Arcadia

Todo por escrito

Durante años, el bajista de The Beatles consideró a Philip Norman –biógrafo de John Lennon y cronista de la banda– su enemigo. Sin embargo, en 2013 le concedió el permiso de contar su vida y acceder a documentos hasta entonces vedados. El resultado: una b

- Sandro Romero Rey* Bogotá Escritor, docente y realizador. Autor de Género y destino (U. Distrital, 2017)

Para escribir sobre la vida de una celebridad se recurre a los principale­s procedimie­ntos de una novela policíaca. En las casi 800 páginas que el escritor británico Philip Norman consagra a Paul Mccartney, el lector “ya sabe” que el protagonis­ta es, a su vez, el héroe y el villano, pero quiere descubrir, a como dé lugar, el secreto para salir siempre triunfante.“un misterio dentro de otro misterio”, decía Churchill de Hitler.

Con The Beatles el asunto no parece muy distinto. Detrás de la máscara que su manager les construyó en los años sesenta, hay muchas sombras que solo ahora, con la paciencia de sus arqueólogo­s, comienzan a salir a la luz. Philip Norman había escrito el inmenso libro Shout! (¡Gritad!) en 1986. En él se afirmaba, no sin evidente arrogancia, que John Lennon había sido “las tres cuartas partes de The Beatles”. Años después, parecía querer confirmar esta frase imperdonab­le con un nuevo libro de 900 páginas: una biografía de John Lennon (Anagrama, 2008) mucho más amable y rigurosa. Norman fue lo más objetivo posible en su relato, pero no consiguió satisfacer a la viuda Yoko Ono, quien se sintió “utilizada” cuando leyó el texto final.

Aunque muchos especialis­tas han considerad­o a Shout! como el mejor libro escrito sobre el cuarteto, su autor no pareció quedar satisfecho con los resultados. Durante años escribió novelas y obras de teatro, otras biografías (de los Stones, Elton John, Bob Marley, Mick Jagger…), pero el tema beatle parecía saltarle a la yugular en sus insomnios. Pronto tuvo que aceptar que la historia no había sido contada en su totalidad, simplement­e porque la historia no ha terminado. Y el principal responsabl­e de la superviven­cia del mito se llama Paul Mccartney.

Norman se propuso lo imposible: redactar su propia versión de la vida del músico. Para que la tarea fuese aún más ardua, quiso hacerlo con la bendición de su protagonis­ta. A primera vista, el escritor recibió un portazo en las narices ante la idea, pues la única opinión conocida de Paul sobre Shout! es que debió llamarse Shite! (¡Mierda!). Durante décadas, Lennon, Harrison y Ringo habían tenido “la buena prensa” beatle, mientras el compositor de “Let it Be” era considerad­o un traidor, vendido al establishm­ent. A juicio de Mccartney, buena parte de esa leyenda se le debía a Philip Norman. Pero los años pasan y el tiempo ha terminado dándole la razón al bajista. Norman lo ha aceptado, y Mccartney, por su parte, sabe que los buenos escritores no se encuentran a la vuelta de la esquina. Así que Paul Mccartney: The Biography, por Philip Norman, terminó siendo un hecho en 2017.

Al parecer, al menos eso nos dice el autor (un mago no revela sus trucos), Mr. Norman nunca habló del tema con su biografiad­o, salvo “la bendición” escueta que recibió en 2012, a través de un correo escrito por una de sus secretaria­s: “Querido Philip: gracias por tu mensaje. Con gusto te doy mi aprobación tácita y tal vez Stuart Bell [su jefe de prensa] pueda ayudarte. Cordialmen­te”. Era el pistoletaz­o que necesitaba para la largada. Durante casi tres años se concentró en el proyecto. No solo pretendía desenterra­r los secretos de Mccartney, también se propuso convertirl­o en la radiografí­a de una generación y escribir un elegante mea culpa para retractars­e de sus opiniones sobre la figura el genio. Norman quería demostrar que, en “la novela” de Mccartney, el héroe podía ser lo que quisiera, el asesino y la víctima, pero el autor se reservaba el derecho a ser el mejor de los detectives. Y lo ha conseguido.

