El perdón es para ti
Solemos pensar que perdonar es un acto que se hace por y para otra persona. Incluso puede que se piense que perdonar es de débiles. Sin embargo, cuando perdonamos el mayor beneficio es para el que perdona.
Una persona que no perdona guarda en su interior un conflicto que trae emociones de rabia, ira, enfado e incluso, tristeza.
Si no te quitas el peso del rencor quedarás atrapado y comenzará a afectarte en todas las áreas de tu vida, estarás más irascible, menos creativo, etc. Pero el que perdona consigue la paz interior. Y la paz interior no tiene precio.
El perdón a los demás solo viene cuando puedes liberarte de tu propio sufrimiento. Cuanto más completa sea tu liberación, más sincero será el perdón
Al juzgar impones el bien y el mal a situaciones que simplemente son.
Aprende que todo se puede entender y perdonar, pero cuando juzgas te apartas de la comprensión y anulas el proceso de aprender a amar. Al juzgar a otros reflejas tu falta de autoaceptación. Recuerda que cada persona a la que perdones aumenta tu amor a ti mismo.
Muchas veces el dolor que sentimos es porque las cosas no han sucedido de la manera que esperábamos, o porque alguien se comportó de una manera que creemos es equivocada. Entonces, quizás perdonar tiene más que ver con soltar cómo pensamos o sentimos que las cosas deberían haber sucedido. Está adentro de nosotros, no afuera.
¿Te has puesto a pensar cómo sería tu vida si dejases de poner tu tiempo y energía en recordar, una y otra vez, tus errores y los de los demás?
Dedícate un rato de introspección. Obsérvate. Conocerte y darte cuenta de lo que haces y cómo lo haces.