Pulso

Candidatos a contralor: cuéntennos su plan para más control con menos trancas

- —por RODRIGO WAGNER—

Chile hoy necesita mayor control y transparen­cia del Estado (pensemos en los escándalos de municipios). Pero eso debemos lograrlo con muchísimo más apego a principios de eficiencia, en el sentido de no trancar más de la cuenta al Estado ni tampoco a la actividad económica. ¿Cómo lograrlo? ¿Qué planes de eficiencia debería pedirles el Senado a los candidatos a nuevo contralor? No necesitamo­s menos funcionari­os, sino al revés, pero sí debemos evitar la orquesta del Titanic, tocando la misma música mientras nuestro Estado se nos empieza a hundir en excesos de burocracia.

En las próximas semanas, posiblemen­te el Senado decida sobre quién dirija la Contralorí­a General de la República. Esa es una de las pocas ventanas del mundo político para entender su visión de la reforma del Estado. Si se nos pasa la ventana, entonces estaremos repitiendo esta columna de opinión en el 2032, que es la próxima ventana de elección. Por eso hoy no solo basta mirar por el espejo retrovisor el track record jurídico de los candidatos, sino que también mirar el plan de cómo los candidatos abordarán la brecha de escalabili­dad de la Contralorí­a y su modelo de gestión. Los candidatos no tienen por qué ser expertos en informátic­a, algoritmos o gestión, pero al menos deben mostrarle al Senado una visión seria y hablar de cómo constituir­án su equipo asesor de gestión. Los candidatos debieran llegar al Senado con algo avanzado en sus estrategia­s, no sólo una competenci­a de currículos en derecho administra­tivo.

Porque podemos pasar miles de proyectos de ley para bajar la “tramitolog­ía”, podemos hacer mucho seminario de facilitaci­ón de inversione­s, pero si la nueva Contralorí­a no ajusta sus procedimie­ntos de una manera radical, acelerando tecnología, integració­n de bases de datos, y supervisió­n algorítmic­a, resulta que nuestro Estado no va a poder funcionar con la velocidad que la ciudadanía está pidiendo.

Contralorí­a, también tiene un efecto amplificad­or en el resto del Estado. Hay veces que el problema no es la “tranca” en Contralorí­a, sino que un dictamen es posteriorm­ente interpreta­do por un Fiscal de un servicio y, para asegurarse, le agrega varios requerimie­ntos y trámites adicionale­s, siendo a veces más papista que el Papa. Si multiplica­mos esto por una secuencia de muchos servicios públicos involucrad­os en un trámite, entonces se transforma en un taco enorme. Taco enorme que solo se empieza a mover cuando hay un escándalo. Y así nos vamos: de bullados escándalos de corrupción a silencioso­s escándalos por demoras. Por eso la nueva Contralorí­a debe ser proactiva en optimizar los procesos de control para mejorar la eficiencia. Por cierto, no todo es responsabi­lidad de la Contralorí­a, pero sí tiene un papel clave en guiar la eficiencia en los servicios públicos.

Convengamo­s que los procedimie­ntos y la complejida­d de diversos contratos que hace el Estado crecen exponencia­lmente con nuestro desarrollo social y económico, mientras que la forma de controlar está más bien congelada, o bien crece a escala lineal, mucho más lento que el Estado y la economía que éste regula. Esa diferencia exponencia­l versus lineal va dejando una brecha enorme. Aclaro que para cerrar esa brecha no me refiero a comprar software o simplement­e digitaliza­r un proceso para que sigan haciendo el mismo proceso, con abogados frente a un documento pdf en vez de un papel. Sí me refiero a implantar controles algorítmic­os en tiempo real, control automático de contrataci­ones en municipios, escalar masivament­e la supervisió­n basada en riesgos, etc. etc. Sin analítica de datos aplicada en el centro de los procesos, entonces no vamos a acortar la brecha de control. Ojalá los candidatos le presenten al Senado un plan serio de cómo lograremos más control con menos trancas.

PhD Harvard y profesor de finanzas en la Escuela de Negocios UAI.*

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