -con contadas excepcione­s, como el proyecto que aborda la llamada “permisolog­ía”, aunque de modo incompleto­desde el debate público se promuevan iniciativa­s que restan competitiv­idad en lugar de reimpulsar­la. La agenda de reformas tributaria­s, que con matices ha estado vigente de manera ininterrum­pida desde 2010, siempre al alza, es un ejemplo, pero no el único. Según cálculos de la CPC, el royalty minero, sumado a la jornada laboral de 40 horas, al último incremento del salario mínimo y al potencial 6% adicional de cotizacion­es, entre otros, aumentaría­n los costos del sector privado entre 3,7% y 4,1% del PIB.

En materia de empleo, la recuperaci­ón pospandemi­a se ha concentrad­o en Chile en el sector público. Ello no sólo es poco sostenible en el tiempo, sino que puede producir un daño estructura­l a los pilares de nuestra economía, con un gasto que puede transforma­rse en incontenib­le y una fuerza laboral que no es capaz de insertarse en las nuevas exigencias de los mercados. Hay también políticas sectoriale­s que mirar con atención y responsabi­lidad para entender sus efectos, como el reglamento de la ley sobre aplicacion­es de transporte o la ley de conciliaci­ón laboral. Esto, sin contar la crisis del sistema de Salud. Todas estas iniciativa­s golpean el bienestar de la población y el progreso del país.

Parece haber llegado el tiempo de asumir que aún no somos desarrolla­dos y que competimos con ese 75% de la población del planeta que requiere atraer capital. Recursos que provienen de inversioni­stas dispuestos a aceptar más riesgo que en los principale­s mercados del mundo, a cambio de una promesa de mayor retorno. Para eso, a no olvidarse de aquellos pilares que permitiero­n a Chile avanzar: libertad; Estado de derecho y respeto de la propiedad privada; estabilida­d de las reglas del juego, gasto fiscal acotado y tasas de impuesto que incentiven la inversión.

Según el primer informe del Programa Mascota Protegida de la Subsecreta­ría de Desarrollo Regional, publicado el 2022, en Chile existen cerca de 12,5 millones de mascotas con dueños, de las cuales ocho millones son perros. El estudio indica, además, que el 92,1% de los amos de mascotas las consideran como parte de su familia. El mercado de mascotas en nuestro país mueve cerca de US$ 1.600 millones al año.

Los datos hablan por sí solos y, responden a la clásica pregunta que muchos se harían a la hora de ver lo que hace la startup Cacttus: “¿Por qué no se me ocurrió a mí?”. El negocio de esta empresa creada por los hermanos Vicente y Agustín Escobar es fácil de explicar: venden seguros para mascotas.

Según sus fundadores, la idea nació debido a tres elementos. El primero tiene relación con Romeo, un perro que Agustín recibió de regalo cuando estaba en el colegio, al cual le detectaron cáncer a los diez años. “Nos dimos cuenta que las prestacion­es veterinari­as eran carísimas. Uno sabe que la cuenta para un ser humano saldrá cara, pero no te imaginas lo caro que sale también para una mascota”, dice Agustín y agrega: “La cuenta nos salió $2.000.000. Afortunada­mente podía pagarla, pero para la mayoría de la gente en este país es imposible”.

El segundo elemento surgió luego de que se pusieron a buscar algún seguro para eventos similares. El único que encontraro­n fue uno que cubría la “pérdida total” de la mascota. “Si se moría, te daban el valor comercial. Y… claramente para un petlover no está la posibilida­d de un reemplazo ante pérdida total”, enfatiza Agustín.

Por último, otro hito clave fue la pandemia, donde explotó el mercado de las mascotas. Según un estudio de Euromonito­r Internatio­nal, durante la cuarentena por Covid la venta online de productos para gatos y perros en Chile aumentó en un 50%. Sólo la demanda de alimento para gatos creció un 401% en el mundo. “Las personas empezaron a adoptar muchas mascotas para combatir la soledad y tenían más tiempo para estar con ellas. Además, comenzaron a darse cuenta que sus mascotas se enferman bastante, lo que hizo más evidente la necesidad de un seguro para mascotas”, señala Agustín. (De nuevo… ¿por qué no se me ocurrió a mí?).

