Medellín

Lo que hace unos años parecía increíble es hoy una realidad. Medellín se está acercando a pasos agigantados a ser una ciudad turística y pletórica de visitantes extranjeros. Se los topa uno en las zonas reservadas y seguras de El Poblado y el Parque Lleras, pero ya se les ve comprando en El Hueco y en el Parque Bolívar y en la Plaza de Berrío y, seguramente, se arriesgarán a ir a tentar el peligro en el mercadillo debajo del metro. Por supuesto, aunque le duela en los tuétanos al alcalde Federico, los buses con extranjeros pasan por el Edificio Mónaco que dizque van a volar con dinamita en vez de volverlo el museo de Pablo Escobar, como hicieron los judíos con el campo de concentración de Auschwitz. Y, por supuesto van a la tumba de Pablo y le preguntan a los que ven fumando marihuana en las calles en donde la pueden conseguir antes que Duque los espante con su decreto de marras. Para todo ese engranaje turístico que se ha venido encima de Medellín hay hoteles de todos los precios. Es tal el ímpetu de Medellín que ya tiene un restaurante francés, atendido por franceses, con comida francesa, vinos, champan y nombre francés ( Voilá) donde se oyen todos los idiomas en medio del sonsonete de los paisas. Ojalá el alcalde entendiera que conservar los monumentos que recuerdan la maldad de Pablo, (la que pudieron erradicar de la capital paisa), resulta mucho mas atractivo que hacer una maratón para permitir que un carro pise al africano que la encabezaba por falta de señalización y ante las cámaras de tv de todo el mundo.