¡ El amor eterno sí existe!
Los
que llevamos muchos años en pareja reconocemos la importancia de reinventar- nos. Sin embargo, qué complicado resulta a veces esa reinvención cuando hay hijos, tra- bajo, compromisos, deudas, problemas, fal- ta de tiempo, cansancio, etc.
Es cierto que un matrimonio cambia tras conformar una familia, ¿pero no es ver- dad también que todas las relaciones, con el paso del tiempo, mutan? El lazo entre dos personas no es algo inmóvil, se mueve y evoluciona, fluctúa a través de fases y la re- lación sigue los efectos de ellas.
Seguramente todas añoramos ese ena- moramiento, la fase más emocionante, cuando sentimos las mariposas en la barri- ga, caminamos sobre las nubes, cada en- cuentro nos genera taquicardia, le sonreí- mos al mundo entero y siempre tenemos el corazón feliz. Vivimos bajo el efecto de la borrachera por enamoramiento’, y la ale- gría que caracteriza ese momento nos hace ver las cosas con otra perspectiva, pero –no nos digamos mentiras– es cuando menos nos parecemos a nosotros mismos.
Después llega un momento de calma y el enamoramiento se convierte en estabilidad. Ahí empezamos a hablar del futuro, a pla- near la vida juntos y es cuando conversamos sobre esas bases para una relación duradera. Seguimos apasionadas, pero sin las maripo- sas, ni las sonrisas 24/7. Ya hay reclamos por las llegadas tarde del otro, por las citas in- cumplidas, por su desorden, porque se la pasa pegado a Twitter día y noche o porque sientes que ya no le importas como antes. Aprende- mos a vivir con lo bueno y también con lo malo de la pareja. Los defectos’, aunque empiecen a notarse, son todavía tolerados.
Luego llega la vida real. Creo que esta es la fase más importante y la más complica- da, porque el enamoramiento desaparece y el periodo de calma y estabilidad se convier- te en cotidianidad y a veces también hay abu- rrimiento. La pareja se conoce a la perfección, la frase “eres tan predecible” está a pedir de boca y lentamente va disminuyendo esa em- briaguez por enamoramiento’ y empezamos a vivir la vida. Pero la vida también puede ser emocionante, aunque sea una existencia nor- mal y no como si estuviéramos en una mon- taña rusa. Ahí es cuando el amor se consoli- da o se muere para siempre. El cariño es más silencioso, pero está latente: a cuatro manos alistamos a los niños para llevarlos al cole- gio, los domingos hacemos mercado, hay que escaparse a cenar juntos, a un viaje de fin de semana sin hijos; sorprender con regalitos al otro, dejar notas de amor por ahí o sencilla- mente tener charlas profundas alrededor de una botella de vino rosado. También en las discusiones, en las incomprensiones, en las dificultades y en las molestias, el amor conti- núa propagándose, pero si no somos capaces de percibirlo y si no elegimos luchar, enton- ces este se morirá, poco a poco, de paso con nuestra voluntad.
Es verdad, se necesita tiempo y constancia, pero si lo hacemos, entonces se nos recom- pensará con el amor eterno. Nadie dijo que era fácil, pero tampoco es imposible. Feliz Día de Amor y Amistad, queridas lectoras.