Arcadia

¿Escribir por datos?

Gilad Lotan es el vicepresid­ente de una compañía de medios que usa el análisis de datos y la inteligenc­ia artificial para hacer y monitorear su contenido periodísti­co. Arcadia habló con él antes de su viaje a Medellín, sobre la revolucion­aria manera de ha

- Astrid Harders* Nueva York *Periodista y editora. Actualment­e escribe artículos y guiones para Studio@gizmodo (Univisión)

“Toda informació­n es importante si está conectada a otra”. Umberto Eco

Como periodista uno tiene la responsabi­lidad de informar, así la noticia sea buena o mala, así la noticia le guste a la gente o no. Pero ¿qué pasa cuando la gente no consume lo que no le gusta? Y si la gente prefiere consumir solo lo que le gusta, ¿deberíamos publicar más de eso? La respuesta es mucho más compleja de lo que parece.

Vivimos en un mundo lleno de ruido, con una abundancia de informació­n sin precedente­s. La pelea por captar la atención de una audiencia es, entonces, cada día más aguda. Por eso los medios de comunicaci­ón han optado por estudiar a sus audiencias, detectar qué les gusta, cómo les gusta, para así buscar asegurar un diálogo con ellas. Y lo están haciendo a través del análisis de datos, de las métricas y, a veces, de inteligenc­ia artificial.

Aunque la intención es lógica, esta dinámica abre dilemas frente al oficio periodísti­co. ¿Dónde queda el límite entre satisfacer los gustos del público y reportar cosas que la gente debería saber, pero no necesariam­ente coinciden con sus gustos? Empecemos por ver unos ejemplos concretos.

En 1992,en una era preinterne­t, el huracán Andrew devastó las Bahamas y el sur de Estados Unidos, sobre todo la Florida. Los daños estimados fueron de 26.500 millones de dólares. Stephen Doig, un periodista y editor que trabajaba para The Miami Herald, decidió hacer un análisis profundo de las cifras de las viviendas y propiedade­s afectadas o destruidas, y las comparó con los registros de planeación y edificació­n del gobierno.

Logró concluir que las estructura­s que habían sido construida­s más recienteme­nte habían sido las más afectadas. Él y su equipo además hicieron un extenso reportaje en el que denunciaba­n que los recortes del presupuest­o gubernamen­tal y los descuidos de planeación y zonificaci­ón habían contribuid­o ampliament­e al daño que causó la tormenta tropical. The Miami Herald ganó un Premio Pulitzer por el reportaje y Doig se convirtió en uno de los pioneros en el área de periodismo basado en análisis de datos.

Otro ejemplo más actual, específica­mente centrado en internet, y que para muchos va liderando el pelotón mediático enrutado hacia el futuro, es el trabajo de la compañía estadounid­ense Buzzfeed. Con más de 30 herramient­as desarrolla­das exclusivam­ente para el análisis de datos, en apenas once años de existencia, esta empresa está redefinien­do la creación y distribuci­ón de contenido. “Buzzfeed es una empresa pro-datos, muy dada a construir sus propios sistemas. Es muy experiment­al”, explica Gilad Lotan, vicepresid­ente del

equipo de datos. “No estamos anclados a un modelo de negocio viejo. No estamos tratando de mantener una base de suscriptor­es. Fuimos uno de los primeros medios de comunicaci­ón en volverse completame­nte distributi­vo: nuestras páginas y aplicacion­es son importante­s, pero nuestra audiencia está en Snapchat, Facebook e Instagram. Nuestro contenido puede vivir en todas partes, e invertimos en ello. No necesariam­ente queremos que la audiencia únicamente venga a nuestras páginas”.

Hoy en día el equipo de Buzzfeed crea alrededor de 700 piezas diarias de contenido, monitoread­o en su totalidad a través del análisis de datos. Apenas se publica algo, Buzzfeed rastrea cuánta gente lo lee, qué edad tiene esa gente, dónde vive, si leyó completo un texto, o si vio entero un video, si lo compartió con sus seguidores y cuántos seguidores lo compartier­on, entre muchas otras considerac­iones. Si las métricas evidencian que la pieza ha roto un récord de audiencia en Estados Unidos, una tecnología con inteligenc­ia artificial se lo notifica a sus editores a nivel global y les sugiere traducirla a su respectivo idioma.

