Pinturas que nos miran y nos incluyen
Nerete, Mulatos, Esperanza, Playas Unidas, Progreso del Campo son algunos de los nombres de los consejos comunitarios del municipio de La Tola, en el Pacífico nariñense, en los que, en reuniones convocadas para restablecer sus derechos, se dibujó para dar
Cartografía social”, pinturas o dibujos que narran; expresiones artísticas que son al mismo tiempo memoria y proyección de futuro, representaciones de los hábitats singulares en tableros o telones donde se reconstruye o se acaba de inventar el tejido social roto por la violencia, o aún inacabado por un país que sigue planeando su devenir territorial sobre mapas diseñados a escalas geográficas de 1:100.000, en los cuales no se alcanzan a denotar los terruños con sus elementos de identidad más concretos. Valoraciones sociales y personales de la vivienda, del campo deportivo, de los cultivos, del “bosque de respaldo” esencial en la vida de la gente del Pacífico, mediante trazos que se agigantan o se contraen al tenor de los recuerdos o de los anhelos, como aquellos seres enamorados de brazos que se crecen para abrazar mejor a su pareja, en los grabados eróticos de Picasso. Aldeas que giran en el espacio onírico, a la manera de Chagall. Técnicas artísticas que anidan en el alma poética de todo ser humano.
Visiones integrales del territorio de las comunidades negras desde sueños soñados despiertos, en tecnicolor o en blanco y negro, para denotar la potencia de la esperanza, o el vacío de la muerte y del despojo, por colectivos que rescatan las microhistorias de la vida y del conflicto para el devenir nacional, y fundamentan la paz desde los tuétanos de víctimas que nos miran y nos hablan como “otros” desde el envés del espejo de lo que nos ha pasado como nación, incluyéndonos, dando pie a una reincorporación de todos como agentes directos o indirectos de una historia preñada en una colombianidad que no acabamos de descifrar, o de inventar…
Lecturas y relatos primitivistas que nos asoman a lenguajes incluyentes, fundadores de universos culturales insospechados en los aislamientos urbanos, como lo hicieron para la modernidad aquellas pinturas del duque de Berry, donde se plasmaron las jerarquías medievales de tierra y cielo, mientras transcurrían Las horas de otros tiempos de trabajo, oración y violencia; o como lo hizo Orlando Rivera, “Figurita”, en la naciente contemporaneidad barranquillera de La Cueva.
Así nos miran estas estampas recreadas por las víctimas miembros de comunidades negras de veredas cuyos nombres también revelan identidades, convicciones, expectativas: Nerete, Mulatos, Esperanza, Playas Unidas, Progreso del Campo… del municipio de La Tola, en el Pacífico nariñense, en reuniones convocadas para restablecer sus derechos, propiciadas por equipos de jóvenes apoyados por el Ministerio del Interior en cumplimiento de los Autos 005 de 2009 y 073 de 2014 en seguimiento a la Sentencia T-025 de 2004 de la Corte Constitucional sobre las víctimas del conflicto armado.
Desde allí los habitantes de aquellas veredas nos proponen sus verdades en estos tiempos en los que se quiere ocultar la verdad en pos de la impunidad, o por la deslegitimación de los adversarios políticos, y nos ofrecen la oportunidad de construirnos desde el mutuo reconocimiento, con proyecciones hacia un país donde todos hablemos, signifiquemos, aportemos a una conversación necesaria para ir dejando atrás los duelos, los aturdimientos, la rabia y el dolor, y podamos reconstruir vecindarios de paz, escenarios en los que se respeten los ámbitos del juego, del trabajo, de lo doméstico, los recodos de la naturaleza, los ríos, los bosques, las playas, los paisajes urbanos, como espacios humanizados que nos reafirman y dan posibilidad a la vida; en suma, como generadores del territorio como hábitat, como posibilidad de inventar y recrear, otra vez, la felicidad… •
Esta iniciativa es un esfuerzo conjunto del Grupo de Articulación para la Política de Víctimas del Conflicto Armado (GAPV) del Ministerio del Interior y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).