El servidor público
Por estos días se han escuchado voces a favor y en contra sobre la propuesta de congelar el salario a congresistas y altos funcionarios, con la idea de reducirlo a partir de 2022. Medida es populista para quienes creen que no solucionaría la corrupción y los padres de la patria terminarían “completando” su mesada a punta de chanchullos; para otros es una señal de más equidad.
Pero más allá de la discusión, la reflexión se enfoca al hecho de que no se considera que nuestros congresistas deberían llegar allí por una vocación de servicio público y, si bien deben ganar un salario digno, lo que debe prevalecer es el deseo de servir.
Algunos argumentan que los salarios del Estado no son competitivos frente a la empresa privada y por ello consideran que si no se ofrecen altos ingresos es difícil motivar a los más capacitados para cargos públicos relevanes. Aquí también se ignora el sentido de servicio, pues supondría que quien llega al Congreso o dirige una entidad oficial lo hace solo por el deseo de riqueza y se menosprecia lo más importante: un sincero deseo de servir.
No creo que quienes tengan la formación y el anhelo de servir se conformen con un sueldo indigno, pero tampoco considero que los profesionales más idóneos solo se dejen seducir por un salario que supere cualquier propuesta de la empresa privada, esto sería menospreciar la vocación de servicio. En cualquier caso, los ciudadanos debemos valorar y exaltar a quienes pretenden llegar al Gobierno para servir y despreciar al que busca solo enriquecerse.