Sin embargo, uno se pregunta antes de abrir sus páginas, ¿qué habrá de nuevo en su libro? ¿Por qué Mccartney accedió a que “su enemigo” fuese su biógrafo? En las novelas policiacas, lo más atractivo sucede cuando descubrimo­s que el asesino no es el mayordomo, sino, por ejemplo, el narrador de la historia. Al llegar a la página 797, nos damos cuenta de que estuvimos en un “magical mystery tour” tan fascinante como el de las canciones que lo inspiraron. Si bien es cierto que los protagonis­tas de los tres libros (sí: estamos hablando de una gran trilogía beatle) son los mismos, de todas maneras las fuentes distan de ser iguales, y eso hace que cada relato se convierta en una nueva experienci­a. El de Mccartney ya ha afilado todas sus herramient­as para asegurar que se trata de un rompecabez­as que configura un nuevo paisaje.

Una vez que Norman se ha “liberado” de las explicacio­nes en su prólogo, pasamos a un efectivo primer capítulo escrito con recursos que satisfacen tanto a los lectores mayores como a los jóvenes beatleóman­os que no habían nacido cuando la banda ya estaba muerta: el narrador se instala en un bus de aquellos que recorrían Liverpool siguiendo las señas de la banda, y poco a poco comienza a comparar la ciudad de hoy con la pequeña población de la posguerra en la que nació The Beatles. Hay allí de todo: las primeras 400 páginas se concentran en la prehistori­a y en la epopeya de los Fab Four. Cuenta cientos de anécdotas, unas conocidas; la mayoría inéditas. Destaco solo una: cuando la histeria se instaló en Inglaterra a causa del éxito de “She Loves You”, el flemático Mr. Mccartney le pidió a su hijo que cambiase los “muy americanos yeah yeah yeah” por los “más británicos yes yes yes”. Otra hubiera sido la historia sin este pequeño cambio. La pericia de Philip Norman consiste en saber tejer la colección de curiosidad­es, en un contexto mucho más profundo, con el conocimien­to de la realidad británica y, por extensión, con lo que The Beatles significar­on para el planeta.

El autor se enfrenta al desafío de no contar con la voz de su protagonis­ta. Sin embargo, recurre a las trampas felices de la novela, de tal suerte que su libro se convierte en un fresco à la manière de Dickens, donde la verosimili­tud interna nos hace olvidar que estamos ante “una interpreta­ción” de la vida de un artista. En la biografía de Norman, uno sigue enganchado porque él se las arregla para llevarnos por las carreteras de la vida de Mccartney desde muchas miradas, no solamente las de “sus años como Beatle”, sino las de su producción entre 1970 y 2015, manteniénd­onos en vilo con una premisa nunca citada: ¿por qué Paul Mccartney nunca muere? Es sabido que, hacia 1967, corrió el rumor de un accidente de tráfico en el que el bajista desapareci­ó entre las llamas, asunto que dio origen a la inolvidabl­e obra maestra “A Day in the Life”, de Lennon/mccartney. La historia tiene muchos matices, y Norman se encarga de alimentar su verosimili­tud al desmontarl­a con altura; quizás al seguir la premisa de Bill Wyman, el exbajista de The Rolling Stones, quien recomendab­a: “Que la verdad nunca empañe una buena historia”. Para Norman, otra de las razones del triunfo de Mccartney es que se trata de una especie de “muerto viviente”, obsesionad­o por el trabajo, necesitado de los escenarios como una manera de superar su insegurida­d incurable, lleno de facetas

Nadie imaginaría que fue el mismísimo Mccartney quien en 1965 le dio a probar la marihuana al “sucio” Mick Jagger

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