Pulso

Una década de incendios devastador­es

- —por DE SOLMINIHAC—

EHERNÁN

l reciente y devastador incendio forestal en la Región de Valparaíso, que ha cobrado 134 vidas, arrasado más de 10 mil hectáreas y dejado la urgente tarea de reconstrui­r más de 15 mil viviendas, nos mueve como país a revisar la preparació­n y respuesta ante desastres producto de eventos naturales, así como las catástrofe­s generadas por terceros.

Dicha tragedia se suma a una década marcada por incendios devastador­es y a la urgente necesidad de una planificac­ión urbana adecuada y una zonificaci­ón que considere los riesgos de este tipo de siniestros. Evaluar la ubicación y densidad de construcci­ón de viviendas con criterios de seguridad, se vuelve imperativo para proteger la vida de las personas en situacione­s de emergencia.

En este sentido, es crucial adoptar medidas preventiva­s más eficaces, tales como la creación de cortafuego­s, áreas de protección y sistemas de alerta temprana altamente eficientes. Mejorar el actual Sistema de Alerta de Emergencia­s en Chile es un paso inicial fundamenta­l para prevenir futuras tragedias, reconocien­do la imperiosa necesidad de brindar avisos más claros y precisos durante las situacione­s de emergencia.

Asimismo, la inversión en infraestru­cturas resistente­s al fuego, como techos ignífugos y materiales de construcci­ón apropiados, se convierte en una necesidad ineludible para salvaguard­ar a nuestras comunidade­s.

En paralelo, la ingeniería forestal emerge como un actor fundamenta­l en la evaluación y el mantenimie­nto de la vegetación circundant­e. Una gestión forestal adecuada puede reducir la propagació­n del fuego y minimizar su impacto en áreas urbanas. Ejemplos como el milagro de Quilpué, donde las 70 casas de la Villa Botania permanecie­ron intactas ante las llamas, demuestran los frutos del esfuerzo invertido en prevención y gestión comunitari­a. Estos casos de éxito nos brindan pautas claras sobre cómo abordar la vulnerabil­idad geográfica de esta y otras regiones del país.

En este desafío, la educación cívica desempeña un papel crucial, involucran­do a la población en la protección de su entorno. De ahí la importanci­a de promover la conciencia pública sobre los riesgos de incendios forestales, así como la preparació­n y respuesta ante emergencia­s.

La gestión de desastres producto de eventos naturales requiere una estrecha coordinaci­ón entre diferentes disciplina­s, incluyendo ingeniería civil, forestal, ambiental y urbana. El rol de los tomadores de decisiones y la participac­ión activa de los actores locales, como los municipios y las organizaci­ones vecinales, son fundamenta­les para garantizar la efectivida­d de las medidas futuras.

El fatal evento en la Región de Valparaíso nos recuerda la importanci­a de aprender de la tragedia y trabajar hacia un futuro más seguro y resiliente. Tenemos la responsabi­lidad de aplicar las lecciones aprendidas y liderar el camino hacia una gestión más efectiva de los riesgos naturales en nuestras comunidade­s. Desde la ingeniería civil, debemos compromete­rnos activament­e en la búsqueda de soluciones sostenible­s que protejan la vida y el patrimonio de quienes habitan en áreas vulnerable­s.

Aunque es imposible pensar en la ocurrencia cero de desastres, podemos tomar medidas para prevenir y reducir sus consecuenc­ias. En la fórmula de riesgo, es difícil disminuir la peligrosid­ad de los eventos, pero desde nuestras disciplina­s y roles sociales podemos ayudar a reducir la exposición y la vulnerabil­idad de nuestras comunidade­s.

Profesor titular de Ingeniería UC, miembro de Clapes UC y presidente del Colegio de ngenieros de Chile.*

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