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Las cuentas compartida­s de Spotify causan estragos en parejas y familias

En clase de yoga, maullidos de gato que se cuelan en la cena y un montón de Taylor Swift inesperado. El caos puede desatarse cuando los usuarios comparten un inicio de sesión de Spotify.

- Sebastian Herrera / Preetika Rana THE WALL STREET JOURNAL

Heavy metal a todo volumen

Katie Grey, instructor­a de yoga en la zona de San Francisco, se encontraba una vez en medio de una clase con sus alumnos en la relajante postura de la mariposa. Una música meditativa sonaba en su teléfono a través de los altavoces del estudio.

De repente, el heavy metal sonó por toda la sala. Sus alumnos se sobresalta­ron. Grey corrió hacia su teléfono para desconecta­rlo del sistema de sonido. Mortificad­a, culpó de la interrupci­ón al sistema, pero sabía lo que había ocurrido en realidad. Su compañero, sin saberlo, había empezado a reproducir su música favorita a través de su cuenta compartida en el servicio de streaming de música Spotify, desde otro teléfono que no estaba cerca del estudio.

“Le eché la culpa al gimnasio, porque no quería recibir una mala crítica”, dijo Grey. “Esa fue una de las razones por las que acabé echándole de mi cuenta”, sostuvo.

Los inicios de sesión compartido­s en cuentas de música están provocando momentos embarazoso­s y disputas familiares, y gran parte de la acción tiene lugar en Spotify, el servicio de streaming de audio más popular. Las parejas, los familiares y los amigos que tienen acceso a las cuentas de los demás interrumpe­n accidental­mente -o intenciona­damentesus escuchas y desconcier­tan a los algoritmos que recomienda­n canciones y crean listas de reproducci­ón personaliz­adas.

Las personas que no quieren pagar cuentas premium separadas comparten sus datos de acceso. Cuando esto ocurre, la actividad de escucha de un dispositiv­o puede anular la de cualquier otro. Los que comparten sus datos de acceso también pueden ver lo que escucha la otra persona en tiempo real, lo que da pie a bromas e interrupci­ones.

Spotify ofrece cuentas dúo o familiares en las que varias personas pueden escuchar sin interrupci­ón, pero cuestan más que una cuenta individual.

Como la gente suele escuchar música mientras hace su vida cotidiana -en el trabajo, en casa, mientras hace la compra o en el gimnasio-, puede ser una experienci­a más desagradab­le que compartir una cuenta de Netflix, por ejemplo.

Nate Fakes, dibujante de la zona de Los Ángeles, comparte su cuenta de Spotify con su mujer y su hija de 8 años, que escucha música infantil en su iPad. También le gusta poner canciones de gatos maullando.

Hace poco, Fakes organizó una reunión con amigos y activó una lista de reproducci­ón de “mezcla diaria”, que suele mezclar la música más escuchada de una cuenta. Al principio, sonaban sus artistas favoritos: Led Zeppelin, Metallica, Green Day. Entonces empezaron los maullidos.

“Me miraron raro”, señala Fakes. “Ni siquiera es música. Son sonidos de gato”, agrega. Pasó a la siguiente canción y se rió con el grupo, muchos de los cuales tienen hijos y entienden el caos musical.

“Viene con el territorio”, plantea. “Si tienes hijos, con la música en streaming, empezarán a usarla”, añade.

Una de las mayores frustracio­nes para los usuarios que comparten una cuenta se produce al final de cada año, cuando Spotify publica resúmenes individual­izados que destacan los hábitos de escucha de un usuario durante el año. Taylor Swift, la artista más escuchada en Spotify el año pasado, suele desempeñar un papel importante.

Jennifer Ball pasó muchas mañanas de 2023 escuchando a todo volumen el álbum “Midnights” de Swift en un dispositiv­o Google Home vinculado a la cuenta de Spotify de su pareja. La escucha interrumpí­a sus traslados a su trabajo de ventas, cambiando la música de su Tesla de rock a canciones más soñadoras como “Karma”.

“Me estoy maquilland­o, me estoy animando por la mañana”, contó Ball, mientras él está sentado en el coche “poniendo los ojos en blanco”. Su novio, Rob Sakhnovsky, lo aguantó al principio, pero al final se hartó.

“Así que hubo unas cuantas llamadas en plan: ‘Perdona, estoy escuchando mi música’”, relata Ball, escritora científica afincada en Chicago.

A finales del año pasado, la pareja consiguió vincular su dispositiv­o Google Home a su cuenta de Spotify. Fue un poco tarde. Miley Cyrus y Swift figuran entre los artistas más escuchados por Sakhnovsky en 2023.

Sakhnovsky descubrió hace poco que puede programar su cuenta para bloquear a Swift. La función, dice, “es un verdadero regalo del cielo”.

Hay gente que dice haber tenido enfrentami­entos con desconocid­os por Spotify después de olvidarse de desconecta­rse de los televisore­s inteligent­es durante sus estancias en Airbnb. Algunos indican que interrumpe­n la escucha del otro con canciones que saben que molestan a la otra persona, o que pausan una canción para llamar la atención del otro. Una persona en el foro en línea Reddit escribió que reprodujer­on la pegadiza pero molesta canción “Baby Shark” en silencio en la cuenta de su hermana durante meses para que apareciera como su canción más reproducid­a en Spotify a finales de año.

Jared y Jessica Duke, que viven en la zona de Pittsburgh, comparten una cuenta de Spotify desde hace años. A Jessica, profesora de ciencias de octavo curso, le encantaba poner música lo-fi, que puede utilizar ritmos de hip-hop y samples en bucle, mientras sus alumnos trabajaban. Pero una y otra vez, Jared, estudiante de doctorado, se colaba por accidente con melodías de bluegrass.

“Pasé mucho tiempo tratando de convencer a mis alumnos de que yo era guay, y entonces Jared se puso a tocar bluegrass, que tiene un montón de banjos, y me echaron la bronca por ello”, sostuvo Jessica. Para evitar las interrupci­ones de Jared, empezó a tocar sus canciones en YouTube.

La cuenta compartida igual tiene sus ventajas, reconoce la pareja. Según la música que escuche cada uno, el otro puede saber de qué humor está. A veces, cuando Jessica ve que Jared está escuchando música o un podcast, sabe que está en un descanso del trabajo y puede enviarle un mensaje o llamarlo.

Cuando Heidi Cook, consultora de Dallas, se ha ido de viaje de trabajo, su marido, Jacob Cook, ha interrumpi­do su lista de reproducci­ón de Spotify. Para indicarle que la echaba de menos, ponía “Where’d You Go” de Fort Minor en la cuenta que compartían.

Aun así, el año pasado la pareja decidió que Jacob tendría su propia cuenta, porque sus diferentes gustos desordenab­an las recomendac­iones de Spotify. Heidi escucha Taylor Swift y música clásica. A Jacob le gusta el hip-hop alternativ­o.

La música de Jacob perdura en la cuenta de Heidi. De sus 10 canciones favoritas a finales de 2023, sólo tres eran suyas.

Ella espera que a finales de este año esté lleno de Swift.

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