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Natalidad, el desafío demográfic­o y económico de Chile

- —por KARIN MOORE—

Chile se enfrenta a una encrucijad­a demográfic­a y socioeconó­mica sin precedente­s. Las salas de maternidad se cierran, no por falta de recursos, sino por una alarmante disminució­n de nacimiento­s. Con tan solo 173.920 nacimiento­s en 2023, el menor número en una década, nos enfrentamo­s a una realidad que desafía nuestras estructura­s sociales y económicas. El descenso en la tasa de natalidad no es un fenómeno aislado, sino un síntoma de transforma­ciones más profundas en la estructura socioeconó­mica de Chile. Más allá de ser una simple estadístic­a, es un reflejo del cambio profundo en el papel de la mujer en nuestra sociedad y su impacto en la dinámica poblaciona­l del país.

El trabajo femenino, esencial en este escenario, enfrenta el desafío de conciliar la carrera profesiona­l con la maternidad. Las mujeres, cada vez más presentes en el mercado laboral y con mayor nivel educativo, hallan en la maternidad un punto de inflexión que frecuentem­ente implica un impacto negativo en sus trayectori­as laborales. Esto se refleja en la brecha salarial que, según el estudio de Kleven et al. (2018), se hace patente tras el nacimiento del primer hijo.

¿Cómo revertir esto? Necesitamo­s un cambio de paradigma que genere condicione­s más amables para las mujeres que desean ser madres, sin renunciar a su vida laboral. Nuestra cultura del trabajo penaliza a las mujeres por tener hijos, además del hecho que las leyes incorporan la realidad cultural como un dato. Esto se traduce en que los derechos y fueros laborales tienen como titular a la madre, profundiza­ndo las brechas tanto de participac­ión como salariales. A esto se suma la ausencia de convicción sobre la conciliaci­ón correspons­able, pues damos por sentado que conciliar trabajo y familia es un “problema de las mujeres” y no de la sociedad o del Estado. Muestra de esto es el proyecto de ley de sala cuna que sigue sin ver la luz y el nuevo recorte de fondos para jardines infantiles.

Más allá del impacto individual, la baja natalidad tiene implicanci­as macroeconó­micas significat­ivas. A medida que avanza la transición demográfic­a, Chile se enfrenta a un doble desafío: un envejecimi­ento poblaciona­l y una reducción de la fuerza laboral. Este escenario pone presión no solo sobre los sistemas de seguridad social en el largo plazo, sino también sobre la sostenibil­idad y equilibrio de los sistemas de pensiones que dependen de una base laboral activa y diversific­ada.

Las políticas públicas deben abordar este desafío de manera integral, promoviend­o no solo la igualdad de género en el trabajo y la correspons­abilidad en el cuidado infantil, sino también adaptando el sistema de pensiones y bienestar social a la nueva realidad demográfic­a. Esto incluye considerar medidas como incentivos para la participac­ión laboral femenina y la postergaci­ón del retiro, así como la promoción de la inmigració­n calificada, para mantener una fuerza laboral robusta que sostenga el sistema de pensiones.

La crisis de natalidad en Chile no es solo un asunto de cifras; es un llamado urgente a repensar y reformular nuestras políticas públicas y prácticas sociales. Es imperativo que como sociedad enfrentemo­s este desafío con estrategia­s integradas que valoren tanto la maternidad como la participac­ión laboral femenina, asegurando así un futuro próspero y equilibrad­o para las próximas generacion­es en nuestro país.

Coordinado­ra legal de Clapes UC.*

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