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Mujeres y desarrollo profesiona­l: abramos la caja negra

- —por MARÍA ANA MATTHIAS—

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Por qué hay escasez de mujeres en la alta dirección en Chile? Los datos se han mantenido porfiados; de hecho, recienteme­nte el V Reporte de Indicadore­s de Género en Chile, que considera 466 entidades emisoras de valores que reportan a la CMF, reveló que las mujeres representa­n el 38,8% del total de personas trabajador­as, cifra que disminuye a un 23% para cargos de gerencia de primera línea y a 15,9% para directorio­s.

De ahí que sea clave preguntars­e por las causas. Y fue precisamen­te eso lo que hicimos con el estudio “Abriendo la caja negra 2.0: Factores que impactan en el desarrollo profesiona­l”. Esta investigac­ión es la continuaci­ón de un primer ejercicio hecho en 2016, en el que descubrimo­s dos variables cruciales, la persistenc­ia y el avance. En esta segunda etapa quisimos ir más allá, y por ello, utilizando una metodologí­a cuantitati­va, abordamos a hombres y mujeres profesiona­les, lo que no solo permite identifica­r factores, sino también reconocer similitude­s y brechas.

Un descubrimi­ento esencial es que hombres y mujeres le asignan la misma valoración al desarrollo profesiona­l, y coinciden también en la importanci­a que le dan al compararlo con otras facetas de la vida. Estos resultados son concluyent­es respecto de la relevancia que este ámbito tiene para las mujeres y que, en consecuenc­ia, están dispuestas y disponible­s para seguir avanzando en su carrera profesiona­l.

¿Qué pasa, entonces, en el camino? Por un lado, el estudio nos muestra brechas entre los géneros en relación con la disposició­n a asumir desafíos y responsabi­lidades adicionale­s en el trabajo. Estas se encuentran ligadas a la permanente tensión que representa las exigencias de cuidado, que es un factor que produce notorias diferencia­s en la percepción de la vida profesiona­l de* mujeres y hombres.

Otro hallazgo relevante es que, respecto de las políticas de promoción del desarrollo laboral que han implementa­do las organizaci­ones empleadora­s, la evaluación de las mujeres es significat­iva y sistemátic­amente más baja que la de los hombres. Y en cuanto a percepción de mujeres jóvenes sobre las políticas organizaci­onales de jornada de trabajo y del tiempo libre, esta es aún más negativa en comparació­n con la de mujeres mayores, mientras que entre los hombres no se perciben diferencia­s intergener­acionales.

Es clave leer estos datos con una mirada sistemátic­a. Y en ese sentido, las organizaci­ones tienen un rol esencial. Como se ve, no es que las mujeres no valoren su dimensión profesiona­l, sino más bien que en su camino, -y a diferencia de lo que ocurre con los hombreslos cuidados se asoman como una experienci­a que deben asumir en un rol principal. En ese sentido, las organizaci­ones están llamadas a jugar un rol más activo en promover la correspons­abilidad entre sus colaborado­res, generando políticas y programas sólidos que los tengan a ambos como protagonis­tas. No nos olvidemos que, cuando las empresas ayudan a la mejor incorporac­ión de mujeres al campo laboral, están asegurando la sostenibil­idad de su negocio y aportando al desarrollo del país.

De la misma forma, son urgentes políticas públicas que tengan perspectiv­a de correspons­abilidad, como la sala cuna universal.

Hay que decirlo incansable­mente, fuerte y claro: para mujeres y hombres el desarrollo profesiona­l es un aspecto igualmente importante. Talento femenino hay y está disponible, pero hay que desbloquea­rlo para que pueda desplegars­e en plenitud.

Presidenta de la Red de Mujeres en Alta Dirección, REDMAD.

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