ADN Medellin

La primera obra en barrio Pablo Escobar

Un Jardín Buen Comienzo se empezó a construir en este barrio olvidado.

- ALEJANDRO MERCADO @AlejoMerca­do10

María Elena García aún recuerda cubrir los teteros de sus bebés con ollas para que las ratas y las cucarachas no los infectaran. Tampoco olvida el nauseabund­o olor a desechos que tenía que soportar por asentarse al lado de un basurero.

Era 1982 y vivía en Moravia, en un lúgubre rancho de latas, plástico y madera con su esposo, quien trabajaba en el basurero, y sus dos hijos: una bebé de 3meses y un niño de 3 años.

“Vivíamos muy marginalme­nte, no había agua, no había luz y estábamos rodeados de animales ymalos olores. Nos tocaba acostarnos y ver las ratas al pie de la cocineta”, recuerda la mujer.

Lo poco que tenían lo perdieron en un incendio que ese año acabó con lo que era el hogar de cientos de personas pobres.

En aquel entonces, Pablo Escobar se encontraba en campaña para el Senado y al ver la situación se dirigió al lugar, en el norte de Medellín, para brindar su apoyo.

Y de las cenizas, más de 400 familias resurgiero­n por el apoyo del extinto narcotrafi­cante, que tras varias reuniones y hacer un censo, les entregó un ficho y la promesa de un lugar mejor. Con ese ficho, ya en la zona oriental de la ciudad, sector Buenos Aires, había una vivienda esperándol­os.

"El tener una casa para nosotros fue maravillos­o, no importaba que algunas no tuvieran puertas, ventanas o sanitarios, ni que tampoco estuvieran conectadas a la red de servicios públicos. Es que nosotros veníamos de vivir en un lugar donde el piso era tabla y las paredes eran plásticos, y ahora tener paredes gruesas y hasta patio fue como un sueño”, rememora la mujer.

Desde entonces comenzó una lucha por los habitantes para ser reconocido­s por el Estado. Una lucha que comenzó con los barrios aledaños, quienes vieron de la noche a la mañana cómo unas 4.000 personas llegaron informalme­nte a ocupar este espacio y a pedir comida y agua.

Paulatinam­ente comenzó la conexión de las viviendas a los servicios públicos para evitar las conexiones ilegales y de contraband­o.

Sin embargo, a pesar de que legalmente estaban conectados a la red de servicios públicos de la ciudad, los habitantes aún no se sentían parte de esta. Cada vez había más casas y llegaban más personas, pero el barrio seguía sin espacio público y sin obras para la comunidad.

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/FOTO: ALEJANDRO MERCADO. ADN María Elena García es una de las primeras habitantes del barrio Pablo Escobar.

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