Arcadia

Pasar fijándose Por Carolina Sanín

- Por Carolina Sanín

Acabo de terminar de leer una novelaza. Cuatrocien­tas páginas en letra muy pequeña. Argumento relevante y de actualidad: un adolescent­e hace una matanza en su escuela secundaria en Estados Unidos. Tema importante y poco (cada vez menos poco) explotado: las ambivalenc­ias de la maternidad.en la portada, un sello:“now a major motion picture” (Ahora una peliculaza). Se publicó hace ya unos años. Se titula Tenemos que hablar grasa o viendo porno durante las muchas horas que de Kevin (en el original, We Need totalk about Kevin), invertí en su lectura. El disfrute fue de mentiras, como y su autora es Lionel Shriver. La anuncia una cita del el de un vicio. Es cierto que la novela hizo que me olvidara Boston Globe:“imposible parar de leer… brutalment­e de mi vida,pero habría preferido que me hiciera honesta… ¿Quién, en últimas, necesita hablar de recordarla o me ayudara a conocerla (no sé por qué Kevin? Quizás todos nosotros”. Efectivame­nte, yo no habría de preferir la distracció­n y la amnesia). La lectura pude parar de leer (y, efectivame­nte, parece además me llevó a ver cosas, pero no eran cosas de otro que ahora también necesito hablar de Kevin). Los capítulos mundo, sino de este:volkswagen­s y apartament­os de acaban en punta, como enseñó la tradición Nuevayork y restaurant­es y zapatos amarillos y líquido de la novela por entregas del siglo xix, para que la para destapar cañerías. No me llevó a vislumbrar lectora quede picada y empiece en seguida a leer el ninguna verdad, es decir, no me acercó a ningún éxtasis, siguiente; o como enseñó la publicidad del siglo xx, ni me dio ningún placer nuevo, ni ningún descubrimi­ento para que la consumidor­a quede insatisfec­ha (con una aparte de que Kevin mató a un montón de insatisfac­ción sin fin, que no es pregunta sino solo gente y era malo pero quién sabe por qué, y la mamá ganas) y quiera seguir comprando. Los personajes no lo quería pero a la larga sí. El texto no estableció pueden imaginarse como personajes “reales”, es decir, ningún diálogo conmigo porque era un texto compuesto como personas a quienes uno podría conocer y por el engaño, que tal vez sea lo mismo que la de quienes sabría qué decir. Tienen nombre, apellido, “honestidad brutal” que encuentra en él el Globe. procedenci­a étnica, estudios en determinad­as universida­des, Las grandes novelas realistas gringas de las últimas y parientes que se mencionan con nombre décadas, que nos hemos acostumbra­do a entronizar propio, oficio y domicilio, aunque no tengan ninguna como parangones de la calidad literaria, son incidencia en la historia. Se mencionan ciudades más novelones que novelazas. Nuestro gusto por y suburbios que existen en la realidad geográfica, ellas es proporcion­al a nuestro desinterés por la poesía. marcas y modelos de carros, productos conocidos Las leemos con un impulso voyerista y consumista, de todo tipo. Hay fechas exactas, convenient­emente simplement­e para probar modos de vida. Las leemos contrastad­as con los acontecimi­entos mundiales que como quien hace turismo de la peor manera y tenían lugar mientras ocurría la acción ficcional. La como quien oye chismes, con el agravante (el intensific­ador novela está escrita en segunda persona, pues consta de de su insignific­ancia) de que son chismes una serie de cartas de la madre de Kevin a su esposo, sobre gente inventada. Nos hacen creer que existe el padre de Kevin. No falta, claro, el truco, la gran una sola modalidad del tiempo y que un personaje es revelación para el lector, después de que este ha leído una persona. Nos limitan a la visibilida­d, y nos sugieren tropecient­as páginas: ¡las cartas eran para un muerto! que la realidad es como ellas y que es inimaginab­le ¡Kevin también mató al papá! ¡Y además mató a la otra realidad que la de la materia. Entre esas grandes hermanita, que la novela nos había hecho creer, hasta novelas gringas, “magistralm­ente escritas”, llenas ese punto, que seguía viva! de reflexione­s y de acciones, impulsadas por personajes

La novela tiene una estructura como escogida de “redondos”, las hay mejores que Kevin: las de un manual del triunfo literario,y una suficiente complejida­d Philip Roth, por ejemplo. Las hay, también, inglesas: psicológic­a aparente. Como tantas novelas las del más virtuoso de todos, Ian Mcewan. Quisiera de su especie y su región del mundo, es un producto no leer ni una novela más de esas, ni de las buenas ni escrito para el éxito; no para el cumplimien­to de de las mejores, y de los narradores contemporá­neos una intención, sino para el logro de una ambición. La anglos solo leer a Pynchon (y a los que sean como narradora es inteligent­ísima, no tiene puntos ciegos él), o a los grandes cuentistas (a George Saunders, acerca de sí misma, lee con precisión la realidad (aunque, a Lydia Davis, incluso a Lorrie Moore), aunque ¿por qué le escribe cuatrocien­tas páginas a un pueda darme más pereza y menos morbo; aunque muerto? Ni idea).antes de cada desenlace, hace una sus textos me exijan más atención, pues no apelan a la reflexión perspicaz, o un paréntesis pertinente, para adicción; aunque tenga que ejercitar, para entenderlo­s aplazar el placer del lector. La protagonis­ta es, pues, y disfrutarl­os, otra facultad distinta de la hipertrofi­ada una escritora que podría ganarse un premio. Quién factualida­d con la que se lee el nuevo realismo sabe por qué no escribe una novela en lugar de escribir que parece diluir al gran Henry James en Coca-cola, esas cartas y por qué no es de carne y hueso, sino y que hace como si las vanguardia­s del siglo xx jamás apenas un personaje en el papel, si es tan de carne y hubieran tenido lugar y ni James Joyce ni Marcel hueso. La novela copia la realidad y la hace tersa, inteligibl­e, Proust hubieran escrito una sola página. controlabl­e. Mereció elogios, plata y película. Quiero leer una ficción cuyo artificio salga de

Yo la disfruté: “Me olvidé de todo mientras la la imaginació­n y me conecte con la imaginació­n, leía”.“me pude imaginar todo perfecto” (y tal como no con la artimaña. Que me haga imaginar el misterio ya me lo había mostrado la película). Si quisiera ahogarme de quien la inventó. No quiero lujos fabricados en el lugar común, diría incluso que “me metí con destreza, sino tesoros encontrado­s: literatura en el personaje” (¿o es “el personaje se me metió”?). imperfecta, oscura y centellean­te, investigad­a Sin embargo, siento y sé que perdí mi tiempo irremediab­lemente en las cuevas y en el cielo. Que se acabe, por favor, y que entorpecí mi imaginació­n y mi por fin, la literatura del siglo xix, que fue y seguirá cuerpo al leer ese libro, como si hubiera estado viendo siendo magnífica, pero que en el siglo xxi se reescribe programas de televisión de true crime, o comiendo con cada vez menos energía.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia