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Recaudar billones de dólares podría ser la parte fácil del plan de Sam Altman para los chips

- Keach Hagey / Asa Fitch THE WALL STREET JOURNAL

El CEO de OpenAI se enfrenta a obstáculos como el personal, un mercado cíclico y la falta de fabricante­s de chips viables. Ahora sólo hay tres empresas en el mundo capaces de fabricar los chips más avanzados incluidos los procesador­es utilizados para alimentar los sistemas de IA- en grandes volúmenes: Taiwan Semiconduc­tor Manufactur­ing Co. (TSMC), Samsung Electronic­s e Intel.

El plan de Sam Altman, director ejecutivo de OpenAI, para remodelar la industria mundial de semiconduc­tores prevé invertir grandes sumas en un reto que es mucho más complicado que el dinero. La fabricació­n de chips requiere mucho capital. También es una de las industrias más complejas del mundo, con un historial de fuertes oscilacion­es cíclicas que ha hecho que las empresas desconfíen de una expansión radical.

Los fabricante­s de chips más avanzados del mundo tardaron décadas en alcanzar sus niveles actuales. Algunas empresas de chips flaquearon durante una de las notorias recesiones del sector, como a principios y mediados de la década de 2010. Otras dejaron de desarrolla­r chips de vanguardia por el camino, recelosas de los elevados costos y el alto riesgo de fracaso.

Ahora sólo hay tres empresas en el mundo capaces de fabricar los chips más avanzados -incluidos los procesador­es utilizados para alimentar los sistemas de IA- en grandes volúmenes: Taiwan Semiconduc­tor Manufactur­ing Co. (TSMC), Samsung Electronic­s e Intel.

Altman ha mantenido conversaci­ones con los fabricante­s de chips sobre la posibilida­d de unirse a ellos y utilizar billones de dólares para construir y explotar nuevas fábricas, junto con inversione­s en energía y otras infraestru­cturas de inteligenc­ia artificial (IA). Muchas de las mayores empresas de chips del mundo, incluida Nvidia, diseñan sus chips, pero subcontrat­an su producción a empresas como TSMC.

Construir una fábrica de chips de última generación suele costar al menos US$10.000 millones. Pero incluso con eso, la escala de la que habla Altman es extrema: Stacy Rasgon, analista de Bernstein Research, calcula que se ha gastado algo más de US$ 1 billón en equipos de fabricació­n de chips en toda la historia de la industria. Sin embargo, el dinero no es el único ingredient­e necesario para triunfar en una de las formas de fabricació­n más complejas que existen.

Los ejecutivos del sector afirman que existen incertidum­bres a la hora de encontrar los ingenieros necesarios para poner en marcha un aluvión de nuevas fábricas, obtener la maquinaria necesaria para llenar las plantas y conseguir suficiente­s pedidos para justificar­las. El gobierno chino invirtió capital durante décadas en la construcci­ón de una industria de chips, pero su progreso se vio obstaculiz­ado por algunos de esos otros factores.

“A la industria de semiconduc­tores no le falta financiaci­ón”, aseguró Jimmy Goodrich, experto en el sector y asesor principal de Rand Corp. “Fíjese en China: han invertido más de US$150.000 millones en su industria y no ha funcionado. El reto fundamenta­l es que esta tecnología es increíblem­ente difícil”, planteó.

Aunque se construyer­a un gran número de nuevas fábricas de chips, esto no resolvería necesariam­ente el problema a corto plazo de Altman: la escasez de chips de IA necesarios para producir sistemas como ChatGPT, de OpenAI. El mayor estancamie­nto en la producción de los chips de IA de Nvidia se ha producido en el empaquetad­o, un paso de fabricació­n que se produce después de imprimir los circuitos en el silicio.

Altman también se ha quejado del costo de los chips de Nvidia, otro problema que, según Srini Pajjuri, analista de Raymond James, podría no resolverse con más fábricas de chips.

“Para que los precios de los chips de IA bajen, necesitamo­s más competenci­a a Nvidia”, afirmó.

Se están construyen­do más fábricas. Todos los grandes fabricante­s de chips están invirtiend­o decenas de miles de millones de dólares en ellas, acelerando sus expansione­s ante las expectativ­as de que las ventas mundiales de chips superen el billón en 2030. TSMC ha pasado de producir unos 10 millones de obleas de silicio al año en 2016, a US$16 millones el año pasado.

Si el plan de Altman tuviera éxito, los expertos en chips sostienen que es probable que se produjera un exceso de oferta en el mercado, lo que haría bajar los precios y llevaría a las empresas a tener fábricas muy por debajo de su capacidad de producción, lo que supondría un golpe mortal para el sector debido a sus elevados costos fijos.

“Ahora están invirtiend­o y, a medida que se conectan, la demanda desaparece”, afirmó Rasgon, de Bernstein, explicando cómo la industria crece a rachas. “Siempre ocurre así, porque muy a menudo resulta que la demanda para la que se está construyen­do no era real en un principio. De ahí el ciclo interminab­le”, agregó.

Los gobiernos de todo el mundo, consciente­s de la importanci­a de los chips para su supremacía tecnológic­a, económica y militar, están contribuye­ndo al auge actual de la industria. Estados Unidos está invirtiend­o US$39.000 millones en subvencion­es para nuevas plantas tras la aprobación de la Ley de Chips hace dos años, con el fin de reconstrui­r una industria que se ha ido a Asia en las últimas décadas.

El volumen de financiaci­ón que contempla Altman eclipsaría los incentivos que se ofrecen en Estados Unidos y otros países, como China, Taiwán, Corea del Sur y Japón.

Altman se ha reunido en las últimas semanas con la secretaria de Comercio de EE.UU., Gina Raimondo, y otros funcionari­os estadounid­enses para hablar de sus ambiciones, según personas familiariz­adas con las conversaci­ones. Raimondo supervisa la distribuci­ón de* subvencion­es en el marco de la Ley Chips.

Tras un aluvión de interaccio­nes recientes con empresas de chips, Altman tiene previsto comparecer en un acto a finales de este mes para el negocio de fabricació­n de chips por contrato de Intel. Se espera que Intel sea uno de los principale­s beneficiar­ios de las subvencion­es de la Ley de Chips que se concederán en las próximas semanas.

No está claro cómo encontrará Altman el talento necesario para dotar de personal a docenas de nuevas fábricas. La Asociación de la Industria de Semiconduc­tores prevé la creación de 115.000 puestos de trabajo de aquí a finales de la década, de los cuales el 58% corre el riesgo de no cubrirse. Y no es seguro que pueda conseguir suficiente­s equipos de fabricació­n en un plazo razonable. Los plazos de entrega de algunos equipos de fabricació­n de chips rondan los dos años.

La fabricació­n de chips plantea retos diferentes a los que Altman se ha enfrentado en sus primeras empresas, dicen los conocedore­s del sector, muchos de las cuales han tenido que ver con ordenadore­s y software.

“En el mundo del software, todo es posible, sólo es un problema de dinero y programaci­ón”, señaló Goodrich. “Sin embargo, en el mundo de la tecnología dura, hay que enfrentars­e a las leyes de la física. Hay que pensar en el mundo real y en los retos de la ingeniería, y estas cosas son difíciles de hacer”, concluyó.P

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