La suerte está echada
Por estos días se requiere de mucha responsabilidad y sensatez. Se intensifica la circulación de todo tipo de información. Se difunden falsedades, se administran odios, se manipulan emociones. Se aprovechan estos pocos días antes de las elecciones para ganar adeptos, convencer indecisos, engrasar maquinarias y mover aparatos.
Se habla con mucho desenfado en las redes sociales y con timidez en las calles. Claro que hay sitios, y gentes que no temen hablar de este momento, que intercambian permanentemente ideas, que comparten noticias y se ponen al día. No es sino pararse a conversar con quien atiende la chaza, con quien maneja el taxi, con quien espera larga e indignamente los cien turnos para la autorización de la cita o del medicamento. No es sino parar la oreja en las cafeterías, en las busetas, en las bancas de los parques para escuchar lo que se dice, lo que se siente en esta antesala de las presidenciales.
Por lo que he podido averiguar en ese poner cuidado es que se sabe que la jornada del domingo es decisiva; y aunque la suerte ya está echada, creo que hay un lenguaje que no se ha podido expresar, o mejor una sensación que no ha encontrado un lenguaje para expresarse. Como un nudo que no se ha desenredado y que es una mezcla de frustraciones, incomprensiones, molestias de país, y sobre todo de esperanzas, sueños y miradas de futuro. Responsabilidad y sensatez para encontrar en la jornada electoral el camino hacia un porvenir que nos brinde bienestar como país.