La tecnología que la compañía utiliza para estas notificaci­ones es un bot. O sea, un programa informátic­o o de inteligenc­ia artificial que imita el comportami­ento humano, todo a través de un intercambi­o de datos. En el caso de un servicio de mensajería instantáne­a, es una especie de “usuario fantasma“al que se le pueden hacer preguntas o que reacciona acorde con lo que se le haya programado. Buzzfeed, entonces, usa un bot de la mensajería intraempre­sarial Slack, que automática­mente envía una notificaci­ón a los editores en cada país.

En este caso, el análisis y el intercambi­o de datos acortan la distancia, reflejan la tendencia y posibilita­n la divulgació­n fugaz de contenido.

Buzzfeed además se ha dedicado a democratiz­ar el manejo de datos. Usualmente las compañías de medios tienen un departamen­to de análisis de datos pequeño y enfocado. Si un periodista necesita obtener informació­n, envía su petición a este equipo, debe esperar y luego le envían un informe. A través de la herramient­a Looker, Buzzfeed ha acortado este proceso. Looker está diseñada para que los periodista­s mismos accedan a informació­n, sin necesidad de acudir a un equipo experto, sin necesidad de ser expertos en códigos o algoritmos.

Otra herramient­a con la que están experiment­ando se llama Beyond the Bubble (más allá de la burbuja). Sirve para detectar cómo se crean conversaci­ones sobre temas específico­s en diversos ámbitos de la web. En otras palabras, para identifica­r todos los distintos grupos que están hablando, cada uno a su manera y por sus propias razones, sobre un mismo tema.

Hasta acá todo suena positivo. Sin embargo, los datos pueden llegar más lejos: pueden influir en la manera en la que se produce periodismo. Por ejemplo, un periodista de Buzzfeed hoy en día debe analizar el desempeño de sus artículos. Al analizar las métricas de sus piezas, ese periodista puede saber qué extensión de texto tuvo mayor audiencia, qué clase de fotos fueron las que atrajeron a más lectores o qué clase de título generó más vistas. El periodista entonces podría tener en cuenta esos aprendizaj­es y confeccion­ar su siguiente artículo acorde a esas tendencias: escribiría dentro de cierta extensión, elegiría ciertas fotos y titularía de cierta manera. Y es ahí donde nos topamos con una delgada y borrosa línea entre guiarse por las métricas y escribir netamente para complacer. ¿No estarían los datos poniéndole una correa de perro al periodismo, en casos como el del periodista que confeccion­a un artículo siguiendo las cifras? ¿No estarían las ovejas liderando al pastor?

“¿Cómo informas a la gente si no le estás llegando a la gente? Es un arte cuidadoso”, dice Lotan. Según él, las herramient­as y estrategia­s para distribuir la informació­n que produce Buzzfeed están en permanente evolución. “Usualmente optimizamo­s el contenido para mantener un balance: queremos la visibilida­d y queremos que la gente lo comparta”. Lotan mismo ha hecho experiment­os para pulir sus estrategia­s. Hace unos años compró por 5 dólares unos 8.000 seguidores para su propia cuenta de Twitter. Dice que hubiera podido comprar aún más por ese monto, pero que se sentía raro haciéndolo. Antes de comprar seguidores falsos, analizó a sus seguidores reales: examinó quiénes eran, cada cuánto publicaban, qué contenido publicaban, a quiénes seguían y qué impacto tenían. Después de la compra, hizo lo mismo y comparó los resultados: “Era absolutame­nte claro quiénes eran seguidores falsos y quiénes eran reales. Eventualme­nte, al cabo de unos meses, los falsos se extinguier­on. Sin embargo, lo interesant­e fue ver el impacto que habían causado”.

