¿POR QUÉ VINISTE A LOS ESTADOS UNIDOS?
Los niños perdidos (un ensayo en cuarenta preguntas) Valeria Luiselli | Sexto Piso | 112 páginas | $57.000
Hay libros que funcionan como diques de contención de una realidad brutal y descarnada que parece haber perdido su cauce, y ese es el caso de Los niños perdidos: un texto que denuncia la terrible realidad de miles de niños indocumentados, mas no ilegales, que emprenden la huida de sus países de origen, generalmente centroamericanos, para llegar a Estados Unidos, la tierra de las oportunidades. Sin embargo, el mito fundacional de ese país, la gran civilización del norte construida bajo el lema “Land of the Free”, está claramente en crisis y ni siquiera los niños pueden esperar que el sueño americano se cumpla.
Este es uno de los tantos temas espinosos de la era Trump, y el libro de Luiselli, más allá de su valor literario o periodístico, es un documento que se aprovecha de un crudo fenómeno para sistematizarlo, darle un nombre y denunciarlo a través de las historias íntimas de los niños a los que ella, de primera mano, ha entrevistado en la Corte Federal de Inmigración de Nueva York.
Desde su condición de inmigrante a la espera de su Green Card, Luiselli se aventura con su esposo y su pequeña hija, en el verano de 2014, a un viaje por las carreteras de Estados Unidos hasta la frontera con México, época que coincide con la crisis migratoria de miles de niños provenientes de Guatemala, El Salvador, Honduras y México. Mientras Luiselli y su familia avanzan, van recolectando recortes de periódicos y cápsulas informativas de radio que dan cuenta de la situación. A partir de allí, la escritora mexicana inicia una reflexión personal sobre la simbología del inmigrante, como lo es ella misma. El relato del libro se dispara, en paralelo, hacia un reportaje con tintes de crónica sobre el trabajo de intérprete que asumió en marzo de 2015 cuando entrevistó a los niños indocumentados que cruzan solos la frontera y que deben responder un cuestionario de 40 preguntas que pretende establecer si tienen derecho a un proceso legal para acceder a la residencia o si, por el contrario, deben ser deportados a sus países de origen. La primera pregunta es casi existencial. “¿Por qué viniste a los Estados Unidos?”. A medida que avanza el interrogatorio, avanza también el calibre del texto, unas veces hacia un análisis demostrativo del problema, con estadísticas y datos concretos, otras veces hacia una queja dramática de cómo los gobiernos, el norteamericano y el mexicano, han manejado el problema, y otras muchas, hacia una reflexión que evoca temas fundamentales y universales como la familia, la infancia, la violencia, el territorio y la comunidad: “Las respuestas de los niños varían, pero al final siempre dan cuenta de un mismo hecho: vivimos en un continente en donde está desapareciendo, o quizá desapareció ya, la noción de comunidad”. Si bien estas preguntas están basadas en un cuestionario de inmigración, cuyo lenguaje y contenido es rígido y pragmático, sobre todo para un niño, cada una de ellas abre un vaso comunicante con otros libros y películas que han tocado el tema: el relato de Luiselli sobre La Bestia, la red de trenes de carga que une las fronteras sur y norte de México, comúnmente llamada también “el tren de la muerte”, en el que arriesgan su vida cada año unos 500.000 inmigrantes, hace pensar en la película del también emigrante español Diego Quemada-díez, quien en La jaula de oro narra la historia de tres jóvenes guatemaltecos que atraviesan la frontera a bordo de sus vagones. O en el relato del magnicidio de 72 emigrantes encontrados en una fosa común en Tamaulipas, en agosto de 2010, recuerda no solo la obra de Bolaño, 2666, sino la de Sergio González, el periodista y escritor mexicano fallecido recientemente, conocido por sus investigaciones sobre feminicidios en México.
Los niños perdidos es, entonces, un libro que se suma a una serie de manifestaciones, que con crudeza y valentía le recuerdan al mundo que los conceptos de nacionalidad, frontera, domicilio, comunidad y hogar deben ser revaluados con urgencia.