Decidir es una opción
Un debate que tenía los ojos de todo el mundo encima. La legalización del aborto en Argentina logró sumar miles de voces de mujeres que pedían a un solo grito, en las calles de Buenos Aires, poder acceder a la interrupción voluntaria del embarazo de manera gratuita, legal y segura.
Salieron a marchar con pañuelos verdes y tambores varias veces, al tiempo que explicaban que todas deberíamos tener el derecho de decidir sobre su cuerpo y que el aborto hace parte de los servicios de salud reproductiva y, por eso, debería ser de acceso universal.
La demanda era lógica y oportuna, pues según cifras de Amnistía Internacional “cada año se practican en Argentina 500.000 abortos”, lo que representa casi “el 40 por ciento de todos los embarazos”. Además, las mujeres pueden recibir entre uno y cuatro años de cárcel si abortan.
Y aunque muchos aseguraron que desde la campaña de los pañuelos verdes se quería “hacer que todas abortaran”, en realidad lo que se buscó fue promover los derechos de las mujeres. “Una deuda de la democracia”, según muchas.
Bien decía una argentina en días recientes: “el que quiere abortar aborta: no importa si es de manera legal o ilegal” y, por eso, el aborto “debería legalizarse. Si se legaliza se regula, y si se regula se pueden mejorar las prácticas que ponen en riesgo a las mujeres”.