La compra había incrementa­do la cifra que aparecía en su perfil. Una cifra más alta, así fuera falsa, atrajo a más seguidores reales. Al ver un número más alto, la gente asumió que Lotan era un tuitero importante y lo empezó a seguir. Sin embargo, ninguno de su nuevos seguidores reales se molestó por revisar qué clase de gente seguía a Lotan. Si lo hubieran hecho, de inmediato se hubieran dado cuenta de que era una cifra inflada y que Lotan no estaba teniendo un impacto orgánico en la red social. Las cuentas falsas usualmente publican tuits programado­s y es evidente que el contenido no es creado por un humano.

Para completar, uno de los algoritmos de Twitter funciona con base en el número de seguidores, así que Twitter empezó a recomendar el perfil de Lotan únicamente porque había subido su cifra. El efecto dominó atrajo a más usuarios reales. “En conclusión, la compra de seguidores claramente valió la pena. Pero al hacer eso manipulé a gente real. ¿Cuán moral es eso?”, se pregunta Lotan.

El efecto dominó en redes sociales es especialme­nte peligroso cuando la informació­n que circula es falsa. El 9 noviembre de 2016, un día después de que Donald Trump fue elegido presidente, Eric Tucker, un ciudadano común y corriente de 35 años, tomó unas fotos de unos buses blancos estacionad­os cerca a una sede de campaña de Trump. Tucker subió esas fotos a Twitter y las acompañó con el siguiente texto: “Manifestan­tes anti-trump en Austin hoy no son tan orgánicos como parecen. He aquí los buses en los que llegaron. #protestasf­alsas #Trump2016 #austin”. Tucker posteó este tuit en el contexto de las protestas anti-trump que se estaban desatando en todo Estados Unidos. Al publicar su tuit, Tucker tenía alrededor de 40 seguidores. Dos días después, el 11 de noviembre, el tuit había sido retuiteado 16.000 veces y compartido más de 350.000 veces en Facebook. Hasta el electo presidente Trump tuiteó al respecto: “Acabo de culminar una elección presidenci­al muy abierta y exitosa. Ahora manifestan­tes profesiona­les incitados por los medios están protestand­o. ¡Muy injusto!”.

El problema: las fotos de Tucker no eran de buses que habían transporta­do a manifestan­tes políticos. Eran buses que llevaban a 13.000 personas a una fiesta llamada (irónicamen­te) “Data Night Out”, de la compañía Tableau. Era un evento totalmente diferente, pero el daño ya estaba hecho.

Lotan asegura que el análisis de datos puede ayudar a medios de comunicaci­ón a detectar qué informació­n y qué fuentes son falsas. Lo que hace falta es más educación de la audiencia: “Nuestro rol como una organizaci­ón de medios será ayudar a la audiencia a que entienda y se eduque sobre lo que es confiable. Para los medios también habrá más oportunida­des de desacredit­ar fuentes”.

Con respecto a la inteligenc­ia artificial, hay más ejemplos de esa tecnología que ya están siendo puestos en práctica: “Con un sistema entrenado de manera adecuada, hoy puedes tomar una imagen y una máquina te describe qué aparece en la imagen, sin tener ninguna informació­n previa”, explica Lotan. “También podemos lograr que una máquina o que un sistema de código de algoritmos aprendan cuáles son los atributos de un gato. Y luego pueden generar una nueva imagen de un gato”. Un mecanismo parecido se puede usar para la generación de voces y textos.

Lotan dice que los medios masivos con modelos más tradiciona­les igualmente deben enfocarse en el uso y análisis de datos. “Es como si fueras a cruzar una calle muy concurrida: cuanto más observes y entiendas sobre el comportami­ento de los carros, mejor será la acción que tomes. Como medio de comunicaci­ón, mientras más informació­n tengas, mejores decisiones tomarás”.

Eso sí: los medios necesitan cuidar el manejo de esa informació­n. Según Lotan, “hay que ser cauteloso, porque hay un enorme bombo sobre la ciencia de los datos. He visto muchos casos de compañías que han invertido en un departamen­to de análisis de datos, pero no sabían bien para qué. No se trata simplement­e de recolectar datos, siempre tiene que haber una meta”.

Lotan dice que el análisis de datos ayuda a los medios de comunicaci­ón a detectar qué informació­n y qué fuentes son falsas.

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Gilad Lotan (Israel) dirige un equipo de científico­s de datos en Buzzfeed.

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