INTERIOR
Es hora de hacerte un détox mental
Nuestro cerebro fabrica fantasías, preocupaciones y obsesiones alejadas de la realidad en las que quedamos atrapados,
pero podemos desengancharnos de los pensamientos que nos ofuscan siguiendo unas sencillas claves para depurar nuestra mente.
“La felicidad no depende de dónde ponemos los pies, sino de dónde está la cabeza, y nuestros ánimos merodean por el lugar por el que andan nuestros pensamientos”, así lo asegura Jenny Moix, doctora en psicología. Pero, ¿es posible controlar la mente? Ese es nuestro primer error y es tan paradójico como cierto. “Cerremos los ojos e intentemos estar cinco minutos centrados únicamente en la respiración. Nos resultará imposible, ya que entrarán pensamientos en la cabeza sin pedir permiso: el email que tenemos que enviar, lo que nos dijo un amigo ayer… Y es que en la cabeza no existe un botón de encendido y apagado para parar lo que pensamos”, explica la experta.
Y aclara que no podemos controlar la mente como un aparato; lo que debemos hacer es tratar los pensamientos como si fueran nubes: cuando aparecen los dejamos pasar sabiendo que el sol siempre está detrás. Se trata de no quedarnos enganchados.
Aunque Moix reconoce que desengancharse resulta difícil, porque creemos que todo lo que pensamos es la realidad, pero la mayoría del tiempo lo que hace nuestro
cerebro es fabricar pensamientos muy alejados de lo real.
Por eso nos enseña a desintoxicar nuestra mente de tres de las formas más frecuentes de pensamientos intrusos: las fantasías incontroladas, las preocupaciones circulares y las obsesiones parasitarias.
Cuando las fantasías se descontrolan
Cuando no estamos concentrados en algo, nuestro pensamiento empieza a divagar. A veces en el pasado, otras en el futuro y unas más en el mundo de la fantasía.
Aunque este fenómeno no es igual en todas las personas, los estudios indican que la mitad del tiempo nuestra mente se pasa vagabundeando en ese mundo fantástico. “Hay muchos tipos de fantasías, las sexuales quizás sean las más estudiadas, pero también existen de venganza, románticas, y son muy usuales las fantasías de conversación, cuando mentalmente hablamos con otra persona”, explica Moix.
Pero no necesariamente tienen que ser malas. A veces a través de las fantasías llegamos a ideas creativas. En otras ocasiones, si estamos, por ejemplo, sufriendo un dolor físico, nos pueden servir para evadirnos.
Es importante darnos cuenta de que en cada uno de nosotros está, por un lado, la mente, que actúa como el mono que salta de rama en rama (de idea en idea), y está el ‘yo observador’, una parte de nosotros que se da cuenta de que estamos fantaseando, es decir, observa la mente del mono.
“Cuando actuamos o pensamos con piloto automático es el mono quien domina. Para evitarlo tenemos que potenciar esa otra parte del ‘yo observador’”, apunta Moix. ¿Cómo se hace? Practicando. Igual que si nos dicen que hemos de ir con la columna más erguida, solo podemos hacerlo si nos damos cuenta de que andamos curvados. Pues ha- cer lo mismo con la mente, estar atentos a lo que pensamos para cambiar el rumbo.
Salir de las preocupaciones circulares
La preocupación es como rumiar y tiene una forma circular. Cada vez es más difícil salirse del círculo porque las vías neuronales por donde pasan esas ideas están cada vez más sensibilizadas. Es como si el mono siempre caminara por el mismo camino, y esa ruta cada vez está más marcada y resulta más difícil desviarse.
“La preocupación genera malestar, no podemos dormir, no podemos disfrutar nada. Eso lo sabemos, y entonces queremos dejar de preocuparnos porque queremos dejar de estar mal, pero no podemos.
“Aceptar la realidad nos cuesta y lo vemos como una resignación. Solo aceptando las cosas tal como son podemos trasformarlas, pero los humanos somos malos aceptando, siempre queremos cambiar el exterior primero y, de esa manera, topamos con muchas paredes, y he aquí la fuente de las preocupaciones”, describe.
Para Moix, “una preocupación es como un globo. “Parece que solo con una aguja podríamos eliminarlo. A veces zarandearíamos a una persona y le diríamos “¡no ves que es una tontería lo que te está preocupando!”. Vemos que está enganchada y que lo único que tiene que hacer es soltar la preocupación”, testimonia la doctora.
Moix reconoce que deshacerse de una preocupación podría ser así de fácil, simplemente soltarla, pero lo que vemos claro en los demás no lo vemos en nosotros y ¡esa es la gran barrera!
Parasitados por obsesiones
“Una obsesión sería como un parásito que se ha instalado en nuestra mente y la ha conquistado, que roba toda nuestra energía haciendo que no tengamos la suficiente para trabajar, para disfrutar, para nada. Estamos absorbidos”, señala Moix.
Hay muchos tipos de obsesiones, tantas como personas. De hecho, las preocupaciones son como la hermana pequeña de las obsesiones. Solo es una cuestión de grado. Algunas obsesiones típicas son las de limpieza, las de orden y las sexuales.
Lo mejor es intentar desviar la atención hacia otras actividades y, cuando se presenta la obsesión, tomar conciencia de que es solo un pensamiento. La meditación es una técnica útil para darnos cuenta de que nuestros pensamientos solo son pensamientos y no realidades.