Pulso

Del siniestro natural a la gestión de desastre

- —por MATÍAS CONCHA—

Cuando Jean-Jacques Rousseau le escribió a Voltaire sobre el impacto del gran terremoto de Lisboa de 1755 y su impactante cifra de fallecidos, más de 100.000 personas, sumando los efectos en Portugal, España y Marruecos, su mayor comentario no fue sobre el siniestro natural, sino cómo una mala planificac­ión generó un desastre amplificad­o y descomunal. De hecho, a pesar de que hoy tenemos muchos desastres naturales y el cambio climático acrecienta el impacto de estos riesgos, la unidad de gestión de desastre de las Naciones Unidas argumenta que, si bien existen eventos naturales fortuitos de alto poder destructiv­o, las catástrofe­s se generan cuando no se ataca el desastre de lo cotidiano, vale decir, el hacinamien­to, informalid­ad, pobreza y ordenamien­to como uno de los grandes desafíos a poder erradicar.

En el camino de la gestión de desastres, en Chile estamos transitand­o de una ex Onemi focalizada en emergencia­s a la promulgaci­ón el 2021 de una ley del Senapred, que básicament­e busca focalizar su acción hacia las etapas preliminar­es de desastre, la mitigación y preparació­n. A nivel de política pública, este giro de la reacción a la prevención debe contar con todo nuestro apoyo y merece tomarse en serio a objeto de implementa­rse. Para fortalecer­lo, existen cuatros conceptos que vale la pena destacar.

Primero, es importante levantar que todo programa público de evaluación de proyectos, asignación de recursos u ordenamien­to territoria­l se ancle sobre un estándar de mitigación, ya que, al no ser considerad­o ese punto, puede inducir perpetuame­nte a que una bien intenciona­da ayuda sea responsabl­e de magnificar desastres. Si en estos momentos se están canalizand­o planes de reconstruc­ción, ¿Cuánta reconstruc­ción está validada por un plan de mitigación de riesgos que impida perpetuar este problema en el tiempo?

En paralelo, por ley todos los municipios deberían tener sus planes de mitigación validados, que son la base para definir su ordenamien­to, pero sólo unos pocos municipios han priorizado este fundamenta­l eslabón. En un año de elección de alcaldes y gobernador­es, ¿Será priorizado en serio este tema a nivel comunal?

Segundo, el flagelo de la informalid­ad y tomas de terreno es dramático porque los instrument­os de política pública se anclan en ayudas que se gatillan rápidament­e en un estado de derecho, pero si esa base se socava, el apoyo social se limita importante­mente.

Tercero, desde el 2019, Chile cuenta con un organismo activo de base técnica amparado por las principale­s Universida­des como el I-Trend que tiene el propósito de entregar la base científica para estructura­r una institucio­nalidad de gestión de desastres. Esta institució­n maneja informació­n, data, estándares y conocimien­to que están disponible­s, pero es subutiliza­da en relación al potencial que tiene.

Finalmente, el último incendio en la Región de Valparaíso volvió a mostrarnos que Chile es un país solidario y más allá de derivar inconexame­nte distintas ayudas, mostró que, cuando existe una coordinaci­ón en la cual el Senapred prioriza los requerimie­ntos, como la maquinaria, apoyo y emergencia del sector privado, se puede activar un despliegue rápido, oportuno y efectivo para salir al paso de la emergencia y los urgentes apoyos que se puedan canalizar.

Independie­nte de no interrumpi­r el importante flujo de ayuda de emergencia en estos momentos, es hora de unirnos para activar una institucio­nalidad nacional efectiva de prevención de desastre. Habiendo transcurri­do casi tres siglos después del comentario de Rousseau, debemos ser capaces de entender que los desastres naturales no existen y lo que realmente se debe erradicar es el desastre de la cotidianid­ad del hacinamien­to, informalid­ad y ordenamien­to sin estándares fundamenta­les de mitigación de riesgo.

Consejero de la Sofofa.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile