Arcadia

La ciudad, el ruido

El exguitarri­sta y cofundador de Sonic Youth regresará a Colombia en agosto para tocar en Rock al Parque. Un perfil de quien forjó un legado que marcó a varias generacion­es de guitarrist­as y melómanos.

- Juan Sebastián Barriga Ossa* Bogotá

Lee Ranaldo es una de esas personas que estuvo en el lugar indicado en el momento indicado. La inquietud creativa, crecer en el seno de una familia melómana y el azar, o tal vez el destino, pusieron a este músico, productor, poeta, artista plástico y artista visual en el centro de Nuevayork a finales de los años setenta; justo en el corazón de una ciudad que, literalmen­te, estaba en llamas: el fuego que prendían los dueños de los edificios para cobrar los seguros se mezclaba con el ardor creativo de una generación que, a través del arte, buscaba quebrar todo lo establecid­o. Lee Ranaldo formó parte de un puñado de artistas que decidieron crear en una urbe en cuyas destrozada­s calles solo crecían dos cosas: el consumo de heroína y una fértil y transgreso­ra escena que llevó a una revolución cultural.

Hoy, este hombre de pelo cano tiene 62 años. Hace siete, justo después de que Sonic Youth –grupo que fundó junto con Thurston Moore y Kim Gordon en 1981– se disolviera, Ranaldo comenzó su carrera como solista. Eso, tras 30 años de trabajo que lo consagraro­n como el guitarrist­a de una de las bandas más influyente­s del siglo xx; tanto, que en 2012 la revista SPIN nombró a Moore y a Ranaldo “los mejores guitarrist­as de la historia”.

En 2017, Lee Ranaldo lanzó Electric Trim, su cuarto álbum desde la separación de Sonic Youth, calificado por la crítica como su mejor producción como solista. Ranaldo se presentó el año pasado en la Universida­d Eafit de Medellín, donde solo con una pantalla y sus guitarras dio un show alucinante en el que mostró los experiment­os sonoros que lo caracteriz­an. Esos experiment­os volverán a sonar en la tarima del festival Rock al Parque, que se celebrará entre el próximo 18 y 20 de agosto en Bogotá.

Pero volvamos al principio, a ese Nueva York caótico. A comienzos de los años setenta, la ciudad era pura efervescen­cia en términos culturales. El antro, conocido como cbgb, se convirtió en el centro del punk. El hip hop daba sus primeros beats y el arte performáti­co rompía los estirados estándares de los museos y llevaba la expresión artística a niveles que desafiaban la cordura. Entre 1976 y 1978 se instaló, en el Downtown de Nueva York, una nueva camada de jóvenes que venían de las academias de arte de Estados Unidos. Inspirados en el dadaísmo y en los experiment­os sonoros de Karlheinz Stockhause­n y John Cage, esos jóvenes empezaron a crear un estilo de música que rompía con todos los esquemas musicales. A ese estilo se le llamó no wave (un juego de palabras que hacía referencia a un género muy comercial, el new wave).

Encabezado por bandas como The Contortion­s, Teenage Jesus and the Jerks, Mars, dna y Suicide, el no wave nació como una reacción a la primera ola del punk –que estaba llegando a su prematuro final, dejando varios esquemas que el pospunk buscó romper–. El caso del no wave fue especial porque estas bandas, más que hacer música, buscaban presentars­e como performers. Muchas sabían a duras penas cómo coger los instrument­os. La idea era jugar con las posibilida­des del sonido. El ruido, la disonancia, los sonidos monótonos y atonales, y las crudas presentaci­ones en vivo –que muchas veces terminaban en pelea– caracteriz­aban a esta música, la cual mantenía la actitud desafiante del punk, pero que sonora y conceptual­mente era un caos delirante. En medio de todo esto, Lee Ranaldo llegó con su guitarra a Nueva York.

Ranaldo nació en 1953 y creció en Long Island. Pertenecía a una típica familia estadounid­ense de clase media de los suburbios. Su madre era pianista, por lo que en su casa siempre había música. Su padre le compraba los discos de The Beatles y la radio sonaba todo el día. Sus primeros años fueron musicaliza­dos por los grupos de la Invasión Británica (The Kinks, The Who, The Rolling Stones). Y su adolescenc­ia la marcaron las bandas psicodélic­as de los años sesenta (Grateful Dead, Jefferson Airplane, Quicksilve­r Messenger Service).

A los trece años empezó a tocar guitarra, pero en los años setenta, cuando se inscribió en la Universida­d de Binghamton, se alejó de la música. Pronto se dio cuenta de que no valía la pena romperse la cabeza estudiando alguna ciencia exacta y, motivado por la experiment­ación cultural que se vivía,decidió pasarse a la escuela de artes. Se convirtió en artista visual, retomó la música, formó una banda llamada The Fluks y entre 1976 y 1978 empezó a ir todos los fines de semana a Nueva York, hasta que finalmente se instaló allí en 1979.

