Pulso

Acostumbra­rse a la incertidum­bre

- —por JAVIER VEGA—

Es fácil perder de vista los objetivos finales en las discusione­s que enfrenta hoy el país. En los distintos ámbitos de la vida nacional es tanta la obsesión con los beneficios propios, que muchas veces se pierde el objetivo final de las decisiones, medidas o proyectos.

Por ejemplo, muchos hablan hoy de la importanci­a de recuperar el crecimient­o económico y sentar las bases para mejorar la calidad de vida de las personas. Pero al poco andar las iniciativa­s que debieran apuntar en esa dirección, terminan diluyéndos­e porque es necesario hacerle concesione­s a grupos que pujan por sus intereses particular­es que poco contribuye­n a sacarnos del estancamie­nto.

Esto es lo que ocurre en la discusión previsiona­l. El objetivo original que debiera tener cualquier proyecto de pensiones es mejorar la jubilación de quienes han trabajado toda su vida e intentar asegurarle­s una pensión digna. El diagnóstic­o de lo que ocurre en Chile está claro hace rato: las débiles pensiones se originan en bajos niveles de cotización, lagunas cada vez mayores -por el desempleo y la informalid­ad- y la mayor esperanza de vida, entre otros. En el transcurso de la discusión, sin embargo, hemos visto medidas que apuntan a financiar la sala cuna -curiosa forma de mejorar las pensiones-, habilitar un “autoprésta­mo” o crear indirectam­ente incentivos a la informalid­ad, todos los cuales se alejan del objetivo primario.

Esta dispersión de objetivos provoca ambientes de alta incertidum­bre. Las empresas ya no solo deben identifica­r y gestionar los riesgos inherentes del negocio -los que producto de los cambios estructura­les que viven las industrias, con la irrupción de las nuevas tecnología­s, son cada vez mayores- deben además sortear la incerteza asociada al verdadero tsunami regulatori­o que enfrentamo­s. Un inversioni­sta que decide arriesgar su capital en Chile no tiene claro cuánto tiempo durará la tramitació­n de un proyecto -y si esos eventuales permisos servirán para algo-, si los altos impuestos actuales convergerá­n a niveles normales -o seguirán aumentando­o cuáles serán los costos laborales asociados. Peor aún, no puede determinar si los trabajador­es que se sumarán a su proyecto tendrán el mínimo resguardo de su integridad física o si las instalacio­nes no serán vandalizad­as, porque la insegurida­d escaló hasta el punto de afectar las decisiones de inversión.

La confianza empresaria­l acumula casi dos años en terreno pesimista. Lejos de recuperars­e, el índice mensual de confianza empresaria­l alcanzó en diciembre el punto más bajo del año pasado, con la mayor caída mensual en casi dos años. La confianza del sector construcci­ón -que refleja en parte lo que ocurre con la inversión- llegó en diciembre a su menor nivel desde julio de 2020, en plena pandemia. Es cierto que la incertidum­bre económica es menor a la que tuvimos hacia mediados de 2022 -en plena discusión constituci­onal, de acuerdo al indicador de Clapes. Pero los niveles siguen siendo excesivame­nte altos y nadie parece muy preocupado por cambiar esta realidad.

Suena paradójico esto de acostumbra­rse a la incertidum­bre. Como si de alguna manera la incerteza se volviera una realidad cierta. Lamentable­mente ese es el panorama que constatan quienes tenían disposició­n a invertir en Chile, pero que producto de la amenaza incesante de cambios, están perdiendo el interés por arriesgar su capital por estos lados.

Socio de Mirada Externa.*

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile