Señores Arcadia:
EN LA PASADA EDICIÓN de esta revista, un columnista, Mario Jursich, terminó hablando de los boicots a escritores que hacían “los bolcheviques durante el gobierno de Stalin, los fascistas en la Italia de Mussoloni y los falangistas en la España de 1936”, en reacción a lo acontecido con una postal digital creada por la Cámara Colombiana del Libro para comunicar la presentación del nuevo libro de Mario Vargas Llosa, La llamada de la tribu, en el marco de la Feria Internacional del Libro de Bogotá (filbo). La postal fue compartida en su muro de Facebook por otro invitado de la filbo, José Castellanos, con el siguiente texto: “¿Quién se apunta al sabotaje?”. A esa postal, yo, director cultural de la feria, le di un “me gusta”.
A manera de cronista “fiel a los hechos”, el columnista empieza diciendo: “Las cosas fueron así” y, a partir de ahí, presenta como sucesos verídicos sus propias interpretaciones del mensaje de Castellanos y de mi propio “me gusta”. Es desconcertante la literalidad con la que el columnista leyó el texto de Castellanos –literalidad propia de los malos lectores, incapaces de identificar humor e ironía en un texto, por obvio que sea el humor y por obvia que sea la ironía–. Falla como lector, pero también falla como cronista: ni preguntó ni se preguntó qué significa o puede significar en el lenguaje de las redes sociales un “me gusta”. Las razones de mi like específico pueden ser muchas y todas válidas: pueden pasar por lo más nimio, como el deseo de seguir el desarrollo de un estado de Facebook; como pueden ser razones políticas, literarias y estéticas.y estas razones no se limitan al gusto personal sino que trascienden a lo profesional y político: la programación de una feria del libro debe ser, ante todo, una gran conversación literaria en la que confluyen voces nuevas y consagradas, poéticas, políticas y estéticas disímiles e incluso en choque –y acá son bienvenidos, por supuesto, el humor y la ironía–. Como ya sabemos, el dichoso sabotaje no ocurrió. Por el contrario, los eventos en que participóvargas Llosa transcurrieron tranquilamente, como los de los demás invitados a la filbo, incluyendo a autoras como las geniales Diamela Eltit y Ana Blandiana.
Pero más allá de las razones detrás de un like, quisiera ahondar en el intento que hace el columnista de corporativizarnos a Castellanos y a mí:“su posición (como invitado y como director cultural de la feria) los debería obligar cuando menos a guardar las formas”. Esto es quizás lo más descorazonador y problemático de todo su texto, y acá digo: Jursich falla como lector y falla como cronista, pero falla terriblemente, preocupantemente, como intelectual y como crítico.
El columnista comparó el mensaje de Castellanos con la represión estalinista, fascista y falangista. No está de más recordar que ha sido justamente en regímenes opresores donde algunos intelectuales, serviles de las autoridades, se han dedicado a buscar detalles insignificantes de otros intelectuales que, amplificados y hábilmente retorcidos, han sido usados para perjudicar a sus pares.también quisiera preguntar: ¿De verdad hay que explicitar que más que un acto violento, el llamado al sabotaje buscaba desacralizar una figura, sin represiones ni violencia física de por medio?
Me parece pertinente recordarle al columnista que la crítica no debe confundirse con el Manual de Urbanidad de Carreño, y que definitivamente el ejercicio crítico, si va a partir de lo que se lee en redes, no es compatible con el analfabetismo digital. Mucho menos es compatible con la vigilancia: ningún diálogo puede darse tranquilamente bajo la dinámica de vigilar y castigar. Ningún diálogo intelectual puede darse si en lugar de sujetos hay objetos corporativos.