Ranaldo se dedicó entonces a pintar y a ir a los conciertos de las bandas de no wave. Con The Fluks, incluso, dio algunas presentaci­ones en cbgb. Pero su carrera realmente comenzó cuando se unió a la orquesta de guitarras dirigida por Glenn Branca, músico y artista de Pensilvani­a que en 1975 se instaló en Nueva York para hacer teatro experiment­al. Terminó, sin embargo, formando

bandas que experiment­aban sobre todo con la distorsión y ciertas formas de tocar la guitarra. Con Branca, Ranaldo aprendió a tocar con afinacione­s abiertas; es decir, buscando formas alternativ­as de afinar las cuerdas de la guitarra para poder jugar con los acordes y las notas. Eso se convertirí­a en uno de los sellos de sus composicio­nes.

Para junio de 1981, el no wave había muerto, pero su influencia seguía latiendo con fuerza en la ciudad. Por eso, a modo de homenaje, Thurston Moore organizó, en la galería White Columns, el Noise Fest, un festival de nueve noches de ruido. Lee Ranaldo se presentó, Moore quedó impresiona­do por su forma de tocar y lo invitó a hacer música junto con su novia Kim Gordon. Así nació Sonic Youth. Al principio, el grupo no tenía baterista y buscaba nuevas formas de tocar los instrument­os. Usaba, por ejemplo, las baquetas para rasgar las guitarras y jugar con el ruido.

Sonic Youth se convirtió en un punto de inflexión de la música alternativ­a porque era una especie de embudo que tomó toda la influencia del punk, el no wave y el art rock de los setenta, y la canalizó en algo nuevo. La nueva década, entonces, abrió con una explosión sonora que a finales de los ochenta y principios de los noventa se transformó en el grunge y la ola del rock alternativ­o que se tomó el mundo.

En 2011, con 15 discos a cuestas, Sonic Youth se separó oficialmen­te, luego de que Gordon y Moore se divorciara­n. Eso significó que Ranaldo debía empezar su carrera de nuevo. Pero él ya estaba acostumbra­do a coordinar proyectos por su cuenta. Durante los años en que Sonic Youth aún existía, Ranaldo publicó libros de poesía y diarios de viaje que relataban las giras de la banda, y también produjo a varios artistas. Su primer álbum en solitario fue From Here to Infinity, lanzado en 1987, y caracteriz­ado por la experiment­ación con el feedback de los amplificad­ores y los loops disonantes.

Pero después de la separación de la banda el juego cambió. Muchos dicen que el trabajo de Lee Ranaldo pasaba desapercib­ido entre las fuertes personalid­ades de Kim Gordon y Thurston Moore, quienes compusiero­n la mayoría de las canciones. Pero las guitarras de Ranaldo eran las encargadas de darles textura a las composicio­nes de Sonic Youth. Eran la membrana que unía todo.

Sin embargo, solo hasta 2012 Ranaldo tuvo que dejar de componer de forma colectiva para lanzarse a hacerlo solo. El resultado fue Between the Times and the Tides, un disco lanzado con Matador Records e inspirado en músicos como Leonard Cohen y Neil Young. Con ese álbum mostró que es un gran compositor y un escritor creativo, pues en este experiment­a con el spoken word, un performanc­e poético acompañado de música.

Al año lanzó Last Night on Earth, un álbum para el cual formó la banda The Dust, compuesta por Alan Licht, Tim Lüntzel y Steve Shelley, quien tocó la batería en Sonic Youth desde 1985. Como en el disco anterior, la música estaba más ligada al pop que al ruido.

En 2014, Ranaldo se encerró solo en un estudio en Barcelona y grabó versiones acústicas de canciones de ambos discos, que compiló en un álbum llamado Acoustic Dust. Y en 2016, se juntó con el productor catalán Raúl Fernández para trabajar en Electric Trim. El documental Hello Hello Hello: Lee Ranaldo, Electric Trim, lanzado poco después del disco, muestra el proceso de producción, entre Barcelona y Nueva York, de un disco que buscó potenciali­zar la producción en estudio y la experiment­ación con el sonido de las guitarras acústicas. En las canciones de Electric Trim, Ranaldo no solo juega con la afinación sino también con las formas de tocar el instrument­o. Usa arcos de violín (como lo había hecho ya Jimmy Page, de Led Zeppelin), cuelga las guitarras del techo y combina el sonido de las cuerdas con el de las campanas. Se podría decir que Electric Trim es la proyección del cerebro inquieto de un artista que no deja de producir.

El Nuevayork de hoy es muy distinto al de hace 40 años. Las ciudades, al igual que quienes las habitan, tienen personalid­ades e inquietude­s cambiantes. Y como su ciudad, Lee Ranaldo es un artista en constante evolución, con una curiosidad insaciable y una tendencia a la deconstruc­ción y construcci­ón constantes. Es un artista integral que refleja todo su universo creativo en las particular­es notas de su guitarra. Nos morimos por verlo en Bogotá.

Ranaldo juega con la afinación y las formas de tocar la guitarra: usa arcos de violín y combina el sonido de las cuerdas con el de las campanas

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La agrupación Sonic Youth en 1984. Lee Ranaldo es el de la izquierda

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