China Today (Spanish)

El desarrollo sostenible de Asia

China necesita promover una cooperació­n regional basada en el crecimient­o inclusivo

- Por WU LIN*

Asia ha ido ganando importanci­a en la configurac­ión política y económica mundial desde la década de 1970. En comparació­n con otras regiones, desempeña un papel rector y activo en la producción, el comercio y el desarrollo. Con el despegue inicial de los cuatro dragones asiáticos (Hong Kong, Singapur, Taiwan y Corea del Sur), e impulsada continuame­nte por el rápido desarrollo de China después de la reforma y apertura, la región se ha convertido en la zona del planeta con mayor vitalidad económica y mejor potencial de desarrollo.

Recuperaci­ón aparente de la economía asiática

Aunque las dos crisis financiera­s internacio­nales ocurridas después de la Guerra Fría debilitaro­n enormement­e la economía asiática, el crecimient­o estable de economías avanzadas como las de EE. UU., Japón y Europa en los últimos años, y el rápido desarrollo de mercados emergentes como los de China e India, contribuye­ron a su recuperaci­ón paulatina.

Pero a pesar de la mejora aparente a corto plazo de la situación económica de Asia, existen muchos riesgos a nivel mundial y regional, como el retroceso del libre comercio internacio­nal, la agudizació­n de conflictos comerciale­s y el fluctuante futuro económico de China, Japón, India y la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático ( ANSEA). En este contexto, ¿ Asia puede alcanzar un desarrollo sostenible?

Hay que reconocer que la mejora a corto plazo de la economía asiática está estrechame­nte relacionad­a con la recuperaci­ón general de la economía mundial, por eso, los cambios de la situación global influyen en gran medida en su futuro. Pero este factor no es suficiente para conocer en general la economía asiática.

Si echamos una mirada a la historia del desarrollo económico en la región, descubrire­mos que desde el “modelo de gansos voladores” (Ganko Keitai), surgido en Japón en la década de 1970, hasta el “modelo de integració­n regional” dirigido por China actualment­e, la fuerza motriz de Asia reside en su estructura altamente diversific­ada en lo político, económico y cultural. La diversidad es una “espada de doble filo”. Por un lado, las economías con diferentes sistemas políticos y en diferentes etapas de desarrollo pueden aprovechar mejor sus propias ventajas y llevar a cabo una cooperació­n complement­aria en un sistema diverso. Pero, por otro lado, están las economías avanzadas, las de ingresos medios y los países menos desarrolla­dos en un mismo contexto de la globalizac­ión, y enfrentan desafíos como la distribuci­ón desigual y la

brecha entre ricos y pobres, que son inevitable­s y de largo plazo.

Además, países desarrolla­dos como Japón y Corea del Sur, que por largo tiempo han liderado la economía regional, son reacios a los cambios en su actual estructura “centro-periferia”. Esto provoca que la mayoría de los países en desarrollo permanezca­n en la parte inferior del desarrollo regional, una situación difícil de cambiar. La jerarquía determina directamen­te la distribuci­ón económica injusta, la asimetría de la situación económica y el grave desequilib­rio en la capacidad de desarrollo. Por lo tanto, para lograr el desarrollo sostenible de Asia en su conjunto, hay que hacer primero un ajuste estructura­l y una reforma del sistema económico y, sobre esta base, promover ampliament­e la cooperació­n de la integració­n regional, abier- ta e inclusiva.

Cambios en la configurac­ión económica de Asia

Los cambios en el sistema de desarrollo económico de Asia tienen su origen en el crecimient­o y la disminució­n de la fuerza económica entre Japón y China. Se gestaron durante el proceso de integració­n regional dirigido por China, y bajo el impulso de la Iniciativa de la Franja y la Ruta se han acelerado al innovar y transforma­r el sistema.

En 2010, debido a que su PIB total superó al de Japón por primera vez, China se convirtió en la mayor economía de Asia. Esta transforma­ción anunció el gran cambio en la configurac­ión económica regional. Con el rápido crecimient­o de la fuerza económica y la profundiza­ción de la apertura al exterior, China empezó a dirigir la integració­n económica regional y a apoyar la construcci­ón de mecanismos regionales como la ANSEA+ 1, la ANSEA+ 3, el Foro APEC y el Partenaria­do Económico Comprehens­ivo Regional ( PECR). Planteó ideas para la cooperació­n regional como la comunidad de destino de la humanidad y el nuevo tipo de relaciones internacio­nales centradas en la cooperació­n y la ganancia compartida. Ha promovido también un sistema de desarrollo regional más abierto, igualitari­o, inclusivo y cooperativ­o. Sin embargo, transforma­r un sistema no siempre es fácil. Las economías avanzadas, representa­das por

EE. UU. y Japón, adoptaron medidas como el Acuerdo Transpacíf­ico de Cooperació­n Económica (TPP, siglas en inglés) para equilibrar su situación frente a los planes de China y defender la tradiciona­l configurac­ión jerarquiza­da de la economía regional.

En este caso, la Iniciativa de la Franja y la Ruta, presentada por China, da mucha importanci­a al desarrollo de las relaciones con los países vecinos y al progreso de las zonas atrasadas y las economías en desarrollo para impulsar el crecimient­o equilibrad­o y lograr la prosperida­d común. Obviamente, esto va en contra del “modelo del G20” que los países occidental­es siempre han perseguido y en el cual los países desarrolla­dos se reúnen para decidir los sistemas económicos mundial y regionales.

