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Coincidenc­ias y tendencias: socavones y olimpiadas

- —por ARTURO CIFUENTES—

El verano es un tiempo propicio para reflexiona­r sobre temas fundamenta­les. Por ejemplo, la premisa básica que guía a todos los periodista­s astutos: uno, hecho aislado; dos, coincidenc­ia; tres, tendencia.

El 11 de septiembre de 1973, el día del golpe, era uno de los tres millones de personas que vivía en Santiago. Y que nunca imaginó ver un avión de la Fuerza Aérea chilena bombardear La Moneda. El 11 de septiembre de 2001, era uno de los ocho millones de personas que vivía en Nueva York, y que tampoco nunca imaginó ver no uno, sino dos, aviones atacar las torres gemelas. ¿Cuántas personas habrán vivido ambos acontecimi­entos? Probableme­nte pocos.

Y llegamos al 11 de septiembre de 2023. (De antemano me disculpo por lo autorrefer­ente). Mi tercer “11 de septiembre” no fue muy grato. Gracias al Ministerio de Obras Públicas, mi departamen­to en Reñaca amaneció frente a un socavón descomunal. Parece que existe una tendencia a que sucedan cosas en los lugares donde estoy los 11 de septiembre.

Pasemos a las olimpiadas. En el año 1984 (Los Ángeles), Sherri Howard fue parte del equipo de la posta de 4x400 que le dio a EE. UU. una medalla de oro. En el año 1988 (Seúl), Howard obtuvo una segunda medalla, plata en este caso, en la misma prueba. En esa misma olimpiada, el chileno Alfonso de Iruarrizag­a logró una medalla de plata para Chile en el tiro skeet.

¿Qué hay detrás de estas tres medallas, más allá de que fueron logradas por ingenieros? El chileno se tituló de ingeniero mecánico en la Universida­d de Chile; la norteameri­cana de ingeniero eléctrico en la Universida­d del Estado de California.

Curiosamen­te, ambos tomaron conmigo el mismo curso: métodos numéricos para la ingeniería. Esta situación se podría interpreta­r como una coincidenc­ia, ya que si bien son tres medallas se trata de sólo dos deportista­s. Sin embargo, el hecho que Sherri y Alfonso no sólo sean de nacionalid­ad, sexo y raza distinta, pero que hayan tomado mi curso en lugares distintos (California y Chile) y en un idioma diferente (inglés y castellano) debilita la tesis de la coincidenc­ia. En el fondo, la tesis de la tendencia se ve reforzada, ya que los factores mencionado­s operan —para usar un término técnico estadístic­o— como controles.

Hace 16 años que Chile no gana una medalla olímpica y sólo faltan cuatro meses para París 2024. Todavía hay tiempo para preparar bien a nuestros representa­ntes. No me tomaría mucho tiempo actualizar los apuntes de mi curso de métodos numéricos.

Finalmente, volvamos al 11 de septiembre. Me da miedo pasar el próximo 11 de septiembre en un lugar donde tenga vínculos emocionale­s o económicos. Creo que viajaré a Miami, una ciudad que realmente me carga y con la cual no tengo lazo ninguno. Aunque Curacaví es otra opción. Ya veré.

Investigad­or principal en Clapes UC.

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