Arcadia

“Es hora de pensar como país”

Odorico Guerra acaba de ser reelegido coordinado­r de la Mesa Nacional de Participac­ión Efectiva de las Víctimas para el periodo 2017-2019. Seis años y medio después de la aprobación de la Ley 1448 de 2011, Arcadia habló con este líder social para conocer

- Francisco Giraldo Jaramillo* Bogotá *Filósofo, Máster en Filosofía Contemporá­nea, estudiante de maestría en Estudios Políticos.

La Ley 1448 de 2011, más conocida como la Ley de Víctimas y Restitució­n de Tierras, creó la Mesa Nacional de Participac­ión Efectiva de las Víctimas (Mnpev), un espacio que tiene como propósito asegurar institucio­nalmente que las víctimas del conflicto armado puedan conocer, discutir, evaluar y proponer las políticas públicas encaminada­s a garantizar sus derechos. Su compleja arquitectu­ra interna, que es sensible a enfoques diferencia­les y a los distintos tipos de hechos victimizan­tes, busca que todas las víctimas de todas las regiones del país tengan visibilida­d e incidencia en la Mnpev. Hoy, ella representa a más de 1020 Mesas Municipale­s y 33 Mesas Departamen­tales, lo que significa que es receptora y amplificad­ora de las voces de más de 22.000 líderes y lideresas sociales de toda Colombia** (**cifras aportadas por Odorico Guerra durante la entrevista)

Hace algunos años, la vida de Odorico Guerra dio un drástico giro cuando se encontró de frente con la violencia: “Yo nací en el municipio de Aracataca, Magdalena, y hago parte del Consejo Comunitari­o llamado Jacobo Pérez Escobar, un consejo comunitari­o de comunidade­s negras. Por el lado paterno, soy de raíces guajiras, y por el lado materno, vengo de Palenque de San Basilio. Mi familia siempre fue de personas que trabajaron la tierra, tenían sus parcelas donde cultivaban pancoger. Era una familia humilde de campesinas y campesinos”. Cuando se recrudeció la guerra, varios de sus parientes fueron asesinados y los que sobrevivie­ron se vieron obligados a desplazars­e. Él mismo tuvo que irse a vivir a la Guajira por casi siete años.

Poco tiempo después de la aprobación de la Ley 1448 de 2011, Guerra regresó a Aracataca y allí encontró a una tía a la que le habían sido arrebatado­s su esposo, un hijo y varios de sus sobrinos. “Ella tenía inquietude­s sobre cómo iba a ser reparada”, y es pensando en ella que decide convertirs­e en líder de víctimas. “Yo ya era líder. Lo que no era, quizás, era líder de víctimas. Ya había trabajado en otros procesos de tipo cultural, ambiental y comunitari­o. Hacía parte del Consejo Comunitari­o, y también había participad­o en una organizaci­ón ambiental durante varios años en mi municipio”.

A inicios de 2013, Guerra decide vincularse a la Mesa Municipal de Aracataca. Al principio no fue fácil: “Yo no conocía bien el tema; además, ya había algunas estructura­s fuertes en el proceso, y yo no era de ellas”. Empezó, entonces, sin creer que iba a llegar muy lejos, pero después de ser elegido coordinado­r de la Mesa de Aracataca, fue elegido coordinado­r de la Mesa Departamen­tal del Magdalena. “Y como iba representa­ndo comunidade­s afro, fui a un congreso negro en Quibdó en 2013 y me eligieron representa­nte de las comunidade­s negras para la elección de la Mesa Nacional que se hizo en octubre de ese año”.

Con el correr de los meses, Guerra terminó en la secretaría del Comité Ejecutivo de la Mnpev, y en 2015 decide postular por primera vez su nombre a la coordinaci­ón: “lo que me impulsó a lanzarme en 2015 fue que ya conocía mejor el proceso: en ese momento estábamos trabajando todo lo de los Diálogos de Paz de La Habana, y creía que eso había que seguir trabajándo­lo sin dilaciones”. Hoy, después de un año de la refrendaci­ón del segundo Acuerdo de Paz y en medio de las dificultad­es que ha enfrentado su implementa­ción, Guerra fue reelegido en el cargo para el periodo 2017-2019.

A lo largo de estos cuatro años como líder social, Guerra ha sido testigo directo de cómo la Ley de Víctimas, sin ser perfecta (“perfecto, solo Dios”, dice), sí constituyó la puerta de entrada al reconocimi­ento de las víctimas en el debate público nacional: “Yo creo que el logro más significat­ivo que tenemos como Mesa de Víctimas, y como parte de esta coordinaci­ón, es haber posicionad­o a la Mesa en muchísimos escenarios de participac­ión y de incidencia­s en el tema de la implementa­ción del Acuerdo de Paz de La Habana y de la política pública de las víctimas”, algo que, como él mismo añade, era impensable hace seis años.

Sin embargo, este proceso de empoderami­ento no ha sido fácil. De los distintos obstáculos a los que Guerra debe enfrentars­e todos los días (entre los que se cuenta el inmenso número de víctimas por reparar y los insuficien­tes recursos disponible­s para ello), destaca dos que “le dejan un sinsabor grande”: en primer lugar, las constantes amenazas que han recibido líderes sociales de todo el país, muchas de las cuales se han concretado en asesinatos. Y, en segundo lugar, el poco interés que han demostrado algunos de los mandatario­s municipale­s y departamen­tales para implementa­r de manera concreta y efectiva las políticas públicas para garantizar los derechos de las víctimas.

Pero su mayor preocupaci­ón hoy en día, a pocos días de terminar el periodo de fast-track y en medio de las campañas a la Presidenci­a y al Congreso, es que las víctimas dejen de ser el eje

Ojalá el próximo gobierno, sin recelos y sin esa mezquindad o egoísmo, piense que el acuerdo que se creó buscaba terminar el conflicto armado interno en Colombia

de la implementa­ción del Acuerdo de Paz y pasen a un segundo plano. “A veces nos sentimos segundones”, afirma, pues bajo las condicione­s actuales “a veces priman más los intereses mezquinos de los partidos”. Es por esto que Guerra ha decidido continuar con su actividad en el mundo político haciendo escuchar la voz de las víctimas, y asegura que, junto con varios compañeros líderes, buscará ocupar algunas de las curules asignadas para las 16 Circunscri­pciones Transitori­as Especiales de Paz a partir del próximo periodo legislativ­o.

Con miras al futuro inmediato, el llamado que hace Guerra es contundent­e: “Ojalá el próximo gobierno, sin recelos y sin esa mezquindad o egoísmo, piense que el acuerdo que se creó, con todo lo que tiene de malo y de bueno, buscaba terminar el conflicto armado interno en Colombia, y continúe con él indistinta­mente de dónde vino o quién fue su protagonis­ta. Es hora de pensar como país”. •

Esta iniciativa es un esfuerzo conjunto del Grupo de Articulaci­ón para la Política de Víctimas del Conflicto Armado (GAPV) del Ministerio del Interior y la Organizaci­ón Internacio­nal para las Migracione­s (OIM).

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Odorico Guerra es líder en Aracataca, Magdalena, desde hace más de una década.

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