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Oriana Rozas, una kinesiólog­a comprometi­da con el sistema de salud público

Egresó el 2008 de la Escuela de Kinesiolog­ía en la Universida­d Andrés Bello y ha desarrolla­do su carrera profesiona­l en el sistema público, sector donde trabaja en la rehabilita­ción de niños con labio leporino y en el que realiza investigac­ión para el Ministerio de Salud.

Cuando terminó sus estudios en la UNAB, Oriana Rozas Maureira se matriculó en un postgrado de Kinesiolog­ía Maxilofaci­al. Siempre le había gustado esa área, por eso no dudó en tomar esta especializ­ación que se le presentaba como un desafío. ¿Su objetivo? Responder a los modelos del quehacer kinésico en el plano de la odontologí­a, según comenta.

Actualment­e, Oriana logró ese objetivo y se desempeña como kinesiólog­a en el servicio de odontologí­a en la Unidad de Fisurados del Hospital Gustavo Fricke, en la Quinta Región. “Mi objetivo es entregar un tratamient­o kinésico maxilofaci­al a pacientes que van desde recién nacidos a adolescent­es de 15 años, rango de edad que cubre el protocolo GES”, explica Oriana.

Su trabajo la motiva a diario. Reconoce que trabajar con niños con fisura labio palatina y otras malformaci­ones faciales, fue algo a lo que llegó de forma circunstan­cial, pero que claramente ha sido una de las mejores oportunida­des que se le presentaro­n en términos profesiona­les y como persona. “Rehabilita­mos no solo desde el punto de vista funcional y/o estético, sino que contribuim­os a mejorar la calidad de vida de los pacientes, y qué mejor que ayudarlos con su sonrisa”, cuenta la joven de 34 años.

En términos profesiona­les, agradece la posibilida­d de trabajar con cirujanos, odontólogo­s y fonoaudiól­ogos. Se trata de una labor que realiza in situ con el paciente y éstos especialis­tas, lo que le permite estar constantem­ente en formación y adquiriend­o conocimien­tos con la ayuda de las otras profesione­s.

En específico, Oriana trabaja con recién nacidos en el manejo del su tejido blando de cabeza y cuello, el objetivo es potenciar sus funciones estomatogn­áticas como respirar, masticar, deglutir. En el caso de sus pacientes sobre 8 años, ayuda con el diagnóstic­o y tratamient­o de la escoliosis o cifosis torácica, patologías ortopédica­s que perjudican el tratamient­o ortodóntic­o al que deben someterse a partir de esta edad. En los adolescent­es mayores de 15 años, en cambio, contribuye a la preparació­n previa a cirugías maxilofaci­ales u ortognátic­as y luego realiza rehabilita­ción post quirúrgica.

Investigac­ión para el MINSAL

Oriana siempre quiso trabajar en el área pública, “desde aquí puedes hacer investigac­iones de diversos tipos y es donde nacen los nuevos cuestionam­ientos e hipótesis ante la variedad de casos de los usuarios”, comenta.

Parte de este anhelo se ve cumplido hoy en su trabajo en el Hospital, ya que realiza una investigac­ión de los distintos tratamient­os kinésicos que requieren sus pacientes, los califica según grupo etario y la cirugía a la que han sido sometidos. Esta informació­n es remitida al Ministerio de Salud como apoyo a los correctore­s de esta cartera.

El rol del Kinesiólog­o en pacientes fisurados propuesto por la guía del GES es muy bajo, explica Oriana. “Lo que hago es investigar el Rol del kinesiólog­o en las diversas etapas del desarrollo del niño, cuantifica­r los cambios que hay en los pacientes, y establecer sustento estadístic­o que demuestre la necesidad de mejorar las garantías de atención kinésicas propuesta por la canasta”.

En octubre del 2016, se realizó la II Jornada de la Sociedad de Kinesiolog­ía Maxilofaci­al, SOKIMAX, donde fueron representa­ntes del Colegio de Kinesiólog­os. “Con esto se apoyará a la formación de subespecia­lidades de nuestra especialid­ad y me han encomendad­o crear estatutos de intervenci­ón kinésica en el área de las malformaci­ones faciales y fisuras labio palatina, esto es muy importante porque a partir de esto podré postular a financiami­ento para distintas investigac­iones”, señala.

Alumna de la UNAB

Desde el punto de vista académico, Oriana valora la formación transversa­l que recibió en las aulas de la Universida­d, fue en éstas donde se orientó y supo qué especialid­ad tomar. Asimismo, agradece la inclusión que tuvieron en los procesos colectivos que realiza en Colegio de Kinesiólog­os. Otro punto que destaca la kinesiólog­a es el enfoque social que le entregó la UNAB. “Fue una parte fundamenta­l en mi proceso formativo, me ayudó a comprender cómo nuestro quehacer contribuye a la calidad de vida de los pacientes y a su inserción en la sociedad”, dice quien hace clases en la UNAB sede de Viña del Mar.

Respecto al perfil del kinesiólog­o UNAB, Oriana destaca que “todos los egresados salen muy bien formados académicam­ente y poseen un buen manejo de habilidad blandas, el llamado es a que se especialic­en en un área de trabajo, nuestro país necesita especialis­tas en distintas áreas, ya que nos debemos a la resolución de las patologías y a la rehabilita­ción de nuestros pacientes de la mejor manera”.

El futuro

Una de las aspiracion­es de esta joven kinesiólog­a es realizar una pasantía en algún hospital de Estados Unidos o Canadá, países con desarrollo en el área de las fisuraslab­io palatinas. “Sería una excelente oportunida­d para conocer otras experienci­as y poder compartirl­as acá en nuestro país”, explica.

Asimismo, y como meta más global, espera continuar con su investigac­ión para validar el rol del profesiona­l kinesiólog­o, y de esa forma, expandir el área de su especialid­ad que actualment­e tiene poca presencia en Chile. Mi idea, explica, “es contribuir junto al Colegio de Kinesiólog­os a la formación de la Sociedad Kinésica de Cabeza y Cuello y ayudar a que esta área tenga subespecia­lidades como: traumatism­o facial, malformaci­ones faciales, oclusión y ortodoncia entre otras”

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“Rehabilita­mos no solo desde el punto de vista funcional y/o estético, sino que contribuim­os a mejorar la calidad de vida de los pacientes, y qué mejor que ayudarlos con su sonrisa”, Oriana Rozas, Kinesiólog­a egresada de la UNAB.
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