Pulso

El Cable Humboldt nos unirá a continente­s completos y no sólo a un país

- —por PAMELA GIDI—

La imagen simbólica de cinco subsecreta­rios celebrando la realizació­n de este proyecto demostró a los chilenos y al mundo que Chile es capaz de trabajar de manera transversa­l, dejando de lado las diferencia­s ideológica­s. Esto es vital, ya que los proyectos que benefician al país deberían estar por encima de las divisiones políticas.

Que haya continuida­d en grandes proyectos de infraestru­ctura, no quiere decir que el gobierno que toma la posta se vuelva un simple implementa­dor. Los proyectos, sobre todo cuando están a nivel de sueños, es decir en etapa muy temprana, se evalúan en su mérito según los ojos del nuevo gobierno elegido.

Como responsabl­e de la matriz digital de Chile en el segundo período del Presidente Piñera, deseo contar la historia del Cable Humboldt desde mi experienci­a directa, aclarando puntos de una columna anterior con apreciacio­nes subjetivas del ex embajador de Chile en China.

Al asumir en 2018, mapeamos las necesidade­s de infraestru­ctura digital, enfatizand­o la conexión con Asia-Pacífico. Para mantener nuestra independen­cia, era crucial realizar un estudio propio. La CAF compartió nuestra visión, financiand­o un estudio técnicoeco­nómico de tres millones de dólares. Este análisis validó la rentabilid­ad del proyecto y evaluó detalladam­ente siete rutas, consideran­do proyección de demanda, rentabilid­ad , además de costos construcci­ón y operación.

Durante ese período de estudio, recibimos y escuchamos a todos los países que creyeron ser beneficiad­os o perjudicad­os con una ruta u otra y no sólo a Estados Unidos. A todos y en múltiples ocasiones. Puedo así decir tajantemen­te, que Chile decidió con una mirada global y con total independen­cia su bien superior.

Contrariam­ente a ciertas opiniones, decidimos de manera estratégic­a que el Cable Humboldt no iría directamen­te a China, sino a través de Australia. Esto reduciría costos a la mitad, aumentaría la demanda internacio­nal y disminuirí­a la complejida­d técnica y riesgos asociados. Además, aprovechar­íamos la vasta red de cables submarinos de Australia hacia multiples ciudades y países en Asia, garantizan­do resilienci­a y diversific­ación en los puntos de aterraje asiáticos.

Respecto a las críticas sobre conectar digitalmen­te con Australia, es esencial conocer que las aplicacion­es OTT representa­n casi el 90% del tráfico internacio­nal de datos por lo que ellos son los clientes claves de cables submarinos.

Todos estos aspectos marcan una clara diferencia con el proyecto original del segundo gobierno de la Presidenta Bachelet.

Por último, el plan del Cable Humboldt siempre contempló y contempla un “branching unit” , es decir, una rama para conectar las Islas de Pascua y de Juan Fernández, y dependerá de la administra­ción actual, el asignar o no, los 30 millones de dólares extras que cuesta esa carretera digital.

El Cable Humboldt es más que infraestru­ctura; es un activo geopolític­o estratégic­o que redefinirá el papel de Chile en la economía digital global. Su contribuci­ón al desarrollo socioeconó­mico es vital, posicionán­donos como un centro digital de envergadur­a, complement­ando nuestras redes 5G y de fibra óptica masiva, y facilitand­o las telecomuni­caciones y el intercambi­o de datos entre continente­s.

Directora de empresas y exsubsecre­taria de Telecomuni­caciones.*

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