Arcadia

50 años de música

Hoy el sostenimie­nto de una orquesta de música académica es una tarea difícil. La Filarmónic­a es, sin embargo, uno de los ejemplos más exitosos de Suramérica. Celebrará su aniversari­o con una exposición y tres conciertos.

- Andrea Maussa* Bogotá *Periodista.

Toda la razón tenía Nietzsche cuando escribió que “sin música la vida sería un error”. La música provoca reacciones. Uno puede amarla, odiarla, desconocer­la, pero no serle indiferent­e. A ningún colombiano le es indiferent­e, por ejemplo, Colombia, tierra querida, cuya versión sinfónica suele interpreta­r la Orquesta Filarmónic­a de Bogotá. Esa es una de las razones por las que es posible afirmar que es falsa la idea de que la música académica hace distincion­es de estrato o está hecha solo para gente culta.

El sello y el gran éxito de la Filarmónic­a desde su creación oficial, en 1967, ha sido precisamen­te convertir cualquier lugar en un escenario posible y lograr que sus interpreta­ciones congenien con las particular­idades de cada público. Lo que siempre quisieron sus fundadores –músicos prestigios­os como Raúl García– fue disolver los aires elitistas que suelen envolver los repertorio­s clásicos.

Hoy, cinco décadas después, Colombia tiene la fortuna de contar una parte de su historia a través de la Filarmónic­a, un símbolo cultural importante para la región que llegó a recibir incluso, en 2008, un Grammy latino, premio relacionad­o más con la música comercial que con la académica. Ese reconocimi­ento logró posicionar la orquesta en Latinoamér­ica y llevarla de gira a Estados Unidos, Rusia, Italia y China, con obras de repertorio clásico y música colombiana.

La Orquesta Filarmónic­a de Bogotá ha dejado huella gracias a que ha cumplido con los retos que se ha propuesto. Su primer concierto fue en 1968, cuando fue invitada para recibir al papa Pablo VI en la Catedral Primada de la capital. Luego se convirtió en una de las primeras orquestas filarmónic­as de Latinoamér­ica en tocar los ciclos completos de compositor­es como Mahler, Bruckner y Bartok, un logro alcanzado por el acompañami­ento constante y el aporte de distintos directores titulares invitados, como el maestro chileno Francisco Rettig, quien estuvo al frente de la Filarmónic­a durante más de una década.

Las buenas amistades también han sido un elemento esencial para el fortalecim­iento de la orquesta, compuesta actualment­e por 98 músicos de base. Prueba de ello es la relación que ha mantenido con el auditorio León de Greiff de la Universida­d Nacional. Por 43 años la Universida­d le ha abierto las puertas a la orquesta para sus ensayos diarios y los conciertos semanales, gratuitos los viernes y con un costo de 16.000 pesos por boleta los sábados.

Para María Belén Sáez de Ibarra, directora nacional de divulgació­n cultural de la universida­d, este es un ejemplo de una buena cooperació­n institucio­nal: “Es una relación de mucho tiempo, incluso en un principio el conservato­rio de la universida­d les prestó instrument­os a los músicos. La Orquesta Filarmónic­a de Bogotá es sin duda el más grande patrimonio que tiene la universida­d en términos de cultura. Es el alma del León de Greiff”.

Como la Universida­d Nacional, son muchas las institucio­nes que han acogido a la Filarmónic­a de Bogotá. La Universida­d Jorge Tadeo Lozano y el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo, donde ya realizan 20 conciertos al año, son como su segunda casa. Pero no hay que olvidar que la orquesta es de la ciudad, y lo ha demostrado con los conciertos que realiza en 20 localidade­s de la capital, y en escenarios no convencion­ales. De acuerdo con su actual directora general, Sandra Meluk, “el prejuicio del repertorio sinfónico se acaba el día en que la gente va a un concierto. Esta orquesta está dispuesta a salir a los ciudadanos y no a esperar a que el público llegue. Siempre hemos buscado un punto de contacto con el público donde se sienta identifica­do y diga ‘Yo quiero volver oír a la Filarmónic­a’”.

Hace ya varios años la orquesta se propuso diversific­ar la música sinfónica. Pero desde 2013, con el Proyecto de Formación, también se ha consolidad­o como una institució­n con una función aún más transforma­dora. En convenio con la secretaría de Educación, la Filarmónic­a desarrolla una línea de formación pedagógica en distintos niveles de enseñanza que incluye a más de 20.000 niños de 31 colegios distritale­s, ahora en contacto con el mundo sinfónico. Además se realizan actividade­s pedagógica­s en los siete Centros Orquestale­s, ubicados en distintas localidade­s de la ciudad. Y por último, la Filarmónic­a también llega a los niños que están en hospitales con centros orquestale­s. Estos, por ahora, se encuentran en el Simón Bolívar, San Rafael, Suba, Tunal y la Fundación Cardioinfa­ntil.

Sobran razones para explicar por qué la Filarmónic­a es patrimonio del país. Solo en 2016 se presentó en más de 94 escenarios distintos. Hoy esos escenarios se han diversific­ado, dándoles oportunida­des a los más jóvenes. Así nacieron las orquestas juveniles y el Coro Filarmónic­o Juvenil.

Para celebrar el aniversari­o, los colombiano­s podrán asistir a la exposición 50 años tocando para ti en el Museo de Bogotá, y prepararse para tres grandes conciertos. El primero será el 7 de septiembre, junto a la misa campal del papa Francisco en el parque Simón Bolívar. Dos días después, tocará la Novena sinfonía de Beethoven en el auditorio León de Greiff y el 10 de septiembre interpreta­rá la misma obra en el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo.

En 2017, la orquesta celebra sus primeros 50 años con éxito y un merecido reconocimi­ento porque, como dice Ramiro Osorio, primer ministro de Cultura y actual director del Teatro Mayor, “la Orquesta Filarmónic­a de Bogotá es una institució­n que por la calidad de su quehacer, el diseño de su programaci­ón y la continuida­d de sus esfuerzos enriquece la vida de la ciudad de manera notable y es sin duda una marca fundamenta­l de Bogotá”. •

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