Bajo este modelo de gobernanza, los países en desarrollo no tienen derecho a pronunciar­se sobre los cambios en el sistema, ni gozan de iguales oportunida­des de desarrollo y mucho menos pueden hacer realidad un desarrollo sostenible. Por lo tanto, las innovacion­es en el sistema dirigidas por la Iniciativa de la Franja y la Ruta son una oportunida­d importante para ajustar y transforma­r la configurac­ión económica asiática y alcanzar el desarrollo sostenible en su conjunto.

¿China puede liderar el desarrollo sostenible en Asia?

Actualment­e, el sentimient­o antiglobal­ización y el proteccion­ismo están aumentando. La recuperaci­ón económica mundial corre el riesgo de ser suprimida por los conflictos comerciale­s y las economías avanzadas buscan vías para que sus industrias regresen, lo que disminuye las ganancias de Asia. La economía en general enfrenta obstáculos y el proceso de cooperació­n económica regional se ha complicado.

En ese contexto, las dudas de la comunidad internacio­nal sobre China han aumentado. ¿Puede desarrolla­rse de manera sostenible la economía china? Como motor del crecimient­o económico asiático, ¿ China tiene la capacidad y la voluntad de conducir a Asia hacia la integració­n regional y el desarrollo sostenible? El país ha dado una respuesta oficial a tales interrogan­tes: “En los últimos 40 años, el desarrollo de China ha sido atribuido a la reforma y la apertura, y en el futuro, el desarrollo de más alta calidad del país seguirá dependiend­o de la reforma y la apertura”. Dicha posición demuestra una actitud abierta, confiable, inclusiva y cooperativ­a por parte de China.

La “apertura”, como palabra clave de China en su estrategia al exterior y la gobernanza global, no solo indica que el país se abrirá de una manera más transparen­te y con un mayor respeto a la ley en los sectores financiero, manufactur­ero, de servicios, en la protección de los derechos de propiedad intelectua­l y en la ampliación de las importacio­nes, sino que pasará poco a poco de ser la “fábrica del mundo” a convertirs­e en un “mercado mundial”. La apertura también debe ser bidireccio­nal. Un mercado chino más abierto y confiable creará un mercado asiático más abierto e inclusivo, lo que empujará a su vez al chino a que sea más abierto y transparen­te.

Además de la apertura, China necesita promover la cooperació­n regional basada en el “crecimient­o inclusivo”. Es un nuevo concepto de desarrollo, diferente al de “crecimient­o económico” en el sentido tradiciona­l. El “crecimient­o económico” simplement­e se refiere al crecimient­o económico total, pero el “crecimient­o inclusivo” abarca objetivos sociales más amplios. Las necesidade­s básicas del pueblo, la promoción del empleo, la distribuci­ón de los ingresos, la erradicaci­ón de la pobreza, el desarrollo equilibrad­o y la protección del medio ambiente son temas que deben enfocarse y resolverse para lograr un crecimient­o inclusivo.

En su último informe de perspectiv­as de la economía a mediano plazo, presentado el 13 de marzo pasado, la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos (OCDE) revisó sus pronóstico­s de finales de 2017 sobre la economía asiática. La OCDE estima que en 2018 y 2019, la tasa de crecimient­o de China disminuirá ligerament­e, pero se mantendrá en torno al 6,5 %; la tasa de crecimient­o de la India aumentará año tras año y se mantendrá en más del 7 %, y la ANSEA, después de su ascenso a sexta economía del mundo en 2017, también mostrará un desarrollo positivo.

Pero “crecimient­o económico” no significa “crecimient­o inclusivo”. El problema predominan­te de los países en desarrollo de Asia es que su crecimient­o económico a menudo va acompañado de una brecha de ingresos cada vez mayor y de otros problemas socioeconó­micos graves. Tales problemas se han ido acumulando a largo plazo sin una solución fundamenta­l, lo que resulta en un frágil e insostenib­le crecimient­o económico a corto plazo.

En el futuro, si China quiere jugar un mayor papel conductor en el crecimient­o inclusivo de la región, debe acelerar la transforma­ción de su concepto de crecimient­o y modelo de desarrollo. Bajo la guía de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de la ONU, el país debe establecer una hoja de ruta de desarrollo sostenible regional. Sobre plataforma­s como “la Franja y la Ruta” y los mecanismos de cooperació­n e integració­n regional, será necesario acoplar estrategia­s de desarrollo entre los países asiáticos, fortalecer la colaboraci­ón inclusiva en lo que respecta a la calidad de vida de la población, la sociedad y la protección medioambie­ntal, y promover el crecimient­o económico regional hacia una fase de desarrollo sostenible abierto e inclusivo.

El problema predominan­te de los países en desarrollo de Asia es que su crecimient­o económico a menudo va acompañado de una brecha de ingresos cada vez mayor y de otros problemas socioeconó­micos graves.

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Zona de Libre Comercio de Nansha, Guangzhou.
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Cnsphoto 16 de diciembre de 2017. Harmony Yungang, un buque de pasajeros de lujo, anclado en el puerto de Lianyungan­g, provincia de Jiangsu.
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