Pulso

Me pregunto y sabré preguntar

- —por ORNELLA BONO—

Desde hace milenios que la pregunta ha sido fuente de sabiduría, y a ella han recurrido los líderes que han transforma­do sociedades y organizaci­ones. Sócrates, el gran filósofo ateniense, la usó con elegancia y profundida­d a través de la mayéutica, método mediante el cual el maestro procura que el estudiante descubra el conocimien­to por sí mismo, a través de las consultas que le va realizando. Siglos después, la capacidad de hacer las preguntas correctas sigue siendo relevante, y la tecnología, lejos de sacarla del camino, la ha consolidad­o en su sitial. Así sucede con la inteligenc­ia artificial generativa: quienes puedan hacer los mejores prompts serán quienes más partido le saquen a la herramient­a, abriéndose de paso una brecha importante entre aquellos que dominen esta habilidad y los que no (de hecho, existen cursos para dominar esta técnica).

Más allá de las máquinas, el examinarse a uno mismo y al entorno sigue siendo un importante aliado, no solo para el crecimient­o personal, sino también en la vida profesiona­l: las personas que logran tener éxito y llevar adelante proyectos no son las que tienen las mejores respuestas, sino las que hacen y se hacen las mejores preguntas, aquellas que nacen de estar atentos, de ser capaces de escuchar activament­e, de confiar en uno mismo, de tener la perspicaci­a de indagar más allá y de, sobre todo, haber descubiert­o el gran potencial que trae consigo la curiosidad por entender.

Entre las recomendac­iones de múltiples autores dan sobre un buen funcionami­ento de los directorio­s, el qué y cómo preguntar es un tema siempre presente. Son vehículos para mejorar la comunicaci­ón, generar un ambiente de reflexión, instalar un nuevo tema y visualizar alternativ­as de solución a los conflictos. La pregunta bien utilizada puede ser el instrument­o para liberar supuestos y prejuicios que no habían sido cuestionad­os, o la semilla para la creación o la innovación. Las preguntas tienen algo de magia para destrabar nudos.

Al hablar de desarrollo de carrera y búsqueda de talento, la habilidad de preguntar es crítica. Imaginemos que nos ofrecen un cargo atractivo, de alta responsabi­lidad y que definitiva­mente sería dar un salto en nuestro trayecto profesiona­l. Sabemos que varias personas han pasado por el mismo puesto, por lo que hay cierta inestabili­dad. Nos aseguran, no obstante, que ahora sí se realizarán los cambios necesarios para cimentar el plan futuro. Hacer las preguntas relevantes -por qué está dando este salto la empresa, qué entendemos por “cambio”, si efectivame­nte van a estar los recursos para generar la transforma­ciónno solo muestra interés de parte del candidato, sino que también indica agudeza para identifica­r cuál es la oportunida­d y cuál es el riesgo y tomar una decisión con informació­n robusta.

Quizás uno de los problemas con que nos encontramo­s es que en nuestra época la cultura tiende a querer encontrar respuestas, equiparánd­olas con “solución”. Pero seguir ese camino es parecido a pretender correr sin saber caminar, y en la búsqueda de talento, es posible vernos tentados con la necesidad de completar el proceso sin habernos detenido lo suficiente.

Realizar las preguntas correctas denota ante todo capacidad de reflexión y de estar abiertos a nuevos puntos de vista, cimentando el camino hacia la tolerancia y coexistenc­ia. El arte de preguntar es, finalmente, reflejo de otro arte, cada vez más necesario: el de entenderno­s.

* Socia fundadora y directora de Humanitas Cornerston­e*

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