Anticoncepción
Hoy es el futuro del pasado. Actualmente existen en el planeta más de 7 mil millones de habitantes y la capacidad para alimentarlos se hace cada vez más insuficiente. Junto con esto, se estima que la población mundial hacia fines del presente siglo superará los 11 mil millones. Este es un problema que no tiene una solución fácil: o tendremos que cesar el aumento de la población o bien tendremos que alojar una parte de la población en otro planeta.
La percepción de la explosión demográfica como problema es relativamente nuevo. Por otra parte, los embarazos no deseados, los abortos en condiciones de riesgo para la mujer y los embarazos a edades muy tempranas se presentan con elevada frecuencia en la actualidad a pesar de los anticonceptivos modernos y de la disponibilidad de servicios de planificación familiar. Cada año se practican unos 3 millones de abortos peligrosos entre muchachas de 15 a 19 años, lo que contribuye a la mortalidad materna y a problemas de salud prolongados. Las complicaciones durante el embarazo y el parto son la segunda causa de muerte entre las mujeres de 15 a 19 años en todo el mundo. Y aunque desde el año 2000 se han registrado descensos considerables en el número de muertes en todas las regiones, sobre todo en Asia Sudoriental,donde las tasas de mortalidad se redujeron de 21 a 9 por 100.000 mujeres-, la procreación prematura aumenta el riesgo tanto para las madres como para los recién nacidos.1
En este escenario, y dado que la ovulación se produce sólo una vez al mes (y la producción espermática es a diario), se han puesto la responsabilidad de la fertilidad y los esfuerzos científicos mayoritariamente en las mujeres. Los principales métodos anticonceptivos actualmente en uso en el mundo entero son femeninos (con excepción del condón masculino que ha ido ganando terreno).
La explosión del conocimiento condujo a notables desarrollos tecnológicos que permitieron disociar voluntariamente el acto sexual de la reproducción. La posibilidad de reducir los contactos sexuales entre hombres y mujeres es realmente mínima y sólo queda como oportunidad para reducir la tasa de natalidad, el uso de más y mejores anticonceptivos por hombres y mujeres. La disposición de tecnologías anticonceptivas seguras, aparecieron recién en la mitad del siglo XX. En nuestro país, específicamente durante el gobierno del Presidente Eduardo Frei Montalva, se formuló la Política de Planificación Familiar del Gobierno de Chile cuyo objetivo fue “reducir los riesgos asociados a la práctica del aborto inducido en condiciones inseguras (…) garantizando el respeto a la conciencia de las personas y su dignidad”.
Las últimas generaciones en Chile y el mundo, han experimentado una progresiva tendencia a independizar su visión de la vida de las grandes corrientes de pensamiento. En la práctica, las personas son más autónomas en sus decisiones y se rigen menos por dogmas y más por su conciencia individual. Como resultado de estas tendencias y a pesar de lo que enseña la Iglesia Católica, la mayor parte del mundo católico y no católico usa los métodos anticonceptivos. El uso de los métodos anticonceptivos a base de hormonas o dispositivos muchas veces ha sido cuestionado desde una postura dogmática, que procura imponer por todos los medios una dictadura moral dentro de una sociedad pluralista. Personalmente, considero que la ciencia debe seguir avanzando hacia métodos anticonceptivos cuya acción no sea necesariamente sobre el sistema endocrino, por lo tanto cada vez más aceptables y asequibles para hombres y mujeres (baratos y fáciles de usar)