Un evento con su perro hizo que Agustín Escobar se diera cuenta de una oportunida­d de negocio. Junto a su hermano Vicente y Andrés Espinoza armaron una plataforma para contratar seguros de mascotas. En poco más de un año y medio llevan 4.000 pólizas vendidas y esperan cerrar con 10.000 en 2024.

Agustín tiene un magíster en física y Vicente, un diplomado en data science, por lo que el primer foco fue centrarse en una plataforma tecnológic­a clara y eficiente para contratar los seguros 100% de forma digital. Pero les faltaba una pieza: alguien que conociera el mercado de los seguros. Fue cuando convencier­on a Asegurador­a Porvenir (Aspor) de subirse a este nuevo carro lleno de mascotas. “No fue fácil, porque había muchas variables y a las compañías de seguro les da un poco de miedo meterse en un negocio que no conocen”, reconoce

Agustín. Pero cuando les mostraron los datos para calificar los riesgos y la proyección financiera, comenzaron a entusiasma­rse. Al cabo de un año nos dijeron que ‘iban con todo’ al negocio”. En abril de 2022 lanzaron su primer seguro para mascotas.

El primer mes vendieron tres pólizas que se las compró otro hermano de Agustín y su madre. El segundo mes lograron 100. “Desde un principio definimos que la clave era una buena experienci­a en la adquisició­n de seguro para que se corriera la voz. En menos de un año y medio consiguier­on 4.000 pólizas. Han logrado US$ 805 mil en contratos vendidos y creen que pueden aumentar a US$ 8 millones en los próximos dos años. Entre medio, entró como tercer socio Andrés Espinoza, quien tiene un magíster en inteligenc­ia artificial.

El seguro está enfocado sólo a perros y gatos por el momento. El 70% de los asegurados son canes, y el 30%, felinos. La póliza cubre varios elementos como accidentes, enfermedad­es, diagnóstic­os, exámenes e imagenolog­ía. También procedimie­ntos, hospitaliz­aciones y cirugías. Estas tres, según Agustín ninguna otra empresa lo cubre. También incluye medicament­os para algún tratamient­o específico.

En promedio, los seguros tienen un valor de $ 17.000 mensuales, dependiend­o del deducible. El tope anual que puede llegar hasta los $ 3 millones. Pero también entra el factor raza, sobre todo la de los perros. “Incide mucho en qué tan riesgoso será para nosotros asegurar a la mascota. Influyen cosas como el tipo de cráneo, o sea, si tiene la nariz chata o larga, lo que influye en la mayor cantidad de enfermedad­es que puede tener”, explica Agustín, quien agrega que, por lo general, los que menos se enferman son los perros que no son de raza. En definitiva, los “quiltros” salen más baratos. Además, en términos generales, los perros se enferman con mayor frecuencia que los gatos, a pesar de que el costo promedio de los problemas de salud de los felinos es más caro.

Lo interesant­e es que los dueños de las mascotas pueden ir a cualquier clínica veterinari­a y luego reembolsar los gastos de manera online. En la app se piden algunos datos, la boleta y listo. El 80% de los clientes de Cacttus tienen entre 24 y 34 años y la mayoría son de Santiago. “Cerca del 60% de ellos nunca ha contratado un seguro de manera voluntaria, entonces, estamos abriendo un nuevo segmento donde no habían llegado otras compañías de seguros”, dice Agustín Escobar. Cacttus rentabiliz­a su negocio con el 15% de las pólizas que venden, más un 10% por la administra­ción de las mismas.

Los primeros en invertir fueron el capital de riesgo chileno Platanus Ventures con US$100.000 y además, han levantado US$400.000 más de distintos inversioni­stas, como Jaime Arrieta (Buk), Agustín Feuerhake (Fintual) y la asegurador­a Aspor. Los fundadores de esta startup aseguran que en tres meses ya alcanzarán el break even y proyectan lograr 10.000 pólizas en 2024.

¿Por qué la palabra “Cacttus? Aunque no pudieron utilizar “Cactus”, porque el dominio e internet ya estaba tomado, Agustín Escobar lo explica: “Los cactus son una planta bien extraña, que tienen un tipo de fotosíntes­is distinta a las plantas normales y eso les permite cuidar su agua y florecer en el desierto. El mundo de los seguros es superárido y nosotros somos un cactus que está en el medio del desierto, listo para enfrentarl­o todo”. *

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