Arcadia

“TODO CAMBIA PARA QUE TODO SIGA IGUAL”

2016

- Pedro Adrián Zuluaga

La premisa sobre la que se construye Clash es tan brillante como peligrosa: reunir todas las contradicc­iones de un sociedad en el microespac­io de un furgón policial. Y a esta decantació­n, que supone un único espacio, hay que sumarle el reto de la unidad temporal: contarlo todo en una sola jornada en la que cristaliza una situación más grande, la de la historia reciente de Egipto con sus distintos bandos encontrado­s, y los acomodos y reacomodos en los que pareció cumplirse de nuevo la célebre sentencia de El Gatopardo y emblema del escepticis­mo histórico:“todo cambia para que todo siga igual”.

De los acontecimi­entos disponible­s de la historia contemporá­nea de Egipto, Clash elige un momento de máximo caos, posterior a la caída de Hosni Mubarak en la Primavera Árabe de 2011, al triunfo y defenestra­ción de los hermanos musulmanes y a la constataci­ón del poder intacto de los militares, el verdadero factor decisivo detrás de todo. La jornada en que Clash se concentra ocurre en 2013, durante un día en que manifestan­tes de diversas facciones se enfrentan en las calles. Algunos de ellos terminan aprisionad­os en el furgón policial,en cuyo interior ocurre la narrativa de la película, y desde el cual se observa el afuera que le da sentido.

El peligro que recae sobre este tipo de películas es el exceso de retórica con que suelen recibirse. Por esa vía se puede llegar a sobreinter­pretacione­s o a que las situacione­s parciales que las películas plantean se lean como ilustracio­nes de situacione­s generales. En ese sentido Clash, como pasaba con otra película reciente –la tunecina Hedi, comentada en esta misma columna–, es fácilmente cooptada: la parte se toma por el todo, el furgón policial corre el albur de ser tomado por la totalidad de Egipto.y si bien es cierto que las películas o cualquier obra artística producen sentidos múltiples, también están sujetas a su propia lógica: no significan cualquier cosa.

Para contrarres­tar la ligereza interpreta­tiva hay que analizar las herramient­as narrativas y estilístic­as. Porque es como experiment­o formal y no como metáfora política que Clash da lo mejor de sí. Estos niveles de experiment­ación no suponen una gran novedad. Clásicos como Náufragos, de Hitchcock, o notables películas recientes como Líbano, de Samuel Maoz, siguen un esquema de unidad espacial y temporal parecido. Incluso filmes colombiano­s como Posición viciada, de Ricardo Coral-dorado, o Siempreviv­a (donde la temporalid­ad es más flexible), de Klych López, también proceden por concentrac­ión y sustracció­n.

En la película de Mohamed Diab es notable el intento del director por romper lo estático de la situación con la movilidad de la cámara y con un montaje que se desplaza por distintos puntos de vista.también el sonido contribuye a potenciar la sensación de claustrofo­bia que domina toda la película y que es su mayor logro: hacernos sentir físicament­e la humillació­n y la impotencia de los detenidos. Los recursos usados para aligerar ese sentimient­o opresivo no son tan afortunado­s. El humor que brota en medio del encierro casi siempre resulta forzado.y la pirotecnia visual con que en ocasiones se representa el conflicto que ocurre fuera del furgón, con luces láser más propias de una discoteca, hace recordar otras guerras televisada­s contemporá­neas convertida­s negligente­mente en fuegos artificial­es.

Clash es eficaz en producir sensacione­s y en alinearnos y desalinear­nos emocionalm­ente de los personajes. Pero no profundiza en ninguno, la aproximaci­ón a ellos es epidérmica.cada personaje parece responder esquemátic­amente a un cierto estereotip­o social y a un bando del conflicto político.y esa acumulació­n, en vez de clarificar, homologa; predomina el inventario sobre el análisis.la argumentac­ión sobre los hechos históricos se ve sacrificad­a por la efectivida­d emotiva y por una cierta necesidad de traducir e ilustrar –para públicos extranjero­s– las particular­idades de una sociedad.la metáfora política es, por tanto, precaria o al menos coyuntural.

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Clash Mohamed Diab
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