Defender la vida siempre
Defender los recursos naturales es un acto de responsabilidad que no tiene nada de abstracto. Luchar para que no se talen de manera indiscriminada los árboles o para que no se contaminen las fuentes de agua tendría que ser un compromiso de cada uno de nosotros.
Contribuir a que nuestra huella de carbono sea cada día menor, participar de las políticas para mejorar el reciclaje de residuos sólidos, exigir que se definan los planes y proyectos que viabilicen el desarrollo sin afectar la sostenibilidad, es un imperativo de toda la sociedad.
Velar por la vida de los animales que están en riesgo de extinción y aún de aquellos que, sin estarlo, reciben un trato degradante o son vejados con prácticas cercanas a la tortura como paso previo a su explotación comercial, es también un principio moral de las sociedades que se precian de ser civilizadas.
Pero es importante resaltar que todas y cada una de estas actividades, en última instancia, buscan proteger y salvaguardar la vida humana en este planeta y garantizar su sostenibilidad en el futuro. Es la vida el principio y el fin de todas las luchas por defender la fauna, la flora y los recursos naturales.
Por eso no podemos callar frente al vil asesinato de líderes ambientales como Gonzalo Cardona Molina, el defensor del loro orejiamarillo y de muchos otros a quienes los grupos armados ilegales han puesto en la mira. Exigimos protección para ellos, así como para Francisco Vera, el niño ambientalista amenazado a través de las redes sociales. La sociedad entera debe rechazar estos hechos.