Memoria viva
Hay que mirar el pasado con lentes futuristas. Esa parece ser la fórmula con la que el Goethe-institut propone repensar la memoria histórica en América del Sur.
Se puede olvidar? ¿Puede el arte reinventar las formas de resistencia? Esas fueron algunas de las preguntas que, hace poco más de un año, motivaron al Goethe-institut a emprender un proyecto regional que combinara el arte, la memoria y la reflexión en ciudades donde las violencias han sido un común denominador.
Buenos Aires, Lima, Santiago de Chile, Montevideo, São Paulo, Río de Janeiro, Bogotá, Cali y Buenaventura comparten una historia convulsa. Las dictaduras y los conflictos armados han hecho que la memoria histórica sea no solo un terreno de disputa, sino también en permanente construcción. Algunas comunidades indígenas en Colombia suelen llamarla “memoria viva”, un concepto que permite, incluso, repensar el derecho a olvidar.
“Puede sonar contradictorio –dice Úrsula Mendoza, coordinadora general del proyecto–, pero el futuro de la memoria es el presente”, y lo explica con un ejemplo. Durante la segunda semana de agosto, Cali y Buenaventura serán sede de Carretera al mar, el encuentro artístico y académico con el que el instituto quiere darle punto final al proyecto y abrirlo para nuevos territorios, perspectivas, prácticas artísticas entre otros. Las actividades tendrán lugar en el Museo La Tertulia de Cali y en la Biblioteca Nuevo Latir en el Distrito de Aguablanca; en el barrio Isla de la Paz de la comuna seis de Buenaventura, en el Centro Cultural del Banco de la República cerca al muelle y en la Escuela Taller de la misma ciudad. El nombre no es casual. No solo hace referencia a la difícil relación entre Cali y Buenaventura, sino que también sirve para entender las contradicciones en las ideas de progreso que hay en la sociedad.
El pasado enero fue asesinado Temístocles Machado, líder comunal en Buenaventura. Su muerte fue una de las tantas alertas que llegan al resto de Colombia sobre una comunidad excluida y marginada. Temístocles y sus luchas también representan un argumento poderoso para reflexionar de manera crítica sobre los procesos de colonización y modernización que han marcado la historia del puerto y para imaginar un futuro diferente.
Tal vez esa sea la razón por la cual el proyecto acude al arte. Carretera al mar trazará un recorrido simbólico entre las dos ciudades en el que participarán artistas, investigadores, líderes sociales y colectivos como Francia Márquez, Nidia Góngora, Puerto Creativo, Noís Radio y Miguel Tejada, Fabio Melecio Palacios, Mauricio Prieto y Víctor González Urrutia. Estos van a interactuar con invitados de otras regiones del país como Liliana Angulo o el colectivo Caldo de Cultivo, y de otros países como Carlos Martiel de Cuba y Lucrecia Martel de Argentina.
“El futuro de la memoria en el Pacífico tiene que ver con contar nuevamente los lugares que hoy se narran desde el ‘aquí murieron’, ‘de aquí se los llevaron’, ‘de aquí desaparecieron’, ‘aquí me abusaron’, hasta un ‘aquí vivo’, ‘aquí disfruto’, ‘aquí existo de nuevo’”, dice Aurora Vergara, directora del Centro de Estudios Afrodiaspóricos, quien participará en uno de los eventos académicos.
El asesinato de líderes en Colombia es un ejemplo entre muchos que pone sobre el tapete la urgencia de repensar la memoria. Más allá del pasado que comparte el Pacífico con el resto de ciudades involucradas en el proyecto, hay tensiones en el presente: la minería, el acceso a la tierra y las violencias urbanas son asuntos que obligan a actualizar las formas de mirar el pasado.
Posiblemente se trate de hacer un ejercicio de “contramemoria”, que fue lo que ocurrió hace unos meses cuando el proyecto intervino en dos comunidades de São Paulo, Brasil. Una de ellas fue el barrio Cracolandia, cuyo resultado fue la producción de una canción protesta sobre el racismo. La otra fue la comunidad kalipety, que forma parte de la tierra indígena guaraní Mbya Tenondé Porã, localizada en el extremo sur de la ciudad. En esta última, la memoria está relacionada con el cultivo de maíz, y la actividad propuesta, danzas inspiradas en sus plantaciones, le permitió reafirmar la importancia de esta semilla milenaria en su lucha por la garantía del derecho a la tierra.
Esta experiencia del Goethe-institut durante los últimos meses parece reafirmar lo anunciado inicialmente: lo urgente en la memoria es el futuro. Tal vez haya que dejar a un lado tantos recuerdos del horror, tal vez se tenga que pensar dos veces el derecho al olvido, tal vez haya que echar mano del arte como forma de resistencia. Tal vez Buenaventura tenga que inspirarse en sus líderes asesinados para reafirmar su derecho a la tierra y a una vida digna. Tal vez todo. Lo que queda claro es que “el ahora” es el espacio indicado para imaginar otros modos de habitar y hablar sobre lo que ocurre en términos de violencia. •