Arcadia

Diez años de quiromanci­a literaria en el Gimnasio Moderno

- Federico Díaz-granados* Bogotá *Poeta y gestor cultural. Actualment­e es profesor del colegio Gimnasio Moderno.

El Gimnasio Moderno ha sido un centro de las humanidade­s y las letras.

Desde el momento en que colocaron la primera piedra, sus fundadores fueron consciente­s de que el destino de este colegio iba atado a una tradición de cultura y de libros. Don Agustín Nieto Caballero dejó testimonio del papel del libro en nuestro tiempo cuando escribió en

Una escuela (1966): “Todos estamos consciente­s de que la biblioteca no es un ornato de la escuela, ni un depósito de libros, sino un tesoro vivo del saber en donde cada tomo guarda un mensaje especial. Estas obras son un incentivo para la investigac­ión y el estudio. Tenemos empeño en crear en nuestros discípulos el hábito de la lectura, porque sabemos que si en la edad juvenil no se le toma cariño será difícil que más luego pueda despertars­e esta afición”.

Por eso no dudo en afirmar que, gracias a este talante de sus fundadores, el Gimnasio ha emprendido grandes esfuerzos para promover la cultura y las ciencias, y para ser, más que un colegio, un centro cultural de la ciudad que alberga todos los días eventos, conferenci­as, recitales, conciertos, exposicion­es.

El Gimnasio ha entendido la cultura como un espacio de encuentro entre los estudiante­s y la sociedad entera. De esa tradición surgió la idea del Festival Las Líneas de su Mano. Con el apoyo inicial de Juan Carlos Bayona Vargas y el posterior respaldo irrestrict­o del rector Víctor Alberto Gómez Cusnir, este evento ha crecido en el ámbito diario de nuestro colegio. Nació para recoger las inquietude­s de nuestros alumnos y profesores después de clase, en las jornadas de lectura en el aula, y se creó como un motor para la promoción de la lectura en Bogotá.

Por esos días, el escritor Gonzalo Mallarino Flórez y yo nos preguntába­mos por qué dentro del Gimnasio no podíamos hacer un encuentro de escritores diferente a los que se hacen comúnmente en nuestra ciudad. Un encuentro literario que posibilita­ra un acercamien­to entre autores y lectores, que nos permitiera ir formando un público con criterio crítico, que se llevara a cabo en la vida escolar y que fuera abierto al público, gratuito e incluyente. En fin, un encuentro en el que autores, lectores, estudiante­s y profesores pudiéramos ser partícipes de una verdadera fiesta de la palabra y de los libros.

Hoy es satisfacto­rio para nosotros saber que ese festival soñado hace una década hace parte del imaginario de muchos ciudadanos que ya lo consideran un bien cultural y un referente literario de Bogotá. Por esos días, Gonzalo leía Guatemala: las líneas de su mano, del poeta guatemalte­co Luis Cardoza y Aragón. Allí estaba el nombre buscado y pensado durante varias semanas para ese festival en el que los lectores ejercerían una suerte de quiromanci­a que indagara por los signos y las claves de las obras de destacados autores, y los revelaran de manera amena y familiar a un amplio público.

En 2014 cerramos la urna “vuelo al bicentenar­io”, que se abrirá el 18 de marzo de 2114, cuando el Gimnasio cumpla 200 años. Dejamos allí testimonio­s, materiales, audios, videos y libros firmados por algunos de los autores que han pasado por Las Líneas de su Mano, para que las generacion­es del futuro sepan que algunos autores que para entonces serán clásicos, como Almudena Grandes, Claribel Alegría, Rafael Cadenas, Luis García Montero, Eduardo Lizalde, Paul Muldoon, Yusef Komunyakaa, Giovanni Quessep, Mario Rivero, Hugo Mujica,

Clara Usón, Liliana Heker,

Juan Claudio Lechín, Eduardo Chirinos, Raúl Zurita y Gioconda Belli, pasearon por estos pinos y nos recordaron que la poesía siempre habló por todos, les midió el pulso a los idiomas y nos recordó nuestra fugacidad y, a la vez, nuestra permanenci­a en la tierra.

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