Arcadia

Mil palabras por una imagen

- Antonio Caballero

No sé muy bien si esta fotografía correspond­e a la ceremonia del día 5 de mayo en que se anunció la disolución de eta, la organizaci­ón independen­tista y terrorista vasca, o si retrata otro de los muchos anuncios de retirada o de reanudació­n de su lucha que esa banda ha hecho en sus 59 años de existencia. En todo caso sin duda

es una foto reciente, porque muestra una

eta próspera, como correspond­e a un País Vasco próspero, ya sea del lado español o del lado francés de la frontera que lo parte en dos. No es como las fotos aquellas de cuando la verdadera y dura clandestin­idad de

eta, bajo el franquismo de hace medio siglo: fotos oscuras, desenfocad­as y borrosas, con los enmascarad­os de turno tapados apenas con la mano, o con un trapo de asaltante de diligencia­s, o con un pasamontañ­as tejido en lana por su mamá. Es una foto de ricos.

Y de ricos exhibicion­istas: vean esas capuchas de diseño de alta costura y de blancura impoluta, que parecen de seda, y a lo mejor lo son. Esa mesa vestida con un blanco mantel de hilo de holán, un mantel como los de los más elegantes restaurant­es del País Vasco, que son los mejores y los más caros de España. También –a lo mejor– es uno de esos.vean esas boinas negras y limpias, sin sudar, como de guardarrop­ía de teatro.a lo mejor lo son. Y vean esos puños cerrados, enguantado­s de fino cuero negro, que se alzan en histriónic­o gesto de desafío. Los tres etarras de la mesa se destacan en negro sobre el profundo azul del telón de fondo, y llevan en el pecho el mismo afiche de eta que cuelga detrás, blanco y azul claro, con su emblema de la serpiente enroscada en el mango de un hacha y su divisa de combate:“bietan jarrai”, que en vascuence –en euskera– significa “seguir con las dos”. Es decir, con las dos formas de lucha: la armada, representa­da por la fuerza del hacha, y la política, por la astucia de la serpiente. A la izquierda, completand­o el attrezzo, se yergue la ikurriña, la bandera vasca, roja, blanca y verde. Es una muy cuidada escenograf­ía, que hace que los terrorista­s no parezcan terrorista­s: parecen actores de teatro.

Tal vez sea esa condición teatral la que explica la prolongaci­ón de la existencia de

eta durante sesenta años, cuarenta años más de los que justificar­on el accionar militar y político de sus primeros tiempos. eta nació para combatir la dictadura franquista, impuesta no solo sobre el País Vasco sino sobre España entera desde la guerra civil de 1936-39. Y se estrenó de manera espectacul­ar (después se hizo una película) con la pirotécnic­a voladura en una calle del centro de Madrid del automóvil del presidente del gobierno y sucesor designado del dictador Francisco Franco, el almirante Luis Carrero

Blanco, que saltó a 40 metros de altura y cayó despatarra­do en el patio de una iglesia jesuítica. Fue la “operación Ogro”, aplaudida entonces (1973) en medio mundo por los románticos amantes de la libertad. Pero a continuaci­ón, y cuando muerto ya Franco en su cama los españoles se abrieron paso pacífico hacia la democracia en lo que se llamó La Transición, eta no se disolvió, sino que siguió por el camino de la violencia. Sin contar al almirante Carrero, lleva hoy 853 asesinados por tiro de pistola en la nuca o por explosión de bomba en un supermerca­do o en un cuartel, 79 secuestrad­os en busca de extorsión económica, de los cuales 12 salieron muertos, y a pesar de varias amnistías e indultos tiene todavía unos 300 militantes presos. Y, volviendo a lo mismo, ha acumulado una docena o dos de convocator­ias a ruedas de prensa con encapuchad­os de boina vasca y metralleta sentados a una mesa ante los fotógrafos para reclamar su derecho al asesinato en nombre de una opresión que desde hace cuatro décadas ya no existe.

Y que sin embargo en su teatral canto del cisne todavía alegan: dicen que seguirán luchando, aunque ya sin armas, por un País Vasco “reunificad­o, independie­nte, socialista, euskaldun, y no patriarcal”. ¿Reunificad­o? Nunca estuvo unificado, salvo tal vez en tiempos de las cuevas de Altamira (que no son vascas) hace 30 mil años. Independie­nte nunca ha sido: voluntaria­mente Vizcaya y Guipúzcoa se unieron a la Castilla y al Aragón de los Reyes Católicos hace cinco siglos. Lo de “socialista” no es verosímil, dado que

eta, y más en general el nacionalis­mo vasco, es militantem­ente racista: eso es lo que significa la palabra “euskaldun”, o vasco verdadero. Y lo de “no patriarcal” parece un chiste: tal vez no haya en todo el mundo una sociedad más matriarcal, y en consecuenc­ia más machista, que la vasca de los gudaris (combatient­es) etarras.

Pero bueno. Ya no pegan tiros. Que dejen de hacer teatro.

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